UNIDAD Y GOBERNABILIDAD
En México, la alternancia en el 2000, presentada como una ruptura del viejo régimen, no significó la segregación de no pocos herederos de éste; al contrario, y eso es lo más destacable, las figuras relevantes de la hegemonía priista debieron permanecer para ocupar, acaso, los vacíos de poder que surgieron por la impericia de la “nueva clase política”. El abanico desde luego es tan amplio como las apetencias políticas y las complicidades guardadas.
Los viejos políticos de Campeche poco a poco han continuado su viaje, con escalas, hacia el pasado. Lo cierto es que, en el marco presente, no son pocos quienes perciben la ausencia de figuras sobresalientes, de férrea personalidad y con excepcional caudal de conocimientos sobre el estado, capaces de modificar rumbos y cometidos, solo con la omnipresencia de sus propias personalidades.
De aquellos viejos pol
íticos solo quedan dos o tres que sus propios achaques los han jubilado. Y lo que pocos se han dado cuenta es que hay una nueva generación que está naciendo precisamente en este sexenio. El actual titular del Ejecutivo, primero administrador, después político a cuya vera creció, se proyectó no sin problemas y finalmente se consolidó como líder.
El contrapeso presidencial ha sido sin duda un detonante, porque el desprestigio de la política, como numen de corrupción, ha colocado a los jóvenes de golpe y porrazo a su contacto con el pueblo.
Es indudable que la experiencia unida a la capacidad, a la vocación y al talento, entre otras cualidades, son factores determinantes para conducir las acciones de un Estado.
Administrar honestamente, proveer adecuadamente y acrecentar el capital humano, natural, político, social y económico de una entidad requiere de éstas y otras tantas virtudes para lograr una gestión exitosa.
Es indispensable, en el ámbito gubernamental, que quien ostente el máximo cargo ejecutivo posea, además, la sensibilidad para haber integrado a su ser, a lo largo de su vida, la esencia de su pueblo, de tal forma que las directrices de sus decisiones lleven implícito el sentir ciudadano.
En el terreno judicial no solo basta el conocimiento extenso del intrincado laberinto que conforma la voluminosa biblioteca legislativa que norma nuestros tres órdenes de gobierno. Es necesario también tener sabiduría salomónica para proveer la justicia en conocimiento, en el sentir propio, de los usos y costumbres así como la idiosincrasia del pueblo campechano al que se aplica la ley.
Lo anterior está basado en el bisturí cuidadoso de un conflicto de tierras en zona maya del Camino Real, donde el Ejecutivo pareció por momentos dudar de aplicar la ley y luego comprender al unísono que era mejor el trato político, como finalmente se le dio y, aunque no fue un final feliz, las partes en conflicto quedaron convencidas.
Pero se aprende rápido en política y las circunstancias marcan el camino. Hay por ahí una anécdota cuando el presidente Adolfo López Mateos (1958-1964), al despedir a un huésped distinguido, John Fitzgerald Kennedy, en 1962, se sintió comprometido con el interrogatorio del estadounidense:
--- Dígame, señor presidente López Mateos ---inquirió el mandatario vecino---, ¿cuántos gobernadores de oposición confronta usted?
--- Ninguno señor presidente Kennedy nuestro sistema es firme porque la Revolución…
--- ¿Y cuántos senadores de oposición? ---interrumpió el visitante.
--- Ninguno. Le decía yo…
--- ¿Y diputados disidentes? --- volvió a atajar Kennedy.
--- Bueno si, tenemos dos o tres…
--- Pues debe ser muy cómodo. Valiente oposición, ¿no? --- concluyó, con ironía, el bostoniano-irlandés.
Días más tarde, López Mateos, reunido con sus principales de su gabinete, dio a luz a los llamados “diputados de partido” para ampliar la representatividad opositora. Luego vendrían las reformas políticas ampliando “concesiones” con cargo, claro, al muy abultado presupuesto legislativo.
Estos consensos y equilibrios han madurado más rápidamente al actual gobernador, porque ninguno de sus antecesores (todos del PRI) habían gobernado con la alcaldía de la ciudad capital en poder de un partido de oposición.
Los cacicazgos, no lo olvidemos, florecen como cauce de hondos mesianismos complementados con la fuerza bruta. Fernando Ortega Bernés está aprendiendo y madurando rápidamente ante estos acontecimientos.
Si esta unidad que hoy se observa en el Estado en torno a su gobernador no se rompe, el próximo proceso electoral será de amplia coyuntura para el hasta hoy partido en el poder en Campeche.
QUE SUCEDE EN LA SDR
Otra vez el abuelo “Febo” vuelve a las andadas con mentiras para engañar a su jefe en relación a su producción "record". La verdadera razón de esto es para pedir más presupuesto. El supuesto "muestreo" que determina la cantidad ---por porcentaje "aproximado" sin mencionar margen de error--- lo hizo el INIFAP que está conformado por "investigadores" de la misma cofradía de “Febo” y que reciben recursos (cinco MDP) del erario estatal a través de la SDR en un programa llamado "transferencia de tecnología" que no tendría razón de ser si no hay "incremento" en la producción.
Ese es el verdadero fondo de la olla, ya que sabemos que los auténticos productores son los Menonitas, ---como Jaque Mate ha señalado desde hace dos años--- quienes no reciben los "beneficios" de los programas de bombitas manuales, semillas, fertilizantes, herbicidas y diesel, que son para pequeños productores de hasta cinco has. al que le asignan 30 MDP para que haga negocios con proveedores de esos insumos con los "vales" que se otorgan.
La mentada "derrama" económica solo se ve en las comunidades Menonitas y en las grandes tiendas de autoservicio donde éstos siempre están comprando grandes cantidades de productos y enseres. Los campesinos locales tienen muchas carencias de maquinaria, equipo y capital de trabajo como para poder incrementar la productividad al grado del que “Febo” se ufana en sus falacias Goebelianas para engañar al número uno y poder seguir ordeñando la vaca de la SDR y así costear los gustos de su joven pareja que por soportar a un carcamal como él, pues tiene su mérito y aguante.
Volviendo a lo de la producción, es muy fácil ---y difícil de creer--- hacer muestreos en los mejores campos (qué de una relación de los sitios de "muestreo") y multiplicar por las has. que supuestamente se siembran, como si todas dieran igual, para obtener la cantidad que cacarea, no hay cómo hablar con campesinos (que no estén "maiceados" por “Febo”) para escuchar realidades distintas a la megalomanía que pregona este doctor “en mañas”.
Por otra parte, los apoyos del programa de insumos darían para 15 mil has. que vienen siendo como el 10 por ciento de la superficie sembrada que se menciona. ¿Entonces dónde está el "impacto" que dice se logra con éste? Si supusiéramos que esas has. dieron cinco ton/ha parejas tendríamos 75 mil tons. cifra muy lejana a las mas de 600 mil que presume. ¿Entonces de dónde salió el resto en caso de ser real? obviamente de los Menonitas.
El comentario en el círculo de profesionistas conocedores y muchos campesinos es que desde que llegó “Febo” y sus huestes de "sabios", la SDR está en picada en todos los renglones de operación, pero eso si, los "bisnes" están a la orden del día con Carlos Ortiz Lanz, Nati (rati) vidad Hidalgo, Esteban Ramírez y la Lic. Ponce del Jurídico que "legaliza" convenios de obras y adquisiciones y contratos de personal por honorarios jugosos que incrustó “Febo” y que salieron del COLPOS, su "escuelita".
Y para remate, ahora están de plácemes con la salida de Humberto Cahuich Jesús para irse a una candidatura, ya que ocupaba la Secretaría Técnica y no siendo del "equipo" tenían que cuidarse de él, ya que es gente de William Roberto Sarmiento Urbina y podía en un momento dado torcerlos en sus transas; y resulta que ponen en su lugar a Harim Rodríguez de la Cruz (compadre del inefable Plascencia que corrieron) persona de no muy buenos antecedentes, pero eso si, viejo conocido de “Febo”, quien ahora manejará la "caja chica" y las dotaciones de combustible, ¡ahh! y además tiene un rancho.
Como nuevo dato, tienen al servicio de Ratividad a una tal Teresa Díaz, cobrando como asesora, pagándole por ello 60 mil pesos mensuales que salen de los gastos de operación de los programas federalizados y el rumor es que se “mocha” con buena parte de esa cantidad con “Rati” y muy probablemente también le llega algo a “Febo”, ya que la mencionada “asesora” no hace nada y solo va por ratos a la secretaría.
También Julio Sansores, coordinador de Direcciones, cuota de Sarmiento Urbina, ex presidente municipal de Hopelchén, donde reside, solo está en el trabajo de dos a tres horas a partir de las once de la mañana y al parecer nuestro protagonista “Febo” hace caso omiso sobre sus responsabilidades, sobre las Direcciones en los municipios que están a la buena de Dios. Para el titular de la SDR solo cuentan sus incondicionales con los que tranza recursos y los demás están congelados o ignorados.
Se sabe que “Febo” y Carlos Ortiz Lanz, trataron de correr al Ing. Carlos Zenteno que era director municipal en El Carmen, pero como es yerno de Francisco Canché Carrillo, viejo político tenabeño ligado a la CNC, nada pudieron hacer porque se movieron influencias y vino una orden de “arriba” para reinstalarlo, aunque está en el congelador. Pero este hecho les dejó a “Febo” y a Ortiz Lanz un sal´tá incontinente.
Hay que sugerir una auditoría en regla del manejo de los programas federalizados para transparentar el uso de los recursos, sobre todo de los gastos de operación que usan como caja chica para pagar contratos de honorarios y compras fantasmas.
Ante la falta de atención a su labor Jaque Mate le está haciendo su chambita a Jorge Shields Richaud ya que estamos prácticamente a mitad del sexenio estatal y todavía Contraloría no se da cuenta de la realidad de lo que sucede en la SDR, ¿hasta cuando?
LOS TRES ERRORES DE LAYDA
(Final de lo que aconteció el 6 de julio de 1997)
El cariño de padre no obnubiló la experiencia y la enorme visión política que tenía Carlos “El negro” Sansores Pérez, porque la única de su descendencia que siguió sus pasos, carecía de algo que en política se llama cautela y que impide a los protagonistas cantar victoria antes de tiempo.
El zoon politicon sabía de antemano que el proceso estaba perdido, pese a que la votación le había sido favorable a su hija, pero el creció y vivió (hasta el 6 de julio de ese año) siendo un hombre del sistema. Revertir el resultado no solo era complejo, sino suicida, porque el PRI estaba acostumbrado a sostener un resultado si en juego estaba una gubernatura y una alcaldía como la de la capital del Estado.
Por tal motivo hay personas cercanas a esa familia que señalaron que Layda recibió consejos de su padre para realizar una resistencia bien organizada, pero sin salirse del orden que pudiera poner en peligro vidas humanas de los seguidores; sin embargo al parecer la candidata derrotada ---pero no en las urnas---, tenía otras ideas que puso en práctica.
Es ahí donde se cometieron tres errores fundamentales:
1.- La impulsividad de Layda la hizo armar primero su grupo de resistencia en el estacionamiento del Hotel Baluartes, donde se instaló hasta un servicio de cocina para apoyar en especial a los seguidores que en número aproximado de 300 personas, habían venido de varios municipios.
El war room de la perredista se activó y se tuvieron reuniones urgentes dentro de las cuales se encontraban: Guillermo Cisneros Lara, Jorge Ortegón Quintal, Arturo Moo Cahuich, Manuel Acuña López, Filiberto Almeida, Socorro Baeza Campos, Justo Saravia Suárez, Guadalupe Nagarián, Anibal Ostoa, Romeo Ruiz Armenta, etc.
La estrategia de Layda consistía en tomar el Palacio de Gobierno, habida cuenta de que era clave para poder solicitar al Trife una revisión voto por voto y en caso contrario, declarar nulo el proceso electoral. Para tal fin se planeó traer a cinco o seis mil personas de preferencia del sur del Estado.
Para evitar que antimotines del Estado pudieran bloquear a todo ese grupo marchando hacia la toma del edificio de Ejecutivo estatal, se organizaron cinco frentes diferentes quienes en manifestación saldrían a las mismas horas en tiempo programado similar para converger todos ellos en el Palacio de Gobierno.
Sin embargo a Layda la ganó el carácter y le fallaron los suficientes participantes, por lo que ordenó que la marcha se realizara con los que estuvieran, lo cual arrojó que los antimotines que estaban “acuartelados” en el sótano y el primer piso del palacio, fueran sacados de prisa y resguardaron todo el edificio, fracasando esa costosa idea. La impulsividad de la candidata perdedora no le permitió dar marcha atrás a un proyecto que tenía fallas de origen. El hubiera no existe, pero si se permite la licencia para ilustrar el método, la primera medida empleada causaría el efecto deseado, porque ciertamente el pueblo estaba dividido y un hecho de esa naturaleza cambiaría todo, ya que nunca nadie ha tomado la sede del Poder Ejecutivo.
2.- Ante la falla de la toma de palacio se ejecuta la siguiente alternativa: salirse del estacionamiento del Hotel Baluartes y armar la resistencia en el parque “Del águila”, donde el presunto desgaste con sonido contundente que perjudicaba a los trabajadores de los palacios estatal y municipal, así como del Congreso, conforme fueron pasando los días el mismo pueblo comenzó a criticar esa forma de presión.
Los “cantos” con letra de Guadalupe Nagarián se escuchaban durante todo el día y al principio se tomó de manera chusca y aceptable, pero también llegaron a fastidiar, que esa no era la idea, a los transeúntes y quienes realizaban en los edificios públicos diversos trámites.
Durante cada día por las tardes y a veces por las noches se efectuaba en las calles 10 y 12 del Recinto Histórico una marcha con pancartas y oradores que informaban al pueblo y lo llamaban a sumarse al movimiento. Pero Campeche, ya lo había dicho Palavicini en una visita de Francisco I. Madero, “es un cementerio de espíritus”.
Poco a poco los aposentados en la Plaza de la República se van desorganizando. Los coordinadores se cansan de hacer proselitismo y de un movimiento sin actividad. Platicar en las carpas instaladas, comer gratis (los obreros del sindicato de cargadores allí hacían cuando menos dos comidas), tomar café y luego de un tiempo retirarse discretamente hasta que por las noches eran tiendas de gitanos inmersos en su plática.
Layda, mientras tanto viajaba a la ciudad de México para convencer a los dirigentes de su partido para un mayor apoyo y ejercer presión en las cámaras del Congreso de la Unión, pero ese apoyo nunca llegó y, cada día la prensa favorable se fue haciendo menor hasta casi desaparecer.
En los medios de comunicación existentes en ese entonces en Campeche, el “maiceo” fructificó y una que otra nota perdida en páginas interiores daba razón de que el movimiento estaba moribundo. El tiempo, que todo lo vence había disminuido considerablemente su afecto por la perdedora.
Fue entonces que durante los últimos días un suceso vino a catalizar el movimiento. Un hijo de Layda en una marcha que terminó como siempre en el palacio de gobierno, se metió y brincó la barrera que los antimotines de Gilberto Farfán Talango “Potoco”, habían tendido alrededor del edificio, fue golpeado por dos policías y descalabrado, lo que solivantó los ánimos y se volvió a manejar la toma de ese sitio.
Sin embargo, una orden que se sabe dio José Antonio González Curi, quien permanecía tomando Prozac como desesperado en su domicilio de la avenida Universidad, tenía ya el plan de arrasar con todos los que estuvieran en la Plaza de la República. El hecho ocurrió el 19 de octubre de 1997 (35 días después del supuesto cambio de mando del Ejecutivo estatal).
Esa noche, antimotines, policías judiciales, carros cisternas de bomberos, grúas y otras fuerzas contratadas arremetieron contra todo y todos los que ahí se encontraban. El resultado fue contundente. El movimiento estaba en desbandada y hasta se llegó a afirmar que un bebé de una perredista había fallecido al ser golpeada con un tubo de gas lacrimógeno de los muchos que se lanzaron.
Cuando al fin los medios de comunicación lograron entrar a la plaza todo, absolutamente todo estaba siendo levantado como basura y los del movimiento habían huido y otros a esconderse porque temían ser detenidos. Esa noche este columnista pasó en su vehículo bajando por la calle 61 entre 8 y 10 y al preguntarle a mi amigo Tomás Zapata Bosch, como catalogaba lo sucedido, solo me contestó: ¡fue espantoso! ¡estoy consternado!
3.- El tercer error de Layda fue el de querer reivindicar su movimiento, sin antes consultar con su padre, que según personas cercanas a la “casa blanca” estaba sumamente triste y enojado, porque esa nunca fue su idea. Pero más sabe el diablo por viejo…y rápidamente “de lo perdido, lo que aparezca”, ni tardo ni perezoso se movió con sus amigos priistas en las altas esferas del poder y logró que le reembolsaran todos los recursos que él había aportado para la campaña de su hija.
Su petición se aceptó pero llevaba una condición y esta era que Layda saliera del estado y sus seguidores se desintegraran. Así acabó el proceso electoral que fue un fraude cometido contra la voluntad popular.
Días después, las principales cabezas del movimiento fueron acomodados en diversos organismos. Ortegón Quintal, fue nombrado por el nuevo gobernador como representante del gobierno de Campeche en el D.F., Acuña López, con más vergüenza se fue como delegado de Profeco a Celaya, Gto. , con él se va un grupo de su gente; Cisneros Lara, es empleado en el gobierno estatal y poco después lo premian con una diputación local por el PRI; Guadalupe Nagarián, es acomodada en la secretaría de Pesca del gobierno estatal y así se apacigua el que hoy es considerado el movimiento “19 de octubre”.
La llegada de Ernesto Zedillo días después acaba con las dudas de un pueblo que parece perder la memoria cada seis años.
Lo que le sucedió a Layda podría pasarle a cualquiera que siguiera manejando esa inconformidad por el fraude electoral, ese fue el mensaje de González Curi. La sentencia del Trife fue inapelable e inatacable. Pero no dejó conforme a nadie, el fraude había concluido y todo era historia.
Nota: Agradezco la colaboración para obtener estos datos a Guillermo Novelo Fierros y Justo Saravia Suárez, quienes amablemente, con documentos en mano, me aportaron lo aquí asentado desde el primer artículo. R. Calderón P.
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