GOBIERNO AL CIEN POR
CIENTO
El próximo martes 7 de agosto se llega oficialmente ---porque
matemáticamente es hasta el 15 de septiembre---, a la primera mitad del
gobierno Justo y Solidario. Pocos días después los nuevos diputados locales
tomarán posesión de sus curules y la Cámara de Diputados local tendrá mayoría
absoluta de priistas. Tan es así, que por primera vez en muchos años desde que
se implantó el sistema plurinominal el partido en el poder no tendrá ni un solo
diputado bajo este sistema, evitando con ello la sobrerrepresentación.
Y el primer día de octubre próximo, once alcaldes priistas también,
luego de muchos años serán totalmente tricolores, todos ellos con sus cabildos
de mayoría.
La enorme ventaja de la fiesta de agosto es que, sin perturbación ni
cuestionamiento de ningún tipo, el gobierno estatal está realizando previo al
informe una campaña publicitaria por 10 días, salir en la televisión y la
radio, poner espectaculares y carteleras por todo el Estado sin que la
oposición, es decir los diputados que llegarán al nuevo Congreso tengan
posibilidad de realizar observación
alguna ni aplicar los mecanismos que la propia constitución señala para la
fiscalización de los actos del titular del otro poder.
En cambio, en octubre seguramente estará en los once municipios para ser
testigo de honor de los nuevos ayuntamientos. El panorama para Fernando
Eutimio Ortega Bernés, es sumamente halagüeño y por primera vez
desde que llegó con el voto popular hace tres años, el color rojo tiñe la
geografía campechana.
Desde su discurso de toma de posesión, Ortega Bernés delineó lo que
habría de ser su gobierno. Y en parangón a sus antecesores más destacados, si José Ortiz
Avila había sido el gran constructor, el modernizador de la
infraestructura urbana, él orientaría su quehacer al campo, al turismo a la
infraestructura caminera en zonas de cultivo.
El apoyo al campo y gracias a los buenos tiempos la historia ha
acomodado a Campeche como el primer productor de maíz en la Península de
Yucatán con más de medio millón de toneladas, lo que ha dado la autosuficiencia
alimentaria de este alimento.
Sin embargo la panacea parece que está siendo el turismo y la atención a
esos caminos derruidos que durante su campaña encontró en toda la geografía
campechana.
Para cuando Ortega Bernés tomó posesión el 15 de
septiembre de 2009, prácticamente todos los políticos locales eran ya Gonzalezcuristas.
Pero prevalecía un pequeño grupo de los que compartieron con él los días
amargos en que su candidatura para la gubernatura no fue aceptada y se
convirtió en un político tranquilo sabiendo que la política es de tiempos y
circunstancias.
Sin embargo, el grupo de amigos que lo acompañaron en esos días amargos
eran militantes sin valor alguno ni político, ni académico, ni social, con los
que difícilmente se podía conformar un equipo de gobierno más o menos eficiente
y relativamente honesto que apoyara las tareas de un gobernante.
Sin una clara conciencia de sus evidentes limitaciones aspiraban a
ocupar todos los cargos públicos, mientras que los otros cifraban sus
esperanzas en el lema aquel de que “no me den, sino que me pongan donde hay”.
Inteligente como es, Ortega Bernés sabía que con los Gonzalezcuristas
no podía gobernar conforme a sus propósitos. Así que integró a su equipo de
gobierno más o menos eficiente y relativamente honesto para apoyar las tareas
de esa primera parte de su administración. Así que incluyó a su equipo a viejos
amigos con alguna experiencia pública y en la política que no necesariamente
habían sido sus simpatizadores en los malos tiempos, y a jóvenes valores que ya
despuntaban por su ambición y talento. Esto no gustó mucho a sus dos
antecesores más cercanos y a sus seguidores quienes se sentían merecedores del
pastel completo.
Por más hábil que un gobernante sea, el destino de su administración
depende en gran medida de sus más cercanos colaboradores. Las designaciones
equivocadas ---que por supuesto las ha tenido---, sobre todo en puestos clave,
son siempre el primer paso en falso de cualquier gobierno. Por fortuna, la
administración pública resulta tan clásica que caben hasta los tontos y hay
lugar para los ignorantes. Pero hay cargos que son vitales para el éxito de
cualquier gobierno.
No exento de conflictos que como siempre se manejaron con dos pesas y
dos medidas, esta primera parte del gobierno Justo y Solidario ha transcurrido
en medio de un ambiente tirante en cuanto a que el PRI se reagrupó a nivel
nacional y comenzó la búsqueda de volver al poder, perdido en el año 2000. El
activismo cobró carta de permanencia y las mesas de café lanzaron los mejores
chismes y el esparcimiento de rumores.
Pero hoy todo vuelve a la normalidad cuando el próximo 1 de diciembre
esté en Los Pinos un nuevo presidente, que en principio le cumpla a Campeche
las promesas firmadas de campaña, que bien miradas podrían dejar a este
gobierno Justo y Solidario con atención a las más urgentes obras de toda su
historia.
Aquella fiebre constructora del coronel, o las frustradas primeras
piedras de su antecesor han quedado en el olvido. La obra social, eminentemente
social de Ortega
Bernés son la causa y el efecto de que el priismo como en ningún
otro lugar del país haya obtenido “carro completo”. Pueden muchos reírse pero
en un somero análisis los bonos del antiguo “Purux” han crecido enormemente.
Y precisamente en este medio camino de su administración le llegó la
hora de sufrir los primeros desengaños, cuando pretendió designar a sus
candidatos a diputados federales y senadores de la República. Ortega Bernés
estaba consciente de que se trataba de una decisión importante para empezar a
diseñar su propia sucesión, puesto que, como correspondía a la tradición
política, el próximo gobernador del Estado saldría de entre los legisladores
federales.
Así había sido desde los tiempos de Héctor “Toto” Pérez Martínez, ---con excepción
hecha de Eduardo
Lavalle Urbina---, cambiando los tiempos hasta que con el nuevo
gobierno federal panista llegaron José Antonio González Curi y Jorge Carlos
Hurtado Valdez, quienes surgieron del Ayuntamiento de Campeche.
Pero hoy, con un regenerado PRI y su posible regreso al autoritarismo
central, el gobernador campechano, conocedor profundo de cómo se cuecen las
habas en el centro, maniobró varias veces para obtener cuando menos dos
posiciones en el Congreso de la Unión y en ambas sus candidatos fueron
desechados. Para muchos, esta derrota tiene muchas lecturas y posibles
escenarios en el 2015, que habremos de analizar más adelante.
A pesar de su vasta experiencia política, al momento de empezar a operar
su propia sucesión, Ortega Bernés cayó en el mismo error que han
cometido sus antecesores: empeñarse en imponer a sus candidatos clave contra la
norma no escrita pero inapelable de nuevo ---estuvo ausente los 12 años del
PAN---, de que “gobernador no pone gobernador”. Y al igual que aquellos que lo
antecedieron ha sufrido al ver frustrados sus intentos.
El más reciente fracaso de este sutil proceso político se dio en la
sucesión de Jorge
Carlos Hurtado Valdez, quien tuvo siempre dos candidatos: Jorge Luis
González Curi y Carlos Felipe Ortega Rubio.
¿Por qué se han empeñado siempre los gobernadores en imponer sucesor a
sabiendas que esa decisión era una de las irrenunciables facultades metaconstitucionales
del presidente de la República? Hay la secreta convicción de que así podrían
consolidar “ismos” en sus ínsulas baratarias, prolongar su poder local,
cuidarse las espaldas y hasta convertirse en caciques, si por tales entendemos
a quienes ejercen o pretender ejercer un poder que les permita afianzar
hegemonías locales y seguir gobernando a través de peleles, como fue el caso de
Hurtado
Valdez.
Sin embargo en el panorama político campechano se avizora un choque de
trenes, el actual gobernador siente ya la presencia del que fue su competidor
más cercano hace tres años: Alejandro Moreno Cárdenas, que merced a sus
buenas relaciones con el ganador de la contienda electoral pasada, Enrique Peña
Nieto, está creciendo desmesuradamente y todo lleva a pensar que
parece inevitable un rompimiento entre su administración y el joven diputado
federal.
Las cuotas de poder han limitado las posibilidades de que el gobernador
impulsara a los suyos. Pero hay que reconocer que en su grupo no hay
políticos-políticos, mientras que los del docenato se aprestan a ensalzar a
doña Elvia. Fernando Eutimio en sus
recientes entrevistas por televisión local ha recalcado que no pretende
proyectar a nadie. Así que los legisladores federales ---diputados y
senadores--- quedarán más al arbitrio de las decisiones políticas del centro
que de los intereses del Ejecutivo estatal.
Ortega Bernés, al igual que Abelardo Carrillo Zavala, son
una rara avis, que no han formado parte de una élite social, cultural y
política, generada en la clase media alta campechana. Apellidos conocidos en la
historia del Estado, nietos o bisnietos de quienes de alguna forma habían sido
los constructores en los últimos 150 años de nuestra entidad federativa.
Ortiz Avila fue la audacia; Carlos Sansores
Pérez, la astucia; Rafael Rodríguez Barrera el talento; Eugenio
Echeverría Castellot, las relaciones públicas y así por el estilo.
Cada gobernador trae su propio sello y su estilo de mover sus piezas en el
tablero político. La cabeza del gobierno Justo y Solidario desde el primer día
definió que su proyecto era de cercanía con el pueblo y así lo ha hecho en
estos tres años y se espera siga los otros tres.
Para concluir este comentario debemos recordar aquellas palabras que por
supuesto no son de su léxico, pero que en su calidad de gobernante Carrillo Zavala
externó un día en aras de su sucesión: “Para exaltar al que queremos que venga,
no es necesario afrentar al que quisimos que llegara. En nuestro sistema hay
tiempos, hay atribuciones, hay obligaciones, todo establecido por la ley. Así
no se le cumple al PRI. Tampoco se le ayuda azotando a los prospectos con la
vara del descrédito”.
¿Y DONDE ESTA EL
POLICIA?
Este mes de agosto se cumplen cuatro años del Pacto Nacional por la
Seguridad, en el que ante los representantes de todos los poderes de la República,
Alejandro
Martí les dijo: “Si no pueden, renuncien”.
A partir de aquel 21 de agosto de 2008 en Campeche muchas cosas,
efectivamente, han cambiado, pero para empeorar.
Hay negligencias y omisiones en la seguridad en el Estado. Indignación
ciudadana frente a los casos de robos, asaltos, violaciones, crímenes, etc.,
que han ocurrido un día si, y otro también en toda la geografía estatal.
En un corte de caja tanto Renato Sales Heredia como Jackson Villacís Rosado nos
salen debiendo. Y no puede decirse que porque carecen de presupuesto, porque
les han dado más y mejores elementos para enfrentar la criminalidad, pero
desafortunadamente esta no baja. Por el contrario los números van a la alza y
con ella la inconformidad ciudadana.
El número de averiguaciones previas ha aumentado exponencialmente y la
situación ministerial de dichos casos se guarda como tesoro en una caja.
De cara a este cuarto año de gobierno por iniciar “si no pueden,
renuncien”, porque los campechanos tienen la razón de pedir cuentas a estos
servidores públicos, que no han cumplido con sus compromisos.
Apenas esta semana mi hermano político Alfonso Quijano Vázquez,
pensionado federal sufrió por enésima ocasión un atentado a su vehículo estacionado
a las puertas de su domicilio ---frente a un ya iluminado parque de San
Román--- en horas de la madrugada. El vandalismo, vuelve a esta zona de la
ciudad por la falta de vigilancia y aún de una investigación ministerial. Estas
son las horas que luego de la destrucción de dos paños de cristales de su
vehículo y de múltiples llamadas a la “famosa representación social” nunca
llegó.
Mientras tanto el señor Procurador si se paseaba en el extranjero
exaltando las virtudes del derecho judicial, de la lucha contra el crimen
organizado y de la apología de la ley, mientras en su ciudad capital
diariamente se asaltan negocios, se asesina a mansalva en caminos aledaños y
aumenta el vandalismo en toda la ciudad.
Los rezagos hablan por si solos y la delincuencia está teniendo carta de
permanencia en el Estado.
Señores servidores públicos “si no pueden, renuncien”.
¿“BONO” TRIANUAL O
PERSONAL?
El Municipio de Campeche está en un camino sin retorno. Por un lado
están los servidores públicos que todavía laboran ---la mayor parte fue cesado---
y por el otro, una alcaldesa que no encontró mayor problema en salir corriendo
para disfrutar de unas inmerecidas vacaciones.
Hoy, a unas cuantas semanas de su fin se encuentran en fase terminal
cerrando a toda prisa expedientes y con los mejores ánimos de huir de la
rendición de cuentas.
Es un barco haciendo agua por todos lados. Se va al pantoque y puede ser
antes de esos 56 días que por ley le quedan a este que puede ser considerado el
peor gobierno municipal en la historia de Campeche. Gobierno panista y que hoy
nadie se explica que ideología tiene la suplente, aparte de su utilitarismo.
El gobierno municipal ya no quiere gobernar, pero no tiene relevo.
Depende de la decisión de un Cabildo en llamas, que la misma primer edil le
prendió fuego. Mientras tanto el malestar de la ciudadanía crece día a día por
la falta de servicios.
Calles destrozadas, basura acumulada por semanas, deudas, deudas y más
deudas. Incluso los salarios de directores y subdirectores no se pagan con
regularidad desde la primera quincena del pasado mes de julio.
La protesta crece. El origen de la fractura política deriva de una mala
decisión del ex alcalde Carlos Ernesto Rosado Ruelas, al designar una
suplente que más le hubiera valido llamar a un dirigente de su partido que a
esta señora, que en los hechos ha destrozado la imagen del PAN.
Ana Martha Escalante
Castillo, la
alcaldesa electa hizo una muy buena campaña, pero doña Beatriz le ayudó con mucho
a lograr que los electores no volvieran a cruzar una boleta del PAN por los enormes
errores cometidos por esta administración.
Ahí reside el punto toral de este atascamiento.
La ausencia de “peces gordos” denunciados o en proceso es nulo. De ahí
el fracaso. Es la síntesis del mismo. El fracaso es que los funcionarios de
primer, segundo y tercer nivel saben que al abusar de una responsabilidad
pública para enriquecerse es un negocio rentable y de bajo riesgo.
Partiendo de la premisa de que: 1.- La honestidad en el servicio público
se fomenta creando instituciones como COTAIPEC; 2.- meter a peces gordos a la
cárcel tiene más tintes de venganza que de política pública de combate a la
corrupción. Cierto lo primero, falso lo segundo.
Castigar a los más altos funcionarios municipales que participaron en
actos de corrupción en el Municipio es más que el castigo al involucrado. Es un
mensaje convincente a toda la administración pública.
Son limitados los castigos cuando un funcionario es evidenciado haciendo
negocios a costa del cargo público. Sancionar a funcionarios de alta jerarquía
implica que los demás de igual o inferior jerarquía saben que puede pasarles lo
mismo.
En el combate a la corrupción hay un principio que se llama: “principio
del pez gordo” ¿tiene esto mucha ciencia?
Como ejemplo de lo anterior tenemos el caso de la flamante subdirectora
de recursos humanos, Alma Rosa Escalante Márquez, persona que se
autoasignó, como señalamos en números anteriores, un salario superior al
estipulado, con la osadía al día de hoy de efectuar descuentos salariales como
si de una lotería se tratase que lo mismo te puede tocar 500 pesos por tratarse
de un director, 300 de subdirector, 200 de jefe de departamento u oficina o
inclusive 300 si gozas de una base sindical, bajo el argumento poco claro, en
éste último caso, de deudas al Fonacot de otras administraciones que nadie
entiende que hayan sido efectuados hasta ahora si en muchos casos ya fueron
liquidados por estos mismos trabajadores. Situación que me lleva a pensar a
dónde va todo ese dinero?
Pero todo esto no es otra cosa que la incapacidad de aquellos que tienen
la obligación de dar resultados, como lo es la persona señalada arriba, quién
argumenta “reajuste de tabulador” para efectuar dichos descuentos desconociendo
con toda seguridad que éste ya fue aprobado por el Cabildo desde diciembre
pasado en el Presupuesto de Egresos y que el mismo debió observarse desde enero
que llegó Beatriz
Sélem Trueba y donde tuvo la brillante idea de cambiar casi todo el
gabinete por gente más incapaz de la que ya existía.
Pero volviendo al tema principal, personas afirman a Jaque Mate
que dicho descuentos no son otra cosa que un ahorro puntual que la “iluminada”
subdirectora de recursos humanos tiene pensado llevarse de finiquito e
invertirlos en una camioneta de más de 500 mil pesos, al tiempo,
afortunadamente en Campeche todo se sabe.
Por otro lado, vemos un Sindicato falto de fuerzas, como si los innumerables
reclamos hechos por estos mismos ya hubieran minado su voluntad de salvaguardar
los derechos de sus agremiados y todo parece indicar que el medio millón
recibido en semanas pasadas por parte de este líder sindical para desistir del
problema del plantón de la basura, fueron suficientes para aguantar hasta
finales de septiembre las desatinadas decisiones de esta administración
fallida.
Finalmente todo parece indicar que sí habrá bono que pese a contemplarse
en minutas de trabajo no fue tomado en cuenta al momento de hacer el
presupuesto de egresos, pero lo que no estamos seguros es si éste se repartirá
equitativamente entre toda la base agremiada o si finalmente sólo se verá
reflejado en la bolsa de la alcaldesa y su gente afín como la Escalante
Márquez.
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