martes, 22 de octubre de 2013


EL ORACULO

Campeche es un estado que no se parece a otro. Lo admirable es que los campechanos lo aguantan tan campantes. Somos los campeones del aguante. Desde hace 150 años soportamos las picardías, la cara dura y la verborrea de los gobernantes.

De la palabrería se dan cuenta enseguida hasta los visitantes. “No me gusta meterme en lo que no me importa, sobre todo si somos de fuera”, han dicho en su momento un sinnúmero de foráneos.

Forasteros, fuereños, no extranjeros. De facto por ejemplo son primos hermanos de Tabasco, Chiapas, Oaxaca, Yucatán, Veracruz, etc. Y es que siempre nos han criticado por aquello de que nuestros políticos gobernantes hablan sin ton ni son.

Eso es un riesgo creciente. Nietzsche sugirió  (“así hablaba Zaratustra”), que los pueblos quieren dos cosas: el peligro y las mujeres; por eso ama a las mujeres que es el más peligroso de todos los juegos.

Hemos escuchado  conclusiones. Pero no me atrevería a suponer, con Schopenhauer, que nuestras damas políticas de Campeche son largas de lengua pero cortas de ideas. Lo pienso nada más. A veces. Pero a más de cuatro que cuando por ejemplo María Rafaela Santamaría Blum ( y punto) habla dice lo contrario de lo que le piden, o en su defecto, no tiene la menor idea de lo que dice.

De repente se siente San Agustín y nos suelta que en Campeche sobran las mujeres que pueden ser gobernadoras. Y “riata” comienza con Melania la roja, sigue con la alcaldesa que tira más palabras que una Uzzi balas; luego se va con la esposa bien sufrida (¿le pidieron candidata a gobernadora o a Juana de Arco por aquello de mujer golpeada?) y…desgrana a otra sufrida y corta de súbito y dice que todas ellas son capaces…pero no dice de que.

Se le olvidó tal vez de los pecados capitales. Pecar en vez de gobernar es la filosofía de estos malogrados 24 años. Pero por aisladas y extendidas que sean estas opiniones de la tres veces diputada local, se trata nada más de sus opiniones, que yo me abstengo de compartir.

Dentro o fuera de esa mini lista los que no tenemos remedio somos los campechanos que ya nos comenzaron a dar chocolate casero batido con molinillo, como ofrecía el recordado Negro Alí, allá en la Palizada de los ríos.

Pero sea la diputada “y punto” (de cruz) los que no tenemos remedio somos los campechanos. Mientras más nos mientes, más les creemos. Somos omnívoros. Con alguna que otra valiente excepción, nos tragamos y digerimos todo.

Los que deben hablar; se callan. Si alguien rompe el silencio es para sumarse al coro de los zalameros consuetudinarios. A la diputada la conocemos como “diputada pastel”, cualquier fulano que tenga luces y foco de atención recibe este regalo en su día de días. La lambisconería es una manera de vivir; una profesión que nunca está saturada.

Nos sobran abogados, médicos, ingenieros, notarios (constructores solamente hay tres) pero nunca faltan lambiscones. Crecen, se reproducen y no se mueren; ahí se quedan, se amontonan, como la basura a Red Ambiental que nunca la recoge.

Si me permiten un símil, tolérenme uno latino. En el circo que en Campeche estamos viviendo, la plebe, la crema, el vulgo y la nata, dirigidos por los lambiscones, gritan en los informes y demás patrañas: “Ave, FOB, los que vas a moler te saludan. Los que les vas a dar atole con el dedo te endiosan”. Por causas como éstas estamos en los últimos lugares en esto, penúltimo en eso y ni siquiera contamos con aquello.

Los sectores activos (CCEC jajaja), las fuerza vivas (Ana Graciela y sus molineras), los rectores de la sociedad, los doctos y los prohombres ¿no van a volver por sus fueros? ¿no se van a poner de pie?


FUENTEOVEJUNA EN FLOR DE LIMON

“No hay grupo de autodefensa, sino un grupo de vecinos preocupados por la seguridad con los cuales estamos trabajando, platicamos con ellos (sic) y entendieron muy bien cuál es el concepto (¿del método?), asestó el procu a los medios, en relación con los asaltos en la colonia Flor de Limón donde ya están “Hasta la madre”.

Por cierta semejanza con una novela de Lope de Vega, me voy a permitir parangonar a los aludidos vecinos de esa zona donde Don Viluch, un buen día hizo el negocio del siglo con esos terrenos.

Resulta que Juan José Arias Novelo (a) “El Tuti”, comendador de la orden de Calatrava, ejercía señorío sobre el pueblo de Flor de Limón que pertenecía a su encomienda y en el cual se autoeligió como el encomendero.

Ejerció con un grupo de fascinerosos como él, hombres malvados, ladrones, lascivos, que no respetaban a nadie, mancillaban cuanta casa habitada o no se les antojaba para despojarlas de sus bienes. Se solazaba en decir que nadie podía tocarlo porque sus cómplices eran precisamente los encargados de vigilar la ley.

Los atropellos del comendador “El Tuti”, llegan a tal punto de indignación, que un día se reúnen todos los vecinos de Flor de Limón (llamada “La colonia de Los Chayos” en época de Teofilito), hostigados y alentados por algunos como Fidencio García Zúñiga, quien con el lema “Estamos hasta la madre”,  exaltados crean el grupo de autodefensa ciudadana pero que en el fondo están lejos de aceptar la palabrería del procu, porque “El Tuti” ha sido detenido y denunciado en más de 17 veces y en todas ellas a los pocos días brincaba las bardas y robaba lo que se le daba la gana y al igual que él sus compinches.

Los vecinos, en verdad hasta la madre, marcharon y se reunieron en dos ocasiones sin dar vivas a las autoridades, pero si mueras al comendador “El Tuti”, quien al verlos estar tan decididos a darle en la madre, se inunda de miedo y desde la procu donde hasta ya tiene espacio ganado en su celda suite, promete pagar sus malos pasos. Pero Zúñiga y su turba no escuchan.

Cuando se alteran los ciudadanos agraviados y se resuelven, nunca vuelven sin sangre y sin venganza. Zúñiga quiso matar al comendador “El Tuti”, pero José Arturo Ambrosio Herrera, no se lo permitió diciendo: “no lo veo como un grupo de autodefensa, porque nos haría pensar otra cosa (resic), lo veo como un grupo de ciudadanos comprometidos y preocupados por su patrimonio y que van a contar con todo el apoyo de la autoridad”. (lo que no dijo es cuándo).

El rey (léase WRSV) manda de nuevo a su vasallo el procu y empieza la investigación, pero todas las preguntas se estrellan ante la fortaleza que han formado  los “florlimonarios”, los hombres, las mujeres, los ancianos y hasta los niños que han sido testigos oculares de los hurtos y burlas de “El Tuti”, sin embargo cada que se les hace la pregunta ministerial de quién fue el que organizó este grupo  todos responden. “Flor de Limón señor”. Sin poder arrancarles otra declaración, el procu tiene que informar a su jefe y este muestra el pulgar hacia abajo: “El Tuti” a Kobén.

El procu mal a su pesar porque el rumor florlimonense es de que el comendador está coludido con la policía, ha recibido la orden  y no podrá acusar a ningún vecino de tomar la ley en su mano.

El rey todo clemencia, recibe con beneplácito su justicia justa (valga la redundancia) y solidaria, escucha con atención a los de Flor de Limón, los perdona por hacer juicios sumarísimos y pide sacar del reino a “El Tuti”.


TESTADURAS

No debemos olvidar quién somos y dónde estamos. Se atribuye a San Francisco de Sales, patrono de los periodistas, un concepto pensado para retratar a los que aspiran a estar por encima de todos, a ponerse en el primer puesto a como de lugar. Palabras más, palabras menos el santo señala:

¿Acaso los mulos dejan de ser torpes y hediondas bestias porque su amo los cargue de olores, muebles preciosos y tesoros de gran valor? El amo, claro, es Dios.

Porque la humildad induce a los gobernantes a pedir perdón por sus errores. Así como el deseo de honores y gloria puede derivar en soberbia, así la solicitud de perdón cristaliza en rectificación cuando la autoridad más consciente de sus obligaciones que de su persona, aprende a rectificar. En realidad, tanto como la humildad. La rectificación es un acto de honradez que honra a quien la practica.

Por el contrario el gobernante soberbio no da su brazo a torcer y se cree el dueño eterno de la verdad, incluso en temas polémicos y opinables. Por eso nunca participará en foros y diálogos abiertos y enriquecedores sobre la cosa pública.

Por eso los pre candidatos y las autoridades emanadas del PRI persisten y se regocijan en sus errores porque, en recientes manifestaciones de fijaciones antiguas, creen que rectificar es un síntoma de debilidad. La falta de humildad erigida en soberbia, los lleva a decir siempre la última palabra y buscar ser siempre el centro de atención en todo. Escribá de Balaguer, fundador del Opus Dei, decía: “Solo los tontos son testarudos, los muy tontos, muy testarudos”.


POPULARIDAD O CREDIBILIDAD

Fue Mauriac quien primero lanzó la advertencia para defender a Charles de Gaulle. “Para usted ---le decía a un reportero---, la opinión pública no se distingue de los encargados de expresarla y de encarnarla a la vez: los periodistas”. Una cosa es la opinión pública, otra muy distinta es la opinión publicada. Los periodistas, advertía, suelen confundirlas, porque pretenden personificarla en sus notas y artículos.

La arrogancia tiene aires monárquicos: la Opinión Pública soy yo. El pueblo habla a través de las columnas de mi diario. Las encuestas son un antídoto contra todas esas pretensiones de trasplantar la diversidad de las opiniones en la unidad de quien habla en el nombre del pueblo.

Sobre todo, son una forma de defendernos de quienes, desde algún sitio de autoridad, pretenden decirnos cuál es la voluntad auténtica del pueblo. Los poetas son tan culpables como los ministros de querer proclamar los gustos del alma nacional y en este caso campechana. Ambos otorgan  deseos claros y unívocos.

El demagogo y la metaforista hablan como videntes . Pero una encuesta rompe dichosamente esa impostura. La gran contribución de la encuesta Covarrubias y Asociados, es que gracias a los números que emergen de su trabajo, no hay un solo rumbo, una sola causa, un solo camino. Hay muchas voluntades que prefieren  distintas cosas, creen en diferentes ídolos, aprecian distintas maneras de ser.

Pero práctico como soy, me da gusto que los porcentajes de una sui generis encuesta rompan aquellas unidades irrebatibles. Así esta última encuesta desactiva ese discurso del singular que tan útil es siempre a los partidos en el poder. Sin embargo, parece una exageración identificar la opinión pública de 800 y pico de ciudadanos ---posiblemente no todos sean campechanos---, que responden a un universo de 822 mil y pico de quienes vivimos en esta entidad.

Para los devotos de las encuestas no hay diferencias entre los resultados de una encuesta y los quereres de la opinión pública. La opinión pública ha dado su veredicto de que fulano es un antipático y que a zutano ya no le tienen confianza. La encuesta, sin embargo, refleja apenas las respuestas que los encuestados dan a interrogaciones que aspiran a la neutralidad. ¿A eso se reduce la opinión pública? No lo creo.

Pero, frente a la ruda crítica de los medios y opinadores, frente a la escasez de resultados concretos, la realidad es que los campechanos le dieron a Layda Elena Sansores San Román un 70 por ciento de popularidad; un 4 por ciento de muy buena imagen, un 21 por ciento opinan que tiene buena imagen, 50 por ciento de regular imagen, 15 por ciento de mala y 9 por ciento de pésima imagen.

Por lo que concierne a la alcaldesa Ana Martha Escalante Castillo, la encuesta le da un 45 por ciento de popularidad, producto de estar materialmente metida en todos los medios locales. Pero solo le dan el 3 por ciento de muy buena imagen, 31 por ciento de buena imagen, 50 por ciento de regular imagen, 10 por ciento de mala imagen y un 6 por ciento de pésima imagen. Demasiado para quien todavía no ha dado el estirón en materia de obras y servicios en la ciudad capital.

Las dos féminas ciertamente son las más populares pero no las más positivas. Eso les corresponde a los legisladores federales en la Cámara baja, Rafael Alejandro Moreno Cárdenas y Jorge Rosiñol Abreu, quienes con 37 y 19 por ciento de muy buena y buena imagen el primero y 19 y 19 por ciento de buena y muy buena imagen del segundo, encabezan el rubro de los mejor calificados.

Por lo que respecta al alcalde carmelita y al senador Enrique Iván González López y Raúl Aarón Pozos Lanz, respectivamente, sus números positivos andan en 9 y 28 por ciento de muy buena y buena imagen el primero, y 7 y 29 por ciento de buena y muy buena imagen del legislador federal.

Una rara avis en esta encuesta se dio con el ex alcalde de Campeche, Carlos Ernesto Rosado Ruelas que aparece en el rubro de popularidad con 40 por ciento (detrás de Layda y Ana Martha), pero en el de mejor calificado aparece con 24 y 15 por ciento con mala y muy mala imagen, producto del convulsionado ayuntamiento panista que encabezó del 2009 al 2012.

De los demás es lastre que seguramente Covarrubias y Asociados necesita para armar su universo y hacerlo atractivo, confiable y darle credibilidad. Porque oiga usted 12 personas en una entidad tan pequeña, además de que a mi parecer ni son todos los que están, ni están todos los que son.

Lo que nadie duda es que las encuestas decidirán la próxima elección para gobernador de Campeche en el 2015. Eso si, todas las encuestas, las objetivas y las cuchareadas, sirven para propósitos propagandísticos. Si alguno pensaba que la encuesta de Covarrubias y Asociados alteró la carrera a la gubernatura, lo único que hizo fue regresar al punto de arranque en esta competencia demoscópica.

Esta encuesta y cualquier otra ---que necesariamente comenzarán a aparecer como las ronchas en el sarampión el año próximo---, son fotografías de una opinión pública en un momento determinado.

El ser experto en matemáticas no hace a nadie necesariamente, experto en encuestas. Hay encuestas que en el pasado fueron un fiasco. Los académicos confundieron a la gente. En la guerra de encuestas del 2012 hay que señalarlo, la autora de esta empresa fue una de las que salieron mejor libradas en el proceso electoral nacional del año pasado.

Habrá tiempo de sobra para juzgar con severidad a las encuestadoras que se quedaron lejos del resultado electoral y hemos de presenciar las volteretas que los protagonistas harán para no salirse de esa opinión pública, razón de ser de sus vidas políticas.

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