domingo, 10 de febrero de 2013


CAMPECHE EN EL OLVIDO

Se han cumplido 72 días de la toma de posesión de Enrique Peña Nieto. El nuevo presidente priista aquel que nos dijo una tarde: “lo que prometo, lo firmo y lo cumplo”. Nuestros conciudadanos campechanos aplaudieron a rabiar con “la carta de los reyes magos” que el mexiquense nos ofrecía. Nadie puso en tela de juicio esa palabra y pasaron los días y con ellos el proceso electoral que distó mucho de ser limpio y democrático, pero al fin decíamos en voz alta: “este si nos va a cumplir porque Campeche ha sido siempre un bastión priista.

Apenas unos días luego de tomar posesión comenzó EPN su periplo para decirles a algunos estados que volvía para comenzar a realizar los compromisos adquiridos de verbo. Y muchos les han creído. Pero es el caso de que a Campeche ni siquiera volvió a respirar la saludable brisa marina, como le dijo a un político de patio que lo acompañó algunos momentos en esa tarde.

Pero a nuestros vecinos yucatecos los puso alegres como castañuelas con aquello del tren peninsular. Esto debió de dar una llamada de atención a quienes a ultranza son rojos y van por su sexenio. Quiérase o no, a Campeche solo nos queda que el mexiquense recuerde algún día lo que aquí firmó para impulsar nuestro desarrollo y mejorar la calidad de vida de los campechanos.

Y parezco disco rayado pero es la verdad. Los compromisos ante Notario Público ya se ve que no tienen efectos vinculatorios. Igual puede cumplirlos o no. Lo que olvida el Presidente de la República es que su palabra si tiene efectos éticos, sociales y políticos. Y si no al tiempo.

Quienes pensaban que el famoso tren peninsular iba a ser transpeninsular se quedaron con un palmo de narices cuando hace unas semanas atrás, Enrique Peña Nieto visitó Yucatán y les dio a conocer que el proyecto de este tren si se haría. La semana ante pasada Gerardo Ruiz Esparza, secretario de la SCT confirmó que los estudios se harían este año, el tren sería de un recorrido de Mérida, Yuc., a Punta Venado, Quintana Roo y que era probable que a fines de 2014 se diera el banderazo de salida de esa obra monumental.

Campeche, bien gracias. Ni siquiera en segunda o tercera etapa, pese a que tenemos la infraestructura ferroviaria desde hace más de 100 años. Marginación y desprecio es lo menos que nos han hecho a los campechanos por el nuevo gobierno del PRI. ¿Sabe cuantos campechanos están en el gabinete? Ninguno. Y en cargos menores hay tres o cuatro que ni pintan ni dan color.

No soy terco ni aguafiestas, sobre todo porque la Federación tiene una deuda impagable con Campeche. Una deuda que desde hace 30 años la entidad ha sostenido con el petróleo que contaminó nuestro mar, el avance de una economía nacional que desde entonces se petrolizó. La Ley de Coordinación Fiscal, de tanto decirla ya se volvió canción.

Hace unos días en el periódico nacional “Reforma”, apareció un artículo de Carlos Elizondo Mayer-Serra, quien calificó la inversión pública en el tren Mérida-Quintana Roo de absurda, aunque el Congreso federal la haya aprobado.

El escritor opina que el proyecto se hizo “al vapor”. “Fue un compromiso de campaña de EPN (adoptada por los pendientes sin ejecutar de Ivonne Ortega Pacheco). Sin embargo señala que México quiere políticos que cumplan, pero que el gasto público se debe priorizar en función de maximizar su beneficio esperado.

Elizondo Meyer-Serra enfatiza que en el sexenio anterior se hizo un plan ferroviario, pero que no incluía ese tren. El proyecto se hizo “al vapor”. Pero fue compromiso de campaña de EPN, para salvar en algo el prestigio de su amiga Ortega Pacheco.

Mérida, Yuc., es la doceava ciudad más poblada con 973 mil habitantes, y Cancún (en realidad sería Punta Venado, es aún más pequeña que el balneario del Caribe mexicano, la número 25, con 677 mil habitantes.

Detonaría algo de crecimiento ---continúa analizando Elizondo Mayer-Serra---, pero haría mucho más sentido un tren de Querétaro, la población número 10 con más de un millón de habitantes, a Guadalajara, segunda ciudad más poblada de México con más de cuatro millones de habitantes.

Doña Ivonne primero ofreció al tomar posesión como gobernadora ¡un tren bala! Después un tren rápido, luego un tren ligero y por último acabó en mixto y si no les dejó uno como el que hizo Miguel Angel Sulub Caamal, en su “Estación Mágica” fue porque estaba más interesada en su primer embarazo.

Ni esa ni ninguna obra de esa naturaleza será detonante. ¿A cuántos sectores llegarán en forma permanente sus beneficios, no solo durante su construcción? ¿hay suficientes usuarios para no terminar coleccionando otro subsidio que merma la pronta atención a otros esfuerzos y planes?

Finaliza el escritor diciendo que no se trata de gastar por gastar; sino de gastarlo bien y en beneficio de todos. Tampoco se trata de centrar publicitariamente todo en la construcción, compra  y operación de las obras y servicios, sino de ver más allá del prólogo y comprobar su rentabilidad, consecuencias y perspectivas.

No vaya a ser que una locuaz promoción de campaña de hace seis años y la docilidad oficialista sean motivo para que luego nos cierren las puertas a proyectos realmente valiosos y sustentables.

Y si eso sucede con esa promesa de campaña de Peña Nieto para Yucatán, que nos espera a Campeche con la modernización de los sistemas de agua potable, drenaje y alcantarillado de la ciudad de San Francisco de Campeche, obras que nunca ningún gobernador ni presidente de la República nos ha prometido. Tenemos más de 100 años de atraso. Diez décadas de recibir agua media clorada y entubada ---tomando un caldo de microbios con todas sus consecuencias para la salud---, ahí no hay parches para el problema. Se hace o no se hace.

Campeche navega entre detritus que por siglos han contaminado lo que centurias atrás fue una hermosa bahía; que se inunda al primer aguacero destrozando lo que encuentren a su paso las corrientes que tributan desde el Valle de Edzná y de los cerros que rodean la ciudad, además del patrimonio de millares de campechanos de escasos recursos y que el gobierno estatal está imposibilitado a retribuir esas pérdidas.

Apenas días atrás el gobernador Fernando Ortega Bernés, volvió a insistir en la falta de compromiso del gobierno federal para con Campeche. Y como siempre sus palabras pasaron desapercibidas por quien debía de “parar el oído”.

Sobre todo que el mismo EPN recalcó aquella tarde de las promesas que “Hoy es tiempo de tener respeto a Campeche”, dijo. “Me comprometo a que el Gobierno de la República que quiero encabezar (dará) a Campeche una mayor atención que corresponda a toda la riqueza que desde Campeche se genera para el país”.

Pero estas son las fechas que el titular del Ejecutivo federal no ha dicho esta boca es mía. Y es cierto, es una falta de respeto a una entidad federativa, que su gobernador, once alcaldes,  nueve legisladores federales y 35 diputados locales anden mendigando, golpeando puertas año tras año, “jochobeando” limosnas de partidas para obras indispensables. ¿Ir por nuestro desarrollo? Ni lo sueñen con ese tipo de autoridades.


PARTICIPACIONES MAS JUSTAS

Los últimos cuatro gobiernos estatales han venido manoseando periódicamente la necesidad de que a Campeche le otorgue la federación participaciones más justas, los secretarios de Finanzas se la han pasado campechanamente señalando la cantaleta aquella del 80-20. Se escudan en tecnicismos cada que presentan sus presupuestos de egresos y sus respectivas leyes de ingresos. Finalmente, todo sigue igual.

Candidatos a la presidencia vienen en campañas, llegan a Los Pinos y se van. Todo para Campeche prosigue en una lenta agonía para su desarrollo. Extraña sin embargo que por ejemplo el actual tesorero estatal en hábil juego de palabras le dora “el ojo al macho” y finalmente nada aclara. Ya sea porque su jefe no quiere que se profundice; ya sea porque la demanda permee hacia todos los estratos; ya sea porque tienen miedo de que lo poco que nos dan se reduzca. Pero con miedo no se puede vivir.

Recordamos las promesas de Ernesto Zedillo Ponce de León, lanzadas aquella tarde de su campaña para la presidencia en la Plaza de la República, cuando prometió: “que si el voto del pueblo me lleva a ganar, Campeche recibirá su apoyo para una justicia fiscal que se le ha venido negando”.

Por cierto que esa tarde algunos analizamos que fue el principio del fin de la hija de Carlos Sansores Pérez “El negro”, en el PRI, porque al terminar el acto político y a bordo del autobús que se encontraba estacionado frente a la explanada se suscitó un hecho. Resulta que Zedillo y su esposa Nilda Patricia tomaron asiento en la primera fila (aquella en ventanilla) y luego de subir los acompañantes, incluido el gobernador del Estado, también ingresó Layda Elena, quien había lucido un sombrero blanco de anchas alas, mismo que sin aviso previo y de pie en el pasillo se lo quitó y acomodó en la cabeza a la que sería la primera dama del país, no sin antes casi embarrarle las bubis en la cabeza a don Ernesto. La hoy Morenista con gran carcajada avanzó por el pasillo y tomó su lugar.

Pero ni tarda ni perezosa la ex primera dama que consumía la misma cantidad de alcohol que Felipe Calderón, se quitó el sombrero y lo aventó al suelo, exclamando a su marido “no se lo voy a perdonar a esta tipa”. Poco tiempo después y antes del proceso electoral para el gobierno de Campeche, su candidatura para este cargo ---pese a la fuerte influencia de su padre---, le fue negada y otorgada a José Antonio González Curi. Ella por su parte abanderó al PRD y ganó un proceso electoral que con las mañas de siempre le fue arrebatado.

Zedillo Ponce de León, nos hizo lo mismo que Miguel de la Madrid Hurtado y Carlos Salinas de Gortari: cero justicia fiscal y menos aún al injusto Sistema Nacional de Coordinación Fiscal.

Pero si pensábamos que el priismo nos olvidó, al llegar el tiempo de campaña para otro proceso electoral, recibimos en el mismo sitio (Plaza de la República) a Vicente Fox Quezada, quien afirmó: “encabezar una revolución educativa en el país que permita educación gratuita en todo los niveles y duplicar el presupuesto destinado a ese renglón. Incrementar del 20 al 45 por ciento el monto de las participaciones federales a los estados y municipios; obligar a Pemex y a otras paraestatales a que paguen impuesto predial a los ayuntamientos y otorgar participaciones más justas a Campeche por la extracción de hidrocarburos”.

Además ofreció: “que se avanzará “agresivamente” hacia un federalismo para modificar la Ley de Coordinación Fiscal, donde el gobierno federal controla el 80 por ciento de los recursos y solo regresa a los estados y municipios el 20 por ciento. La nueva composición permitirá variar la distribución e incrementar los apoyos a un 45 o 55 por ciento”.

Entre otros conceptos dijo que: “México debe dejar de ser un país de maquiladoras, para empezar a preparar personal más capacitado”. Estas palabras taladraron el belicoso cerebro del libanés González Curi, quién en uno de sus exabruptos de costumbre externó en un acto en Hecelchakán “que si Fox gana los sacará a patadas del Estado”. Y a quienes nos patearon el trasero fue a los campechanos que vimos reducir todavía más los pocos recursos que se daban en materia petrolera. Es más, parte de esa venganza le alcanzó al títere de los hermanitos González Curi, a quien incluso Fox vetó un acuerdo de la Cámara de Diputados para otorgarnos 600 millones de pesos. Pero esta es otra historia.

La filosofía de la Política Fiscal de México, se origina desde el momento en que nacieron a la vida independiente y se adopta el federalismo como sistema de organización política y económica. Este sistema a su vez, se integra cuando los Estados soberanos, en un acto de voluntad y en el ejercicio de su soberanía, ceden parte de su poder originario para formar un todo llamado federación, tomando en consideración que para su coexistencia y desarrollo deben establecerse relaciones en todas sus actividades, especialmente en las tributarias.

Hasta ahora los intentos de esta reforma en esta materia han naufragado en los fragorosos debates parlamentarios, en que tanto cuentan los méritos de las propuestas como su circunstancia política y electoral. El calor del combate legislativo dificulta y aun impide la discusión de fondo; y propicia, porque sus resoluciones están sujetas a plazo fijo, la improvisación, por lo que las enmiendas de última hora suelen quedar contrahechas.

De nada sirvió la famosa Conago (Conferencia Nacional de Gobernadores), un agrupamiento de gobernadores, que suscitó la natural desconfianza en la autoridad federal, al punto de que los Ejecutivos estatales que militaban en el PAN demoraron en incorporarse a la Conago, surgida como asociación de los perredistas, que luego creció en los procedentes del PRI. De esas reticencias y aún desdén expresados por los dos presidentes de la República panistas a los gobernadores reunidos, que poco o nada han arreglado a la hora de una reforma de fondo a la Ley de Coordinación Fiscal.

El asunto es habilidosamente favorable a la federación y no se logrará que ésta suelte los recursos que en el caso de Campeche nos son lastrantes de nuestro desarrollo.

Lo más que se ha logrado en materia de participaciones, es continuar pagándole a estados y municipios, pero ya no sobre esta o aquella contribución, sino sobre recaudación federal total, de ahí, que hoy todos los impuestos de la Federación ---y eso lo sabe bien Tirso Agustín---, son participables, incluso los derechos de extracción de petróleo y de minería que, habiendo sido impuestos, se pasaron por una “reforma” legal a la cxategoría de derechos. Así, se aprobó en 1978, junto con la ley del IVA, la Ley de Coordinación Fiscal y ambas entraron en vigor a partir de 1980.

Mañosamente nos tienen a los campechanos contra la pared ya que el Sistema Nacional de Coordinación Fiscal establece en la Ley que los estados que lo deseen podrán convenir con la federación en recibir participaciones a cambio de respetar las limitaciones a su poder tributario, establecidos en las leyes federales o en los convenios.

El federalismo fiscal que la sociedad demanda debe basarse no solo en la corresponsabilidad del ejercicio del gasto entre los diferentes órdenes de gobierno sino también, y de manera crucial en el esfuerzo compartido en la recaudación tributaria y en las afectaciones en que la sobreexplotación petrolera han causado a Campeche, en especial al municipio de El Carmen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario