NUEVO CAPITULO PARA EL
PRI
Sin la guía de un presidente de la República emanado de sus filas, el
Revolucionario Institucional marchó 12 años con el poder dividido en cada
gubernatura de las entidades donde conservó el mando o lo conquistó en procesos
electorales sin la línea que durante más de 70 años habían sido su brújula y
timón.
El pasado jueves 30 de agosto en una larguísima jornada el Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), desestimó la nulidad de
la elección presidencial que pedía la izquierda mexicana representada por Andrés Manuel
López Obrador. Al día siguiente el mismo Tribunal le hizo entrega de
la constancia de mayoría como presidente electo.
La presidencia vuelve a ser un factor de fuerza al interior del partido,
la cual puede resolver controversias, posiciones, cargos, candidaturas. Sin
embargo, los cuadros priistas recuerdan que la crisis que llevó al PRI a perder
el poder fue desde la eterna dependencia del partido al presidente de la
República, que a la vez fungía como líder moral del tricolor, hasta las
decisiones impopulares que tomaba el gobierno federal y que se relacionaban
directamente con el PRI.
No debe olvidar el tricolor la serie de errores estratégicos de
confusión, de rechazo social a crisis económicas, a la forma de gobernar que
profundizó desigualdades sociales que acrecentaron el narcotráfico y la
delincuencia organizada.
Estos errores se produjeron desde dentro. Antes y después de los
comicios del 2000 en ese instituto político ya existía un marcado divisionismo.
Había un PRI en el gobierno, otro PRI en las Cámaras, otro más en la dirigencia
del partido y uno más en las bases y todos ellos estaban en contradicción.
A 12 años de esa histórica derrota los priistas aceptan haber cometido
errores. Muchas cosas pasaron, decisiones equivocadas, donde no hablaron a
tiempo y hoy reconocen su culpabilidad, sobre todo el no haber tomado
decisiones legales y financieras que no se aplicaron; mecanismos legales de
gobernabilidad que se soslayaron, críticas que no se hicieron a tiempo,
decisiones caras y costosas perdidas y, sobre todo las decisiones de un Ernesto Zedillo
Ponce de León, que dejó al garete a un partido que había nacido de
la mano presidencial.
Los desacuerdos entre las corrientes que buscaron mantener o renovar la
dirigencia del tricolor se hicieron cada vez más evidentes. La yucateca Dulce María
Sauri Riancho desesperadamente buscó renovar a su partido y amenazó
con impedir caudillismos y alejarse de cualquier tema con demagogia.
Pero la indisciplina y la deslealtad permeó en toda la estructura
priista. El individualismo a ultranza se impuso por sobre todas las corrientes.
Los tiempos políticos estuvieron desfasados y no hubo respeto para la
dirigencia. Se olvidó el orden y la institucionalidad que había sido hasta
entonces causa y razón de sus acciones.
Estudiosos, en estos años sostienen que la renovación del PRI ha sido el
tema principal de discusión. El relevo en la dirigencia partidista se consideró
intrascendente. Lo que importó fue el definir cuál era el proyecto de nación y cuál
el proyecto del partido.
Cuál el sistema de alianzas y la relación con la sociedad, con el
gobierno y con los demás partidos. Hasta entonces, luego de perdido el poder se
entendió la realidad: el PRI no fue concebido para existir sin el gobierno. El
PRI había nacido del poder para sostener el poder. Esta fue la etapa más
compleja y difícil luego de la derrota
del año 2000.
Hoy, con el triunfo del PRI al lograr de nuevo el retorno a Los Pinos
comienza una nueva etapa; un nuevo capítulo en la historia política de México.
Si Enrique
Peña Nieto busca encabezar el cambio tendrá que reconstruir
mecanismos de coordinación y equilibrios federales que fueron doblemente
pervertidos.
Si hasta antes del sexenio de Zedillo un presidente abusaba de su poder y
gobernaba sobre los gobernadores, ahora, luego de dos sexenios consecutivos del
PAN, la ineficacia presidencial para servir de control a los gobernadores ha
dejado un reguero de administraciones con deudas descomunales o
disfuncionalidad institucional que está siendo aprovechada por el crimen
organizado.
Peña Nieto tendrá que trabajar muy fuerte para
evitar la erosión del presidencialismo que en el sexenio de Felipe Calderón
Hinojosa, devino en una república Montessori (donde cada quien hizo
lo que se le dio la gana). Pero nadie a estas alturas luego de más de una
década de este nuevo milenio debe de tener nostalgia de la figura de un hombre
fuerte en Los Pinos que todo lo controle. Hoy, los gobernadores, en especial
los del PRI ocultan al gobierno federal, y a la ciudadanía, información y
realidades.
Calderón cometió el peor error al momento de
que anunció su “guerra” al crimen organizado y que la asumía en solitario. El
alivio de los gobernadores fue mayúsculo al pensar casi al unísono: “perfecto,
que se entretenga con su guerra el señor Presidente”. No se ejercían los
presupuestos contra la delincuencia y aumentaron las fechas para cumplir con
las metas de evaluación de sus mandos y su tropa policial, cuando Calderón
quiso corregir eso, era ya demasiado tarde.
Dentro de los planes para ejercer control férreo a los gobernadores el
nuevo gobierno priista buscará aplicarles vía la Secretaría de Hacienda y
Crédito Público controles más estrictos que podrían estar supeditados al
cumplimiento de las obligaciones que han sido olvidadas luego de 12 años. Otra forma
será que a través del nuevo Congreso se ejercerá control en el aspecto
presupuestal. En fin, que volvería “el chicote” para meter a los gobernadores
en el orden presupuestal que ha quedado al garete durante tanto tiempo.
¿Qué reglas prevalecerán en el sexenio federal 2012-2018? ¿el
continuismo disfuncional? ¿el retorno a los manotazos sobre el escritorio? ¿las
“renuncias” de gobernadores rebeldes disfrazadas de “licencias”? ¿continuar con
la república Montessori?
Por ejemplo en Campeche no se ha cumplido en su totalidad con los
controles de confianza. Esos que hicieron salir de sus cargos al secretario de
Gobierno y al director del G4 Ramón González Flores. Se sabe que el gobierno
federal panista ha urgido y lo sigue haciendo hasta el último día, a los ejecutivos
estatales para despedir a los policías que reprobaron los controles de
confianza.
Algunos gobernadores en reuniones de la CONAGO han señalado que para pagar la liquidación de ese personal
despedido se requiere de recursos financieros, pero se les recordó que quienes
no pasan las pruebas de confianza pueden ---de acuerdo con la ley--- ser
despedidos sin pago alguno.
Dentro del nuevo escenario político el exceso de confianza es
perjudicial, porque volverán los errores de siempre. Acomodar en cargos para
los que no se está preparado a priistas que buscan llegar por el solo hecho de
ser amigos, compadres y recomendados. Las dependencias federales son tan
atractivas, luego de los altos sueldos que se asignaron panistas, que incluso
en Campeche muchos piensan abandonar el barco que tendrá una travesía de tres
años, para entrar a la burocracia federal que son seis años y lo mejor ser
cabeza de ratón y no cola de león.
PLAN CON MAÑA LO DE
LOS “AVIADORES”
Hemos dado a conocer parte de los “aviadores” que supuestamente colmaban
las pistas de aterrizaje del Ayuntamiento de Campeche en época de Carlos Oznerol
Pacheco Castro, pero la llegada de Carlos Ernesto Rosado Ruelas, no
sirvió de nada porque esa lista de 150 ---que eran mucho más--- nunca la dio a
conocer, amparado en el escudo de la definitividad, esa cláusula que dejó a
esta entidad con el peyorativo sobrenombre de “Ley Campeche”.
Rosado Ruelas no quiso buscarle cuatro pies al
gato y escuchando el consejo de su padrino entró a la protección del Recurso de
Revisión. El alcalde panista se largó y nunca aclaró lo que había sido la
promesa de campaña más esperada de la ciudadanía de esta capital. La que
incluso prometió exhibir a las puertas del palacio municipal, cosa que nunca
hizo.
Pero no hay verdad oculta para siempre. En una maraña de nombres
cantidades y razones sociales se oculta parte de la verdad de esos “aviadores”,
que por ejemplo en tiempo de Pacheco Castro (año 2009) se cubrieron
aproximadamente a 36 “aviadores” disfrazados como venta de publicidad la
cantidad de seis millones 702 mil 069 pesos 24 centavos. Entre esos
“publicistas” se encuentra un tal Ramón Cervera Pacheco.
Por lo que respecta a Rosado Ruelas, es cierto que le negó
“publicidad” a sus mayores detractores pero en su primer año (solo estuvo dos
años), llegó a reunir a 20 “aviadores publicitarios” y cuyos pagos mensuales
tuvieron un total en 2010 de 13 millones 382, 142 pesos 26 centavos. Con lo que
de hecho duplicó la suma del último año de Pacheco Castro.
No extraña esa situación en el panista porque Felipe Calderón Hinojosa gastó
un 40 por ciento más que su antecesor en el cargo, Vicente Fox Quezada, en
publicidad, propaganda y medios de comunicación. El panista que está por irse
gastó en su sexenio la fantástica suma de 20 mil 501 millones 987 mil pesos,
monto que es superior a lo que destinan Canadá, España y Argentina, según datos
de la Agencia Apro.
MALESTAR CIUDADANO
Al campechano común le incomodan varias cosas pero todas aquellas que
vayan en contra de su bolsillo se tornan insoportables. Resulta que estuvo peor
el remedio que la enfermedad al darse a conocer hace varios meses un movimiento
en las esferas de gobierno.
El traspaso del Registro Civil que se encontraba a la espalda del
Ayuntamiento de Campeche en la calle 63 entre 8 y 10, obligó a quienes ya
tienen contados sus gastos, a erogar mayores recursos porque las nuevas
oficinas las enviaron a un nuevo edificio ubicado cerca del Centro Oncológico
de esta ciudad.
Golpe a la economía familiar en especial a las clases populares porque
para llegar hasta ese lugar que está a más de siete kms. del Recinto Histórico
y cuyo trayecto no se hace en autobús urbano en menos de media hora, salvo que
se utilice un taxi y entonces se erogue más que el costo de un acta de
nacimiento, defunción, matrimonio, etc. Es decir, sale más caro el caldo que
las albóndigas.
La ciudadanía cataloga con ese cambio de oficinas como “una malísima
decisión”, generadora de molestias innecesarias. Lo que no se dijo es que los
intereses siempre prevalecen sobre las decisiones políticas. El edificio nuevo
es propiedad de un ex gobernador que vive en la avenida Universidad y que cobra
una jugosa renta por el inmueble.
FRANCISCO LABASTIDA,
EJEMPLO
Cerca de romper en llanto Francisco Labastida Ochoa aceptó su derrota. Por primera vez un candidato
priista perdía una elección presidencial. Era la noche del 2 de julio de 2000.
El PRI demostró que pese a sus 70 años en el poder supo admitir que
había sido derrotado en el proceso electoral. Ante las cámaras de televisión y
los reflectores de cientos de reporteros, supo como hombre enfrentar ese paso
trascendental que todo político y todo demócrata debe seguir siempre.
Andrés Manuel López
Obrador es un caso sui
generis de político que no acepta ser derrotado. Ayer, porque Calderón
le ganó por unos cuantos miles de votos. Hoy contra Peña Nieto que lo derrotó por
más de tres millones de sufragios. El caso es el mismo y esto va a seguir como
ya lo demostró el pasado viernes citando a la resistencia civil y convocando a
marchas que lo único que lograrán será crear un clima de desunión entre los mexicanos.
López Obrador se ha convertido ya en el sistema
métrico de la política nacional. Pero no es el eje o el centro de la política
nacional y menos aún de la política democrática.
Resulta sospechosamente contradictorio que el candidato de más baja fiabilidad
democrática y el de la veracidad más dudosa sea ahora el que se declare
salvador de la democracia y protagonice un plan nacional de resistencia civil
contra las autoridades electorales legítimamente constituidas.
La realidad es que no sabe perder ---y ya debería haber aprendido por
las cuatro derrotas sufridas hasta el momento--- y lo que ahora está tratando
de preservar son sus bases sociales de apoyo, no perder liderazgo dentro de la
izquierda y hacer creíble y deseable su próxima candidatura para el 2018,
buscando hacer a un lado a quien en realidad la merece por su capacidad, imagen
y disciplina partidista: Marcelo Ebrard Casaubon.
Debe prevalecer la soberanía de la ley, porque de no hacerlo seguiremos
a merced del capricho de las pasiones, poderes y manipulaciones de políticos
como AMLO
y sus seguidores. Eso no es la democracia.
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