miércoles, 7 de junio de 2017


“Solo somos locos que guían a los ciegos”. 

William Shakespeare.

UNA PROFESIÓN MORTAL


A través del tiempo, a lo largo de las últimas cuatro décadas en que los medios de comunicación comenzaron a nacer en nuestra entidad, primero de una forma rudimentaria, luego de manera industrial en los últimos años se ha venido estableciendo en la práctica un código no escrito, reflejo de incipientes pero elementales ideas democráticas. Ese código no escrito, paralelo al quehacer histórico social, se vino configurando además por una variedad de ideas surgidas directamente de la experiencia: el respeto a los demás y el reconocimiento de que nadie –a través de la información impresa o cualquier otro medio--, tiene derecho a hacer daño a otros.

Si bien es cierto que en cada medio de comunicación se suele tener un reglamento no escrito de comportamiento ético interno, un enunciado de “las reglas del juego” a las que deben atenerse todos los responsables de difundir profesionalmente la información. Estos cánones, preceptos o normas varían de un medio a otro, pero comparten en la fundamental ciertos valores, como la imparcialidad y la objetividad, por ejemplo, el respeto a la vida privada, y la obligación de dar oportunidad a cada quien de exponer su punto de vista respecto a asuntos controversiales que le afecten.

El diálogo y la negociación, tan usuales en una democracia, siempre que sean de buena fe, se necesitan para que en Campeche se nazca ya a la autonomía periodística en materia de reconocer anualmente a los géneros más destacados en el año que antecede. La ciudadanización del Día de la Libertad de Expresión debe ya de unirse al nacional que se celebra en México el 3 de mayo (por cierto Día de la Santa Cruz, que los albañiles han hecho suyo), en tanto que en la entidad se sigue pensando en el día 7 de junio. En este espacio de tiempo entre una y otra fecha le da pie a los organizadores de convocar y adjudicar los premios y las pantagruéé﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ntagru este espacio de tiempo entre una y otra fecha le da pie da los organizadores de convocar y adjudicar los premiolicas comidas, desayunos, cenas y festejos en la mayor parte de las dependencias de los tres niveles de gobierno.

En el Senado de la República hace ya algunos años se avanzó en la concreción de espacios más amplios para la libertad de expresión. Los integrantes de todas las bancadas aprobaron una serie de enmiendas a la normatividad penal federal para proteger la secrecía de diversas profesiones, incluyendo la del periodismo que sigue sufriendo vejaciones por esa causa.

Cada periodista puede y debe reservarse como principio moral de su oficio la identidad de algunas fuentes de información cuando, así convenga a sus intereses y le garanticen la confidencialidad. Velando así, no por el derecho propio, sino por el de sus fuentes de información, que de esa manera sale a la luz pública, porque de otra forma no podría ser difundida. Ganan los lectores, gana la fuente. Estas ya viejas reformas fueron aprobadas también por la Cámara de Diputados y posteriormente por los Congresos locales, que beneficio sin duda una parte importante del quehacer periodístico.

Pero a la par de estos avances también en este duro oficio se paga cada día con la vida. Garantizar la Libertad de Expresión en México es una de las asignaturas no aprobadas del gobierno federal y de muchos estados. El imperio de la impunidad prevalece en materia de delitos contra la libertad de expresión y no existe garantía alguna para proteger la labor de los periodistas en las entidades de la república.

En los ya tres lustros de este nuevo siglo han sido ejecutados al menos 124 periodistas y trabajadores de medios de comunicación en territorio mexicano, además de dos decenas de desaparecidos. Se tiene el registro de al menos medio centenar de atentados contra instalaciones de empresas de comunicación. El cimiento de una democracia sólida es su prensa libre y México no lo tiene. Campeche, es una de las pocas entidades donde no ha llegado este flagelo y estamos seguros que el gobernador del Estado tendrá la mano firme para seguir apoyando a todos los que ejercemos el periodismo, aún a costa de algunos críticos que son necesarios.

Lo más triste de todo es que hoy en este día de la libertad de expresión aparecen las frías cifras de que el 99.7 por ciento de los casos de agresiones contra periodistas se encuentran sin esclarecer. Los responsables de la aplicación de la justicia no cumplen con su función. Contra lo que se pudiera pensar, el crimen organizado no es el principal perpetrador de las agresiones contra la prensa, sino las propias autoridades. México ocupa el segundo lugar nada envidiable de asesinato de periodistas.

Y es que en la búsqueda de la mejor información en este duro oficio se ha creado conciencia en el gremio que el desempeño de la función pública es demasiado importante para dejarla en las manos de los políticos. La ciudadanía necesita mejor información, más oportuna y suficiente para juzgar y controlar a las autoridades.

La necesidad supera con creces las vaguedades del artículo sexto constitucional y las tímidas concesiones de la ley federal en la materia. La transparencia a la Información debe ser total y no puede ni debe tener límites a la apertura. Toda la información que recoge el gobierno es nuestra porque nosotros, los ciudadanos, somos quienes la pagamos y sólo conociéndola podremos ser custodios eficaces de la función pública. El derecho irrestricto a la información es elemento central de una verdadera democracia.

En asuntos públicos lo cierto es lo contrario, mientras más peligrosa  o delicada sea la información que se maneja, más expuesta y transparente debe ser, puesto que la ciudadanía está más en peligro.

Recapitulando sobre la ciudadanización del premio, es necesario que los diferentes grupos de periodistas se unan en un frente común. Hay entre los diversos comunicadores gente muy capaz, honrada y preparada (hombres y mujeres), para encabezar un jurado que debe evaluar adecuadamente a los ganadores anuales. Algo se perdería. Es el caso de los premios en moneda, los regalos rifados y hasta las comilonas. Pero se ganaría mucho en dignidad que esa virtud no debe de tener precio. Y lo mejor, la unidad del gremio es la mejor arma para enfrentar la lucha diaria en materia informativa. Nadie hay tan necesitado para acceder a los regalos, ni tan apático, indolente y abúlico como para no poder competir por la calidad de su trabajo. Todos ganarían.

COLOFÓN


“Es la hora de la democracia en México, es la hora de hacer de la buena aplicación de la justicia el gran instrumento para combatir el cacicazgo, para combatir los templos de poder y el abandono de nuestras comunidades”.

Luis Donaldo Colosio Murrieta.


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