domingo, 15 de enero de 2012


¡O tempora! ¡O mores!

El aeropuerto de Campeche debe cambiar su nombre al de Justo Sierra Méndez. Los aeropuertos de muchas de las principales ciudades del mundo llevan por nombre el del personaje más importante de su ámbito. Por ejemplo: París con “Charles de Gaulle”; Caracas con “Simón Bolívar”; Ciudad de México con “Benito Juárez”; Nueva York con “John F. Kennedy”; Washington con “Ronald Reagan” y “John Foster Dulles”; La Habana con “José Martí” y hasta Mérida con “Crescencio Rejón” (que dicho sea de paso no es yucateco sino campechano, pero se lo adjudicaron).

Darle al aeropuerto un nombre de prestigio es de gran impacto social y económico toda vez que este nombre se repite constantemente en los medios internacionales y nacionales y es, sin duda, un importante apoyo al turismo que en el caso de Campeche es un proyecto bastante ambicioso.
Si al aeropuerto de la ciudad de San Francisco de Campeche se le da el nombre de “Justo Sierra Méndez”, no solo se beneficiaría al turismo local sino se haría un acto de justicia para quien es hoy por hoy, la primera figura intelectual de Campeche y que sigue creciendo con el tiempo.

Por su labor educativa, por haber sentado las bases del desarrollo educativo y cultural del México que hoy gozamos, por su empeño en la creación de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), por su erudita y amplia obra literaria, por su influencia política demostrada por varios lustros, Justo Sierra Méndez goza, aún, a tantas décadas de su muerte, del reconocimiento de México.

Los campechanos hemos rendido tributo de distintas maneras al Maestro de América, pero Campeche crece y con este crecimiento debe también hacerlo nuestra admiración y reconocimiento por el insigne prócer de esta tierra que lo vio nacer frente al parque del centro de nuestra ciudad capital. La casa donde nació sigue siendo un hotelito, en algún tiempo de paso y luego de “pago por evento”. Nunca ningún gobernante ha querido gastar en comprar esa propiedad y crear un museo que resalte la figura de tan eminente campechano.

El aeropuerto de Campeche debe cambiar de nombre al de Justo Sierra Méndez. Existe en estos momentos un grupo de profesionistas campechanos que han emprendido esta noble causa que va más allá de cualquier pronunciamiento político.

Los cambios en la vida son necesarios, sobre todo cuando se espera que dentro de dos años los desarrollos turísticos como el de Champotón y la Plaza Galerías de esta ciudad sean un detonante y provoquen el movimiento aeroportuario que hace tiempo se está esperando. Nada mejor que con el nombre y la egregia figura de Justo Sierra Méndez, en un bronce en la sala principal de nuestro aeropuerto internacional.

Si ustedes observan no es necesario para elevar al que llega, azotar con la vara del desprecio al que podría irse. Es otro campechano, razones se habrán tenido al seleccionarlo, pero Sierra Méndez es por si solo un nombre universal.

Este mes, para ser más preciso el próximo jueves 26 de enero se celebrará el aniversario 164 de su natalicio.  Ese día será entregada la medalla que lleva su nombre, máxima presea de Campeche a sus hijos destacados en diversas actividades. Es motivo también de aprovechar para iniciar un remozamiento profundo y total de su monumento, al inicio de un malecón que también debe llevar su nombre, porque además esa parte del malecón así se llamaba.

El monumento y su bronce con la figura señera del Maestro está bastante deteriorada. Hay incluso “unos filetes” de cantera desprendidos en el monumento que son observados y fotografiados por propios y extraños. El cartel espectacular que se encuentra en sus jardines es un atentado al buen gusto y la iluminación está muy por debajo de otras que se encuentran en otras ciudades de la República.

El monumento es usado cuando la Selección Nacional de Fútbol de México obtiene un triunfo en encuentros internacionales. No hay nada de malo. Todas las ciudades del país, la juventud y los fanáticos así lo celebran, tal es el caso del Angel de la Independencia en la capital del país, pero debe acordonarse para evitar que los excesos dañen jardines y el monumento.

Fernando Eutimio Ortega Bernés, se ha caracterizado por darle atención a la obra pública de otros regímenes. Rara avis, que dice mucho de su forma de atender lo que por sobre todo es propiedad del pueblo, porque fueron construidas esas obras con nuestros impuestos, pero que rompió el género al restaurar una serie de obras que volvieron a cobrar vida al ser en muchos casos reparadas.

El malecón Justo Sierra Méndez, fue una obra de principios del siglo pasado realizada a iniciativa de don José García Cavazos, administrador de la Aduana del Puerto de Campeche, y presidente de la H. Junta de Mejoras Materiales, que coadyuvó para la ampliación y embellecimiento de ese malecón en la década de los años 30.

Su gestión fue terminar las obras de ornato, las bancas de granito, la petrolización de esa avenida (hasta el sitio donde actualmente se encuentra el monumento del prócer), arbotantes con nuevo alumbrado eléctrico y la construcción del monumento.

Honor a quien honor merece. Fue el Club Ah Kim Pech que con la Junta Federal de Mejoras Materiales, iniciaron las gestiones para que a través del Comité Pro Festejos del IV Centenario de la Fundación de Campeche, establecido en la Ciudad de México, D.F., donde se reunieron los fondos necesarios para la construcción del monumento y la estatua al Maestro de América. Este hecho inició en 1937.

Era gobernador del Estado Eduardo Mena Córdova. Las aportaciones fueron de diferentes miembros de la colonia campechana en el D.F., lograda en tiempo récord. Fue obra del escultor Jesús Contreras, fundida en bronce puro en los talleres de la antigua Fundición Artística Mexicana. La estatua luego de terminada quedó un tiempo en exhibición en los salones del Centro Campechano de México, D.F.

Justo Sierra Méndez dejó para la posteridad y para discursos de políticos y no políticos la frase: “El pueblo mexicano tiene hambre y sed de justicia” que el asesinado candidato del PRI a la presidencia de México, Luis Donaldo Colosio Murrieta, pronunciara en su célebre discurso del año de su muerte en 1994.

Amado Nervo llamó al prócer campechano “Un hombre bueno”. Don Justo, no solo dejó una obra educativa, sino su obra histórica. Quién haya leído bien su libro “Historia de México” y su “Juárez, su obra y su tiempo”, no tendrá duda de cual fue su pensamiento sobre las luchas de Reforma, y los  momentos de restauración de la República que lo colocaron frente al porfirismo.

Fue político, escritor, periodista, abogado. Escribió en prosa y verso. Fue diputado suplente en 1880 y propietario en 1884 por Sinaloa. Magistrado de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en 1894. Los capítulos de su libro “En tierra Yankee”, se publicaron en la revista El Mundo. Subsecretario y Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes (antecedente de la SEP) de 1905 a 1911 durante el régimen de Porfirio Díaz. Fundó la Universidad Nacional, hoy UNAM.

Todavía resuena el famoso discurso que pronunció en inauguración de la Universidad Nacional cuando entre otras frases dijo: “La Universidad ha de investigar, pero no a espaldas del pueblo, ha de crear profesionistas, pero con sentido humano y con responsabilidad compartida”. Esta pieza literaria fue admirada por otro casi campechano: José Vasconcelos.

Los gobernantes campechanos de las últimas décadas han tenido en el olvido a esta figura tan respetada fuera de esta tierra. Si por ejemplo fuera yucateco pueden tener la certeza de que no solo tendría un monumento de primer nivel, sino un museo y la colección completa que Agustín Yañez editó en 15 tomos cuando la UNAM lo declara Maestro de América.


OBSTACULOS EN LA LIBRE

Señalaba nuestro cartonista en su último trabajo antes de salir de vacaciones el año pasado que el alcalde del Ayuntamiento de Campeche, Carlos Ernesto Rosado Ruelas, había prácticamente salido como los bandidos por la puerta de atrás, al dejar intempestivamente el cargo de elección popular ---que es irrenunciable--- para optar por una diputación federal por la vía plurinominal y buscar cómodamente sin hacer campaña llegar a San Lázaro, vegetar,  cobrar dietas fabulosas y prepararse para el 2015.

Pero del plato a la boca…este hecho no tiene nada que ver con el linchamiento sino con una oportunidad de exhibir una serie de irregularidades que están siendo un arma letal para que el PAN no conserve el ex cuartel Pedro Baranda y de paso, facilitarle al PRI que su candidato que no levanta ni con levadura, pueda recobrar lo que se perdió por dos razones: un pésimo candidato de Jorge Carlos Hurtado Valdez, aunado al hartazgo de los latrocinios de Oznerol Pacheco Castro, a quien todavía tenemos pendiente publicar en este espacio una larga y penosa investigación sobre un crimen no esclarecido.

El asunto de Carlos Ernesto, tiene que ver  con la verdad y la mentira y ojalá pueda dejar atrás el síndrome de Pinocho que ha sido su norma de conducta. Bastaría decirle que sus detractores lo amenazan con estarlo fastidiando diario y que no son tres sino siete audios, aunque hasta un mongolito (mis respetos para tan dulces personas), comprende que si fraccionan más lo que tienen, puede que logren hacer audios de dos palabras y así sucesivamente juntar hasta un número incontable. Puras vaciladas a los crédulos de las redes sociales, pero no para los “editores” que cobran y muy bien a quienes les interesa que el ex alcalde quede en la prehistoria.

Y decimos que Ruelas mismo les ha hecho el caldo gordo a sus “amigos” panistas y priistas, porque se ha manejado con mentiras. Resulta que aquella lista de 150 “aviadores” . Fíjense en las fechas que les voy a dar: luego de tomar posesión y cuando las solicitudes de todos los medios eran de conocer a esos esforzados trabajadores aeroportuarios quincenales, el panista dejó pasar unos meses y se cubrió bajo el manto de una laguna de la Ley de Transparencia que le permitió dar el 23 de febrero de 2010 un compás de espera de dos años seis meses. ¡Si como lo lee usted! El citado listado será dado a conocer hasta agosto de 2011, cuando ya habrá pasado el proceso electoral.

No se necesita saber de física cuántica para darse cuenta de que a los únicos que protege son precisamente a los priistas aeroportuarios, entre los que por supuesto se encuentra: Manuel Angulo Solís. Me da la impresión de que quedó bien con su padrino y no se complicó la vida. Difiero de su opinión, aunque razono su postura.

Si para agosto se encuentra todavía doña Bety Selem Trueba al frente de la Comuna, podrá dar a conocer ese listado que habla de la enorme corrupción que prevaleció en el trienio de Pacheco Castro, que heredó al que salió corriendo el mes de noviembre del año pasado y fue por un monto de 150 millones de pesos.

Sin embargo me extraña mucho que al frente del CDE del PRI donde se encuentra uno de los sujetos pensantes más claros de este sexenio no se haya percatado que tanto ataque hacia Ruelas, puede hacer lo contrario de lo buscado. Lo puede convertir en mártir. Y ya sabemos lo que sucedió con el último mártir del “Día de los Pibipollos”; ha sido desde entonces el único que ha logrado tal número de sufragios en procesos electorales. El PRI estúpidamente podría estarle allanando el camino para una nueva aventura.

Y es que según Pinocho dice que durante tres meses ha soportado injurias,  atropellos y calumnias. Incluso que del pasado 23 al 29 de diciembre de 2011, salió escoltado como delincuente por la Policía Federal, debido a amenazas recibidas.  Esto lo siento por mi viejo amigo “La Zumba”, que estará pasando días amargos.

Desde el gobierno municipal de Joaquín Esquivel (1916-1917) nunca se había visto tanta saña contra un gobierno municipal, ¡vaya! Ni siquiera cuando el crimen de una joven donde el ex alcalde allanó una morada y a tiros mataron a la muchacha. “La Yanga”, hoy con el mismo cargo de ese entonces pero en  el estado de Guerrero sepultó el asunto y “aquí no pasó nada”.

En la historia de la alcaldía campechana hay los nombres de ocho políticos que terminaron siendo gobernadores de Campeche, ninguno había hecho tanto escándalo como el actual panista. Ruelas acusa a sus detractores de ser gente sucia y ruin, disfrazada de falsos panistas, que quieren afectarlo a él y a Campeche con una guerra mal intencionada.

Amenaza que luego del proceso de hoy domingo, cuando termine la contienda interna de su partido para elegir a los precandidatos a diputados federales plurinominales, a la cual aspira, revelará los nombres de las personas que lo están atacando. Afirma que el Gobierno del Estado tiene metidas las manos en este proceso.

Efectivamente, más de dos mil miembros activos del PAN se encerrarán para participar en esta cena de negros, aunque si hay disturbios la Comisión Estatal Electoral será la responsable de actuar.

Lo único cierto es que Rosado Ruelas  se ha visto mezclado en escándalos desde su paso como aprendiz de María Rafaela Santamaría Blum, donde un buen día se escapó y comenzó su ya largo andar en la política local. Si avanza o no en su carrera ya no está en sus manos. Sus errores sistemáticos le cobrarán la factura.


CUIDADO CUANDO USE EL TELEFONO

En la historia de la humanidad siempre han existido los espías. Y siempre desde que el teléfono existe, hay quienes han querido escuchar las conversaciones ajenas.

En Campeche tenemos mucha historia de este asunto, pero algunos gobernantes se han tapado como las monjas el rostro, para que la culpa caiga en territorio ajeno. Tal es el caso del gobierno de José González, el del “sexenio de la grandeza” que cargó toda la culpa de un sistema de espionaje al sexenio anterior al suyo, sin admitir que mucha de esa responsabilidad era de él, porque las facturas de pago de los costosos equipos de procedencia israelí, fueron cubiertas por su Secretario de Finanzas y administración.

Lo que siguió luego fue el clásico “al ladrón, al ladrón”, quedando él como quien no rompe un plato.

El espionaje telefónico afecta hoy a esta capital, anteponiendo razones de política, de la misma forma que lo hace con los negocios y para detectar a sus posibles detractores. Es casi inevitable, porque precisamente uno de los operadores de este nuevo sistema de espías, está a cargo de Ramón González Flores, primo hermano del héroe de “la grandeza” y cuña que éste dejó al salir en el 2003, para seguir también en la administración de Jorge Carlos Hurtado Valdez, y también en la administración Justa y Solidaria.

En todos lados el espionaje telefónico es un recurso de la política sucia y por tanto, denunciado. Algunas veces las denuncias o las sanciones contra quienes espían u ordenan oír las conversaciones de otros, resultan más importantes que lo que intrínsecamente lograron escuchar.

El espionaje es un arma de doble filo. Gracias a él quienes lo practican conocen expresiones, movimientos y planes de aquellos a los que se espía. Pero cuando el espionaje y sus perpetradores son descubiertos, las consecuencias de esa revelación llegan a ser impredecibles.

La historia, esa gran maestra del acontecer, señala que el primer fisgoneo telefónico se dio en la ciudad de Kansas, EE.UU., en 1888 cuando Almon B. Strowger, dueño de una empresa funeraria, encontró que la esposa de su competidor, operaba el conmutador telefónico local. Cuando ella escuchaba sus llamadas, le avisaba al marido para que se adelantara a Strowger. Por esa causa este empresario de pompas fúnebres fabricó el primer conmutador automático.

Escuchar las pláticas telefónicas de otros es un delito equiparable a la violación de correspondencia e incluso al allanamiento de morada. Pero más grave aún es la entrega de grabaciones o transcripciones para ser publicadas. Si interceptar las llamadas ajenas quebranta la ley, propiciar que se publiquen aumenta y propaga ese delito.

Los casos de intercepción telefónica en Campeche han sido abundantes, y lo peor es que han aumentado. Y aunque los campechanos sospechan que están siendo grabados cuando hablan de política y los personajes que en ella se mueven, pocas cosas pueden hacer para probarlo. Lo mejor que se puede hacer es abstenerse ---ser más cautos--- para evitar mayores consecuencias.

Por desgracia los dispositivos para identificar, neutralizar o evitar la intercepción telefónica son muy caros, por lo que difícilmente puedan ser instalados en la mayoría de los casos.

La propia ley prevee que una intercepción telefónica se considera legítima cuando forma parte de propósitos de inteligencia y control políticos o por formar parte de una persecución al crimen organizado.

Hace 12 años los juristas Ignacio Carrillo Prieto y Haydee Márquez Haro realizaron para la Procuraduría General de la República una investigación sobre el régimen legal de la práctica del espionaje telefónico y llegaron a la conclusión que cuando el estado permite esta práctica tiene que ser por decisión expresa de un juez y por períodos preestablecidos.

Grabas conversaciones de otros sin autorización judicial y peor aún, revelar y hacer público su contenido parcial o totalmente, son considerados delitos en contra del derecho a la intimidad y la privacía. Cuando quienes cometen ese delito son empleados públicos o investigadores privados pero pagados con recursos del erario la sanción es mayor.

En México, el espionaje telefónico ha sido equiparado con el cateo domiciliario y por lo tanto, su realización sin permiso judicial se ha considerado violatoria de la privacía en el domicilio. Una resolución de la Suprema Corte de Justicia en 1993 a partir de una denuncia contra un Policía Judicial por haber realizado grabaciones telefónicas sin orden de un juez, recordó que según la Constitución de México, en su artículo 16, dice que, solo la autoridad judicial puede expedir órdenes de cateo.

Los magistrados consideraron que “sería una interpretación mezquina de la constitución la que ignorase los avances de la técnica para permitir la violación de esos derechos, en rigor, el espíritu de la garantía protege a personas, a sus propiedades y privacidad, y no solo lugares y objetos tangibles, en un sentido material y estrecho”.

Por eso las actividades del gobierno al escuchar y grabas conversaciones telefónicas de los campechanos constituyen en rigor, dada la tecnología actual, un cateo, en el significado sustancial del artículo 16. Lo mismo da que el teléfono utilizado estuviera en un hogar, en una oficina, etcétera, pues el mismo valor de privacidad de la persona y de sus pertenencias se viola en ambos casos.

Las sanciones que el Código Penal establece sobre este asunto son de prisión de uno a cinco años y multa de 100 a 10 mil días de salario mínimo en el D.F. vigente. “Al que dolosamente o con fines de lucro interrumpa o interfiera las comunicaciones, alámbricas, inalámbricas o de fibra óptica, sean telegráficas, telefónicas o satelitales, por medio de las cuales se transfieran señales de audio, de vídeo o de datos”.

Además se violan la Ley de Vías Generales de Comunicación en su artículo 378; el artículo 27 de la Ley Federal Contra la delincuencia Organizada.

Desterrar  esta nociva práctica ---y sobre todo en épocas  electorales--- es un asunto de responsabilidad de un gobierno y dirigentes políticos, así como de medios de comunicación. El día que se sancione a alguien esa despreciable usanza comenzará a terminar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario