martes, 24 de septiembre de 2013


SUMA DE TODOS LOS MIEDOS

La noticia de la semana en Campeche fue el banderazo de salida de la construcción del llamado “Mega Drenaje” que tendrá una longitud de 4.9 km lineales y podrá encauzar 24 mil litros/segundo.

Si no fuera porque soy incrédulo por naturaleza, pensaría que esto es la gran solución para las inundaciones que Campeche ha tenido a lo largo de más de 450 años de haber sido construida la vieja ciudad de San Francisco de Campeche.

Pero fíjese bien estimado lector. Su recorrido por este kilometraje citadino recibiendo y trasladando el tributo de aguas pluviales hasta la bahía esta muy bien, pero, llevarlas al mar y depositarlas en la azolvada ---por centurias---, costa de Campeche está en chino, porque si consideramos que la zona marítima y la lluvia tienen memoria, recordaremos que las grandes inundaciones de esta ciudad capital se dieron al concatenarse las precipitaciones pluviales con el crecimiento de la marea (pleamar) por un fenómeno meteorológico como es un huracán.

Si el crecimiento es extraordinario no habrá mega drenaje que funcione, simple y sencillamente por una ley física. Al revés, el mega drenaje puede servir para empujar la altísima pleamar hacia adentro de la ciudad. El mejor ejemplo lo tuve cuando trabajaba en un periódico que está en la avenida Adolfo Ruiz Cortines y llegaron simultáneamente dos huracanes: “Opalo” y “Roxana”, éste último retornó empujado por un frente frío y la alta marea aunada a las precipitaciones pluviales desbordaron toda la costa de la ciudad. En mi oficina el agua se elevó a más de un metro de altura, pero cosa curiosa, esa agua no era de lluvia sino salada; es decir, los drenajes que tributan hacia el mar usaron esos mismos ductos para enviar tierra adentro agua marina.

Pero como el tema da para mucho más, habré de comentar oportunamente el porqué de esas inundaciones sobre todo en la zona de Fracciorama “Viluch” y los terrenos que un día fueron propiedad del padre de don Francisco Bernés “Chudeo”, zona que conocimos como “Las Flores”, que desde mi niñez junto con mis amigos como Víctor Manuel “El Chel” del Río Laviada, José “Pepín” del Río Rodríguez, Marcelino “Chelín” Jiménez Aguilar, visitábamos en los meses de agosto y septiembre (eran de vacaciones escolares) para bajar mangos verdes, grosellas y con resorteras tirar iguanas. Esta vasta heredad quedaba del otro lado de la vía del FF.CC., pero era zona de akalchés y en esos meses los terrenos estaban llenos de grietas por donde se filtraba el agua pluvial.

Desde entonces me acuerdo que un tío que era ingeniero me dijo que esa zona no era apta para construir viviendas y que no debía tocarse, porque era el filtro para los reservorios subterráneos, principio y fin de una cuenca como las que existen en Chiná y Huayamón.

Alguien me señaló en estos días que esta “autopsia” (abrir de arriba hacia abajo la tierra), que le harán a la ciudad de Campeche va a traer consecuencias imprevisibles. Nadie ha pensado en el calentamiento global que según expertos científicos, estará ya presente en el año 2030, que si nos ponemos a pensar algunos ya no lo veremos, pero la generación actual estará activa en esos años por venir.

Otro detalle más. Decir que se construirá en 18 meses, es una praxis política. Esto podría durar hasta entrado el próximo sexenio estatal, y si bien nos va a lo mejor EPN lo inaugura antes de salir dentro de cinco años. El sistema de 60-40 (federal y estatal) no es de justicia porque EPN prometió que esa obra sería de su gobierno.


EL PEOR HURACAN DE LA HISTORIA

“Gilberto”, “Opalo”, “Roxana”, “Isidoro”, “Arlene”, “Dean” y un largo etcétera son 13 huracanes que han afectado a la ciudad desde 1988. Pero el peor huracán de la historia de San Francisco de Campeche nos golpeó en el siglo XIX.

Las crónicas de ese año consignan que era el capitán general de la provincia de Yucatán, el mariscal don Benito Pérez Valdemar, cuando la gran tormenta azotó la ciudad. Se asienta que: “La Puerta de Mar que fue cerrada para evitar la entrada del fuerte oleaje, cedió al empuje de la tormenta y el agua alcanzó gran altura de la muralla y hasta dos brazas en las calles inmediatas.

Un bergantín, que rompió sus amarras, se detuvo frente a la puerta principal del templo de Guadalupe, tocando con su bauprés el balcón del coro. Derribada la puerta que mira al mar, se inundó el templo. Varios buques, entre ellos, la fragata “La Tambora”, fueron impelidos hasta tierra adentro en el mercado antiguo y aduana, ubicados en la línea de costa primaria”.

Tres documentos dan testimonio de la inundación de 1869, en la noche del 26 de octubre. Alvarez Suárez (1913), Aznar (1968) y Pérez Galaz (1979).

En Anales Históricos de Campeche p. 99-101, Mérida, Yuc., México. Imp. Del Colegio José de Artes y Oficios, Tomo II, Bib. Pub. Central Francisco Sosa Escalante.

La inundación del 26 de octubre de 1869 en la ciudad de Campeche ha quedado asentada como la más grande en la historia de más de 450 años.

Esas mismas crónicas señalan que ese día cerca de las dos de la tarde comenzó a caer un aguacero torrencial que duró cuatro horas. A las seis, la lluvia cesó de caer, componiéndose la noche.

Pero poco después de las nueve de la noche, procedente de los montes próximos, comenzó a descender de los cerros un verdadero torrente, a tal extremo que en hora y media, el nivel había cubierto todas las calles alcanzando en algunos lugares hasta tres metros de altura sobre el nivel del suelo.

Rápidamente se dispusieron embarcaciones que anclaban en la costa para el salvamento de las familias que se habían refugiado en los techos de las casas y en lugares altos como las murallas.

Multitud de botes recogían a los refugiados en los lugares altos para ponerlos en lugares seguros. El origen del fenómeno meteorológico no se supo de manera cierta, pero hoy se presume que se trató de una tormenta o huracán. Es la única explicación posible. Nunca se supo cuántos campechanos fallecieron pero se calcula que éstos fueron más de 300.

Los campechanos golpeados por esta tormenta y que pertenecían a los barrios de Santa Ana, San Román, Santa Lucía, San Francisco, La Ermita y Guadalupe sumaban miles.

Sin embargo estudiosos han opinado que ese día sucedieron fenómenos tales como una gran creciente del mar que por si misma produjo la inundación de las zonas más próximas a él. Inclusive hay relatos de que grandes olas derribaron puertas y ocasionaron desperfectos en las casas más próximas a la orilla; se consignó la destrucción de parte de la vía hacia el pueblo de Lerma, lo que indica que la marejada desbordó todo el litoral campechano. Se ha llegado a pensar que pudo ser un tsunami, pero no se pudo precisar si esto ocurrió en todo el litoral que corre desde los humedales de Tabasco hasta las salinas de Isla Arena.

Los campechanos analizaron que desde el martes 13 de octubre comenzó a perfilarse la catástrofe. Ese día cinco fuertes aguaceros descargaron sobre la ciudad, con su correspondiente acompañamiento de rayos y truenos. Estalló también a las nueve de la noche del día 14 otra lluvia torrencial acompañada de un viento ciclónico que amainó hasta el domingo 16 ya bien entrado el día.

Las aguas del mar debido a la creciente producida por el temporal inundaron la ciudad hasta la calle de la muralla, internándose tierra adentro hasta los barrios donde las aguas del mar y la lluvia se confundían. Pero donde causó más estragos fue en las fincas próximas a la ciudad, en los plantíos principalmente arrozales y maizales donde originaron incalculables pérdidas.


MEXICO PAGA SU CUOTA DE VIDAS HUMANAS

El cambio climático va a seguir provocando que lluvias, huracanes, frentes fríos y distintos fenómenos meteorológicos afecten a las poblaciones de nuestro país. Tendremos que acostumbrarnos a vivir con esta circunstancia. Además, no estamos preparados para enfrentar estas contingencias.

Los sistemas nacionales de  Protección Civil de México no sirven, comenzando con Luis Felipe Puente Espinosa, coordinador nacional de Protección Civil a quien le estalló la desgracia de Guerrero y Veracruz.

Este fulano creyó que con enviar Twitters remediaba el mal, pero se olvidó que las familias afectadas, todas ellas de baja condición económica, carecen de este servicio. El resultado: más de 200 muertos y miles de millones de pesos en pérdidas materiales.

Está claro que 140 caracteres no sirven para nada cuando de evitar tragedias civiles se trata. Para acabar pronto Twitter no es el medio oficial, sobre todo donde se encuentra en riesgo la población civil.

Ridículo y estúpido es alertar a la población de graves peligros. Y peor aún no prevenir los aludes, aluviones, desgaje de cerros en una país con una orografía sui generis.


CAMPECHE, SIN CULTURA DE PREVENCION

De los últimos fenómenos que han atravesado el territorio nacional y de la temporada 2013 solo uno ha tocado a Campeche, en su nivel de depresión tropical.

A nivel nacional hasta esta fecha se sabe de más de 220 muertos y cientos de desaparecidos. “Ingrid” y “Manuel” ha resultado nefastos para México. La gente perece, sorprendida o alcanzada por el avasallamiento del caudaloso correr del agua pluvial, pero en especial del reblandecimiento de la tierra que se convierten en aluviones necesariamente mortales, que han acabado con pueblos completos.

Ahora, la solidaridad nacional y en ocasiones extranjera se hace presente para asistir a las víctimas del clima y el problema es mayor; se extiende para el gobierno federal, los gobiernos estatales, municipios e instituciones, porque la gente se está muriendo de hambre y en muchos casos con heridas de consideración. La tensión social está siendo aprovechada por partidos políticos como siempre.

Estas afectaciones tienen su explicación en la burocracia y su peor enfermedad es la corrupción. Esta es una de las situaciones que explican que nada cambió con la asunción a la presidencia de la República de Enrique Peña Nieto.

Aunado a que no hemos visto cambios en la política económica, financiera, exterior, etc., pues todo ha sido permisión para que las cosas sigan como estaban en el sistema tricolor hasta antes de la llegada del panismo en el 2000, nada tampoco ha cambiado (faltaba más) en materia de prevención de desastres naturales.

En el estado de Guerrero, las lluvias con sus consecuentes daños y secuelas, solo tienen un ganador: EPN, quien usa y se escuda en los desastres naturales para promover su imagen personal, así como las de su partido, para mantenerse en el poder y prolongar ---Dios no lo quiera---, una segunda época de “dictadura perfecta”.


ESTAMOS EN LA CUERDA FLOJA

En Campeche, año con año en el Congreso del Estado se autorizan en los meses de diciembre de última hora y de “fast track” el Presupuesto de Egresos y la Ley de Ingresos, conteniendo una gran parte de los recursos para desastres naturales, fuera de los federales que provienen del FONDEN.

En tanto, para después del paso de los meteoros existen recursos disponibles para la reconstrucción y edificación de viviendas a quienes las perdieron.

En nuestra ciudad capital, pomposamente desde el ms de  junio, cuando oficialmente se inicia la temporada de huracanes, se junta a todas las autoridades estatales y municipales involucradas y se anuncia la puesta en función del Comité Estatal de Protección Civil, que es operado a través del Comité Estatal de Emergencias (CENECAM).

Hugo Villa, rara avis en la oficina del CENECAM es quien da los partes metereológicos y aunque rara vez le atina en sus predicciones, infaltablemente da los pormenores de la situación al inicio de la temporada de ciclones, ofrece los nombres que llevarán los “sistemas” y se luce de capa y espada ante los jefes de la manada. Todos saben que luego regresa a su ocupación de recorrer los estanquillos en busca del premio mayor o del boleto premiado, mientras su secretaria “vigila” la computadora del tiempo tratando de entenderla.


NADIE AVISA DE NADA

En los peores ciclones o tormentas de Campeche, como el “Gilberto”, “Opalo” y “Roxana”, se recuerda que las mayores afectaciones se dieron por las inundaciones, y también por las corrientes de agua. Pero también se dieron en partes donde los vientos fueron los que hicieron de las suyas. En colonias altas del norte de la ciudad, muchas casas con techos de lamina volaron.

Es evidente que no se han tomado en cuenta la amenaza y latente peligro de los deslaves. Así como no se ha considerado en puntos importantes de población en la actualidad, la contingencia de las inundaciones. Sobre todo, en sitios que por la naturaleza de su suelo, son altamente propensos a sufrir inundaciones, tal como ha ocurrido.

El CENECAM solo “trabaja” cuando se instala y dejan a su meteorólogo adormilado elaborar boletines para los medios de comunicación. Es inoperante pues desconoce incluso los lugares donde hay inundaciones. Está visto, su dirección general solo sirve como premio para ex funcionarios y diputados cómplices, como en el caso de su actual directora y para colocar ahí a políticos en la banca.

Pero no sirve y nunca ha servido para prevenir, pues esa tarea es o debiera ser permanente. La realidad es que la gente  en verdadero peligro solo espera un ciclón para ver su suerte y para que luego vengan las lamentaciones y los políticos y los políticos se paren el cuello, con su supuesta asistencia y cumplimiento de su obligación, como es el caso de EPN.


SITIOS PELIGROSOS ¿QUIÉNES LOS PERMITIERON?

En este municipio y en la ciudad de San Francisco de Campeche, cumplimos con informar que hay sitios muy peligrosos, cuya población fueron autorizados por corruptos sistemas municipales de gobierno campechano.


Un caso destacable está en las colonias Nachi Cocom y Elvia María Pérez, colonias cuya creación fueron autorizadas, fomentadas y hasta propagandeadas por intereses políticos partidistas de quienes nos gobernaron en su momento, en los sexenios 1985, 1997 y 2003, principalmente.

Toda esa gente que ahí vive corre peligro. Son alrededor de tres mil familias. No hay que dejar de mencionar otro caso importante: la colonia El Mirador, que tal vez es la más peligrosa porque está rodeada de cerros en pleno saqueo de parte de constructoras que utilizan el material de banco para construir casas, pagando un impuesto a la Comuna y, por consiguiente, en posición constante de venirse abajo.

Se constató la delicada situación de peligro que viven, al menos, unas 50 familias cuyas viviendas se asientan en los lados de la calle Chac Mool, de la colonia Nachi Cocom. Estas casas se asientan prácticamente al pie de un enorme cerro de escombros endurecido con el tiempo, y que de deslavarse y deslizarse sus restos sepultarían lo que encuentre a su paso.

Es cierto que a esas familias el Ayuntamiento les ha negado sus títulos de propiedad, con el argumento de que se encuentran ubicadas en una zona altamente propensa a inundaciones. Pero entonces ¿quién o quiénes les dieron permiso de instalarse ahí y edificar sus viviendas?

Sería una buena tarea de investigación para la administración anamartista, de tener voluntad política, porque aquí no se trata solo de aplicar las leyes a los corruptos que, por unos cuantos pesos permitieron esas irregularidades, sino también se trata de prevenir y salvar las vidas de esas personas que confiaron en la permisión de autoridades municipales irresponsables.

Se supone que la principal tarea del CENECAM y del Comité o Consejo Estatal de Protección Civil es la de mantener informada a la población sobre la situación y el desarrollo de los fenómenos meteorológicos.

Empero ¿qué objeto tendría contar y transmitir esa valiosa información si ese adelanto tecnológico no nos induce a adoptar medidas para proteger a la población?

¿Quién les va a informar, por ejemplo, a los habitantes de cerca de otras tres mil familias de la colonia de dos décadas de edad, la “20 de Noviembre” ---contigua al fraccionamiento Concordia---, que se encuentra en un gran peligro de recibir las aguas pluviales de próximos huracanes o tormentas tropicales que pudieran provenir del fraccionamiento “Siglo XXIII”?

Este fraccionamiento que apenas en sus primeros días de presidente EPN vino a inaugurar en su última etapa supuestamente destinado para policías. Se sospecha que esa última etapa de este fraccionamiento habría sido hecha pasar como las que estarían destinadas para ese tipo de trabajadores (policías), pero que nunca se hizo y se negoció con el constructor suplir las que eran para los agentes de la fuerza pública. Habría que confirmarlo.

Cuando las empresas constructoras erigieron ese fraccionamiento, no lo dotaron de suficientes pozos de absorción, canales de desagüe, ni planta de tratamiento. En cambio sustituyeron esas obligaciones técnicas con una medida fácil aunque ilegal e irregular: aprovecharon la inclinación del terreno en la parte oeste del fraccionamiento y dejaron que las aguas tanto pluviales como jabonosas corrieran libremente.

El problema es que al bajar esas aguas lo hacen por la calle principal de la colonia “20 de Noviembre”, razón por la que jamás cuanta con una calle principal en buen estado. Mucho más que eso, dicha calle está literal y físicamente destrozada, pues no le queda nada de pavimento.

Cabe apuntar que desde la iniciación de esta colonia no ha pasado ningún huracán que los pudiera poner en alerta, porque entonces las aguas podrían constituirse en ríos caudalosos y cubrir a toda la población, o al menos la parte más baja de ella que es más de la mitad y se encuentra a merced de las aguas que bajan de Siglo XXIII.

La misma pregunta. ¿Quién le otorgó los permisos a esa constructora para realizar esos trabajos? ¿dónde se encontraba la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC)? Que se supone se constituyó para cumplir con la legalidad en las construcciones, pero no para violar de manera tan burda los reglamentos del Ayuntamiento.

¿Y la Dirección de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente del Municipio de Campeche, porqué permitió esas construcciones altamente peligrosas?

Mucho se ha mencionado y desperdiciado tinta respecto a los fraccionamientos Plan Chac, Tula, Viva, María Lavalle Urbina y Presidentes de México. Son el vivo ejemplo de la corrupción en los más altos niveles, comenzando con la ya anacrónica Confederación de Trabajadores de México (CTM), otrora “propiedad” del ex gobernador Abelardo Carrillo Zavala, hoy convertido en peón de brega del INFONAVIT, quien se sigue beneficiando con el cobro de esos terrenos, con los pagos que le hacen a este Instituto.

También se ha citado que los principales beneficiados con esas casas fueron la Constructora Delmar, S.A. de C.V., cuyos socios son ---aunque ellos dicen que eran---, el arquitecto Jorge Luis González Curi, Jorge Carlos Hurtado Valdez, Carlos Sadek Abad y los hermanos Carlos y Jorge Luis Lavallle Azar.

Y, más para acá, tenemos el también claro ejemplo de que las cosas en materia de construcción de casas, están totalmente divorciadas del Reglamento de Construcciones para el Municipio de Campeche y de las técnicas obligadas para evitar inundaciones en las mismas, así como filtraciones de agua en las paredes y hundimientos en la construcción.

En los fraccionamientos los Cedros, La Arboleda, Los Sauces, etc., que se ubican entre Plan Chac, Predidentes de México y los terrenos también, más fangosos de Imí I, II y III, construidos a la vera de la calle conocida como Cooperativa Kalá, que une  a la antigua carretera a Mérida conocida como Kalá y el fraccionamiento Quinta Hermosa, éste también como los citados se encuentra construido en terrenos altamente inundables, de acalché.

Hoy, esa calle Cooperativa Kalá, a pesar de que la alcaldesa actual dio el banderazo de su repavimentación, a la presente fecha sigue siendo una de las calles más enlodadas y destruidas con la lluvias, a grado tal que ya ni los camiones de transporte urbano la recorren, pues prefieren cortar camino metiéndose a los fraccionamientos para sortearla.

Estas advertencias las hago y tapo bocas del aun líder moral del PRD, aunque ahora y tiene su propia MORENA, Andrés Manuel López Obrador, quien acusó fríamente “a los medios de comunicación”, quienes en lugar de advertir sobre el peligro que corrían las personas que fueron arrasadas por los deslaves en el centro y norte del país, se dedicaron más a cubrir el desalojo y represión de los “maestros” (que no dan clases), en varias partes del país.

Para terminar este comentario, las autoridades locales conocen el problema y saben muy bien los riesgos en que viven millares de familias campechanas, muchas de ellas “en las goteras” de la ciudad. Si un alcalde y sus ediles no advierten a la población entonces de nada sirven los inoperants sistemas de Protección Civil. Estas autoridades deben de avisar al gobierno del Estado, porque ellos si conocen bien las zonas de riesgo donde los asentamientos humanos, principalmente por invasiones se encuentran grandes núcleos humanos.

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