REDISTRITACION ELECTORAL
Justamente cuando se escuchan pasos en la azotea de doña Celina Castillo Cervera, suertuda presidenta del Instituto Electoral del Estado de Campeche, porque su escandaloso sueldo auto otorgado así como a sus consejeros e incondicionales empieza a ser vigilado con lupa ciudadana, salta con la noticia de que ahora si, va a proceder a la redistritación electoral que casi se puede asegurar durará hasta el año próximo con cuantiosos gastos y que como es su sistema no aclarará debidamente.
Resoluciones de esa naturaleza, y otras de mucho más largo alcance, irritan y alientan el propósito de acotar el funcionamiento del IEEC. Pero más allá de la naturaleza de sus fallos como el rigorismo empleado para sacar de la jugada a un candidato de la oposición a una diputación local, es claro que la judicialización de la política electoral, el confiar a la interpretación del derecho las impugnaciones relacionadas con comicios, ha introducido una dosis de racionalidad muy útil en el todavía breve camino de Campeche a la democracia electoral realmente contendida. Por eso importa detenerse en decisiones de ese tipo de justicia electoral, como la que impuso al congreso a un candidato del PRI y se lo quitó a uno de Convergencia.
Muy breve es la clase política campechana a juzgar por los entreveramientos familiares y profesionales que provocan constantemente suspicacias. Se observa que hay parcialidad hacia el partido en el poder y los lazos familiares de la señora presidenta con el anterior jefe del Ejecutivo estatal debieron desde su elección ser impugnados, pero ya han pasado muchos años y varios y difíciles procesos electorales que no han dejado a los partidos de oposición conformes.
En el caso que nos ocupa se habla de una redistritación que ciertamente se hace desde mucho tiempo atrás necesaria, en vista de que en cada proceso electoral es una barbaridad la forma en que se encuentran conformados cada distrito. Hay distritos de apenas tres mil electores y otros de más de 55 mil. Pero todos al ganar son diputados y los recursos recibidos son iguales, es decir que el que sólo tiene que convencer a tres mil no sudará ni repartirá más de ese número de camisetas, gorras, mandiles, lápices y con un buen almuerzo cumple. Por el contrario el de 55 mil o más electores tendrá que echar mano de recursos indebidos y promesas de devolución con chambas de recuperación o gestiones “especiales”. Incluso se dan casos como el que un candidato del XV Distrito en Champotón, tiene que viajar a Escárcega, Centenario y Constitución en Calakmual con más de 200 kms. de distancia y como ese hay muchos problemas más.
Doña Celina, va en caballo de hacienda se mueve segura de sus alianzas y de los compromisos, es decir va despacio, aunque en política como en otras cosas de nuestra vida asociada, se han hechos caminos al revés. Comenzamos por corolarios sin dominar el teorema, Y, dicho popularmente, acostumbramos a poner la carreta antes de las mulas. Por eso cuando se cruza la meta ambicionada se dan cuenta que como la señora Castillo Cervera, se requiere trabajar en muchas más cosas a fin de que lo logrado pueda ser efectivamente la solución ambicionada. Quitarse de encima a la Comisión de Transparencia y Acceso a la Información Pública del Estado de Campeche (COTAIPEC), que curiosamente está a cargo de quien la antecedió en el IEEC, el dentista Gonzalo Bojórquez Risueño, quien tarde que temprano busca devolverle aquella jugada cuando éste aspiraba a un segundo período en el Instituto. Queda claro que doña Celina ha lanzado una bomba de humo para quitarse de encima (una vez más) a quienes buscan que: a).- Rinda cuentas claras de su presupuesto. b).- Obtenga su cochinito ante la cercanía del término de su cargo. c).- De a conocer pormenorizadamente sus emolumentos. y d).- Al realizar la redistritación buscará otro hueso tan o más jugoso que el que actualmente disfruta. Tonta no es.
Lo positivo y favorable para la democracia es que la famosa redistritación ya está en camino y habrán de pasar muchos meses antes de que se vea consumado ese trabajo que puede incluso motivar modificaciones a la Constitución Política del Estado de Campeche y ¡cuidado! puede alborotar los demonios de un lío limítrofe que hasta la fecha no ha sido solucionado.
Mate del pastor
ESA REFORMA DE ESTADO
Los partidos políticos nos cuestan muy caros y si le sumamos lo que a los contribuyentes cuesta el sostenimiento de cada legislador comprendemos porqué México se encuentra en terapia intensiva. Aquella jugada del tuxpeño Jesús Reyes Heroles, de pincelar de democracia al Congreso de la Unión y de evitar que los votos perdedores se fueran literalmente a la basura, hoy es motivo de preocupación ciudadana. Sin quererlo le dio a los partidos políticos el enorme poder que actualmente estos ostentan.
La idea original nacional es que tanto en el Congreso de la Unión como en los congresos locales estuvieran “el mosaico ideológico de la República”. Y en cierta forma se buscaba por parte de Reyes Heroles, hacer efectivo el pensamiento de Mariano Otero, de que el Congreso de la Unión fuera “el daguerrotipo de la Nación”.
Es un clamor ciudadano que no es función del Estado sostener a los partidos y que cada organización política debe sostenerse exclusivamente con los aportes de sus miembros y simpatizantes. Sin embargo de aplicarse lo anterior, sólo sobrevivirían los partidos cuyos gobernadores y Ejecutivo Federal son su caja fuerte, quienes hacen los pagos en forma de contratos, cesiones y concertaciones que acaban por costarle al país mucho más que los subsidios oficiales que ahora pagamos.
La mentada reforma de Estado del presidente Felipe Calderón Hinojosa, es una “piña” de filos todas encaminadas a bajarle la guardia al PRI, aunque no deja de reconocerse que por ejemplo en el caso de Campeche tenemos una sobrerrepresentación en materia de diputados locales, pues mientras Yucatán con cerca de dos millones de habitantes tiene 25 diputados, incluidos los plurinominales, en nuestra entidad tenemos 35 (también incluidos 14 plurinominales) con poco más de 750 mil habitantes, lo que indica que el Congreso se convierte en una olla de grillos sin ton ni son y lo que es peor el enorme presupuesto sólo sirve para propósitos de un grupo en el poder.
Ante todo, conviene hacer algunas precisiones en torno a la iniciativa presidencial. Tiene pocas posibilidades de salir avante, como se ha sentido en San Lázaro mismo. Aunque se ceba en los integrantes de la actual legislatura federal, la mala fama de diputados y senadores ha sido creada sobre todo durante los largos años de la dominación priista. Eran los tiempos en que acaso por despecho, las buenas conciencias decían que era mala inversión ser diputado, pues las dietas duran sólo tres años y el desprestigio toda la vida.
Hay que recordar que la oposición tuvo apenas una muy tenue presencia en las cámaras: en las seis legislaturas que hubo entre 1946 (año del nacimiento del actual PRI) y 1964, cuando se instituyeron los diputados de partido, los partidos opositores, señaladamente Acción Nacional, apenas ganaron 32 bancas, sólo cinco en promedio en cada elección, mientras que la mayoría priista crecía conforme lo hacía el total de los diputados, que aumentó de 147 en 1946 a 178 en 1961.
Una cámara con esa composición era fácilmente avasallada por el Ejecutivo federal. No era necesario seleccionar en el partido oficial, a los mejores. Al contrario, esa condición podía pesar adversamente. Se creía, más bien, que los diputados debían tener, por regla general, flexibilidad en la cintura para inclinarse ante las decisiones presidenciales. Hubo naturalmente, excepciones, pero la mayoría de los legisladores de aquellos años no hubieran aprobado requerimientos de calidad. En gran número provenían de un mecanismo de reparto de posiciones: el sector obrero (que en Campeche se explotó desmesuradamente con Abelardo Carrillo Zavala su hermanito Alfonso, sin dejar de mencionar a Carlos Mauricio Sansores Pérez, Francisco Solís, Francisco Puga Ramayo, etc..), el sector campesino (donde llegaron “líderes” de sexenio como Manuel Pacheco, Jorge Muñoz Icté, un sinnúmero de hombres verdes, de paja y solamente una vez un verdadero conocedor de las leyes como fue el doctor Alberto Trueba Urbina) y el sector popular explotado hasta la saciedad (Carlos “El negro” Sansores Pérez, en cinco ocasiones; Rafael Rodríguez Barrera, en tres ocasiones; Carlos Pérez Cámara, en dos ocasiones. Si se observa en los últimos 10 gobernadores solamente Eugenio Echeverría Castellot, Jorge Salomón Azar García y Jorge Carlos Hurtado Valdez, nunca fueron ni diputados federales, locales ni senadores).
El corporativismo reñía así con la representatividad y con la aptitud, pues no era eso lo que se medía, sino su pertenencia a los elencos directivos de la CTM, CNC y la CNOP. No existiendo además reelección ni rendición de cuentas, la desconexión entre los legisladores y los electores, cuya participación por otra parte no era eficaz y muchas veces ni necesaria, por lo tanto era de total sumisión. Si hoy es muy difícil que por ejemplo un ciudadano de una colonia popular conozca el nombre del diputado de su distrito, en aquellos tiempos era imposible. Era tan común lo anterior que en los servicios médicos forenses a los muertos desconocidos se les llamaba diputados.
Hoy, con el banderazo de salida de una redistritación y de la discusión que originará la propuesta presidencial de la Reforma del Estado, el gobernador Fernando Ortega Bernés, fue preciso al pronunciarse a favor de disminuir el número de diputados plurinominales. Esto es claro porque él ha llegado con el esfuerzo de quien hace campaña, la vive y la sufre día a día en esos meses previos a cada elección, mientras que un diputado plurinominal no hace más esfuerzo que el levantarse todos los días y enterarse por los medios de comunicación de lo que sucede en los procesos y, que si está dentro de los tres primeros de la lista es casi seguro que llegará a una cámara sea federal o local. Así de fácil.
Mate del loco
UNA PRESEA DEVALUADA
Alfa y Omega. Orto y Ocaso es una medalla que como la “Justo Sierra Méndez” nació como propuesta política, como un reconocimiento del gobierno del Estado de Campeche hacia los ciudadanos campechanos, hombres y mujeres con los merecimientos para ello y que para lograrla debieron apegarse a una convocatoria y ser sometidas al escrutinio de un Comité de Selección.
Luego entonces sus frutos son eminentemente políticos, no hay otras razones. Ello nos explica el porqué se le negó al escritor universal Juan de la Cabada, hombre de izquierda, forjado en el socialismo (no en la basura en que se revuelven los del PRD, PT y Convergencia), y muy lejano también de los priistas que gobernaron México durante más de 70 años.
Precisamente su connotación política orilló al poeta, abogado e intelectual de primera línea don Humberto Herrera Baqueiro, a rechazarla. Para este auténtico valor de las letras los reconocimientos deben de darse en la plenitud de la creación, no en la vejez, como una dádiva de poder o como una migaja al hambriento. Y vaya que el poeta se mantuvo ecuánime hasta su ignominiosa muerte. Falleció en la pobreza más lacerante.
Qué diferente fue para el poder cuando se le otorgó la medalla al campehuach Carlos Sales Gutiérrez, un tanto como consolación por no haber llegado al cuarto piso por una jugada de tres bandas y, otro por la compensación del gobierno de la Nueva Grandeza, y ni que decir cuando la recibió Brígido Aureliano Arredondo Domínguez, el poeta jardinero por antonomasia y por vocación pristina, quien seguramente pronto recibirá el Premio Nobel de Literatura, que por cierto sería una injusticia que los miembros del jurado de Estocolmo no se fijaran en él. Decíamos de Brígido, porque vaya que sabe manipular a los gobernadores para el lucimiento de su superego, tanto de él como de quien le otorga un reconocimiento. Aquí si que no cabe “el honrar, honra”.
Y de todo este rollo tiene que ver con la persona a la que se le otorgó la medalla mencionada en este 2010. Que nos perdone, su capacidad profesional que no está en duda, pero es un perfecto desconocido, un ilustre campechano prófugo de otros premios seguramente. Como este doctor en fitopatología de la caña de azúcar hay más de 50 campechanos, por decirlo de alguna manera.
Muchos campechanos con merecimientos suficientes para recibir la medalla “Justo Sierra Méndez”, opinan que si alguna vez son tomados en cuenta para recibir esta presea no la aceptarían. Imagínense estar al lado de Carlos Sales, Brígido o de un Juan de los Palotes. Ni lo mande Dios. La próxima semana habremos de comentar en este espacio sobre otra medalla, la “Lic. Guillermo González Galera”, precisamente al ajustarse el próximo 2 de febrero el glorioso sesquicentenario de mi querido Instituto Campechano.
Jaque al descubierto
DETENTE SATAN MALDITO…
En el presupuesto 2010 se redujo el recurso en el Sector Salud; sin embargo, hace unos días declaró el secretario Enrique Iván González López sobre el nuevo Hospital de Especialidades con 300 plazas nuevas hasta llegar a 500 en este 2010, que acaba de iniciar servicio con 15 especialidades ¿cómo está eso?
Nos recuerda una bella melodía italiana de nuestros años juveniles, “Qué será, será”…
Si los médicos y enfermeras son plazas nuevas y no los trabajadores del antiguo hospital “Alvaro Vidal Vera”, la pregunta es ¿de dónde va a salir tanto dinero? ¿por qué mencionar 500 nuevas plazas y generar expectativas a la población, si de antemano sabemos que no hay recursos para ello?
Valdría la pena que el doctor Satanás citara a los medios de comunicación para despejar dudas a la ciudadanía sobre aspectos cómo: ¿qué será del antiguo hospital “Alvaro Vidal Vera”, nombre de un médico campechano ejemplar? ¿seguirá funcionando o no? ¿cuántas plazas tiene o tenía? ¿cuántas especialidades tiene o tenía? ¿será transferido el personal del antiguo al nuevo hospital o seguirán funcionando ambos? y ¿cuánto costará el funcionamiento del nuevo hospital?
Será una buena forma de evitar que empiecen las especulaciones en un gobierno que llega con enorme bono democrático, dejando atrás los malos entendidos o interpretaciones erróneas, para culminar con su correspondiente e innecesario escándalo. Sería muy triste y penoso que una obra tan necesaria e importante para la salud de los campechanos se demerite ante la opinión pública por una mala información. Si no…al tiempo.
¡PA´SU MECHA!
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