domingo, 18 de septiembre de 2011


PEMEX, LA PARTE DEL LEON

Tarde, pero está recapacitando el gobernador del Estado sobre la mala relación que une a Campeche con Petróleos Mexicanos. El Quinto Informe del presidente Felipe Calderón Hinojosa, es más que claro al dar a conocer que de los 95 mil millones de pesos que la Federación invirtió en Campeche, menos del uno por ciento se destinó para infraestructura social y carretera, números más, números menos solo tres mil millones. Nos dieron atole con el dedo, porque la parte del león fue para Pemex, la paraestatal más corrupta de toda la administración pública.

México es un país de tradición centralista. Desde los Aztecas, pasando por el virreinato, las repúblicas y los imperios, la gravitación del centro ha sido fuerte y constante. En materia tributaria, la Constitución de 1917 prácticamente no asignó potestades fiscales separadas al gobierno federal y a los estatales, salvo la federal relativa al comercio exterior.

Durante todo el Siglo XX se dio un proceso de concentración de potestades en la federación, pasando por tres convenciones nacionales fiscales y muchos acuerdos Federación-Estados. El culmen de ese proceso fue el sistema de coordinación fiscal instaurado en 1980.

Actualmente, más del 90 por ciento de la suma de los ingresos de los estados proviene de fondos federales. Esto no fue accidente. La concentración de potestades fiscales en el gobierno federal fue resultado de un diseño que buscaba una supuesta mayor eficiencia en la recaudación.

Y a la inversa, la suma de los ingresos fiscales propios de los estados más sus participaciones federales representaron en las últimas dos décadas, entre el 20 por ciento y el 25 por ciento de los ingresos presupuestales del gobierno federal. Y en el caso que nos ocupa, Pemex es el sustento desde ha Cantarell estaba en plena producción, que aportaba más del 87 por ciento de la producción de petróleo. Y un 40 por ciento del gas. Y ni entonces, n ce 30 años de la economía del país y Campeche llegó un momento cuando el megapozo i ahora,  ha existido reciprocidad para con nuestra entidad por parte del gobierno federal.

Para analizar el Paquete Económico 2012, no se requiere grandes conocimientos en materia económica ni en política fiscal y, mucho menos imaginación. El gobierno de Calderón Hinojosa dejó finalmente muerto lo que fue su principal bandera de campaña: la creación de empleos.

Y en el citado paquete se aumentó en 27 mil millones de pesos su presupuesto. La deuda externa ha llegado a 110 mil millones de dólares de 54 mil de esa misma moneda, que le heredó Vicente Fox Quezada, y la deuda interna ha llegado a 300 mil millones de dólares, mientras que cada día más mexicanos se lanzan al comercio informal ante la falta de empleos formales.

El petróleo ha caído a 11.9 millones de barriles de crudo en reservas probadas, de 51,3 millones con los que se contaban en 1990.

Para las universidades como la UNAM solo se le aumentó un 3.5 por ciento y al IPN un 3.4 por ciento, mientras que para la SSP federal fue de 15 por ciento, en su fallida guerra contra el narcotráfico y anexos.

Se olvidó de la construcción de escuelas, hospitales, carreteras y apoyo al campo y a la pesca, etc. Se sigue sacrificando las necesidades urgentes por las estrategias electorales del próximo año. Pero en todo esto comparten el PAN con el PRI la falta de compromiso con el pueblo de México.

Por el lado del gasto, lo que ha sucedido en la última década no es ningún modelo a seguir. En 1992 el gobierno federal transfirió las escuelas y maestros federales a los estados. Y con esta transferencia ---en el caso de Campeche--- nos sacamos la rifa del tigre, porque 97 centavos de cada peso los absorbe una burocracia magisterial en la que el gobierno estatal tiene apenas cierto control, porque éste se encuentra en manos de un sindicato corrupto que le ha impedido crecer y enfrentar el reto de la educación y solamente tres centavos de cada peso para el enorme gasto de conservar y acrecentar la infraestructura educativa.

Al transferir a los estados la operación de esta parte de la educación básica y el presupuesto asignado para ello. Esta decisión, en principio correcta pero tomada por razones incorrectas y mal llevada  a cabo, ha traído muchas consecuencias negativas.

1.- Se perpetuó una muy inequitativa distribución del gasto educativo.

2.- El gobierno, buscando fragmentar al SNTE, se fragmentó él. Por consecuencia, donde antes había una negociación salarial federal, ahora subsiste la federal y se agregan 32 estatales para buscar ventajas adicionales.

3.- Los maestros antes federales y los estatales, ahora tienen el mismo patrón y cotejan sus percepciones y prestaciones más de cerca. Todos buscan igualarse hacia arriba obteniendo las prestaciones y ventajas que los otros tienen.

4.- Las facultades y programas siguieron concentradas en la SEP, por lo que si el principal efecto que normalmente se busca en cualquier descentralización es acercar la toma de decisiones al lugar de los problemas, en este caso más bien se alejó la ejecución de las decisiones del lugar en que se toman.

A partir de 1998, la presión de una Cámara de Diputados con mayoría de oposición arrancó a un pusilánime Ernesto Zedillo Ponce de León, algunos fondos obligándolo a establecer fórmulas para distribuir recursos que anteriormente eran repartidos discrecionalmente (fondos municipales y estatales del ramo 33).

Lo que ha sucedido en México es que la descentralización se ha dado muy parcialmente, en episodios coyunturales, y no siguiendo un plan coherente y consistente.

El resultado de esta compleja situación es una cultura política en que es más rentable necesitar y gestionar que producir y ser autosuficiente, Ahora ambas Cámaras del Congreso están divididas en minorías y con ello se aumenta fuertemente la posibilidad de presiones sobre la descentralización. Pero este es un proceso que debiera conducirse y administrarse con decisión y sensibilidad a la vez, en forma proactiva, anticipándose a los arrebatos y conduciendo los impulsos.

Al decir de los expertos en cuestiones de federalismo, en un país con los niveles de centralización que tiene México, la descentralización y el impulso al federalismo son otra cosa, que requiere decisión política, energía y organización de primer nivel. Una recomendación prácticamente unánime es que se cree una oficina líder de la descentralización, con un claro y directo mandato presidencial para lograr vencer la tendencia natural de las dependencias a mantener y acrecentar sus territorios, recursos y funciones.

El gobierno federal con un nuevo partido desde el año 2000, tomó todas las facultades de un priismo centralista y por su parte creó numerosas funciones de coordinación y de impulso a ciertas iniciativas. La frontera, los indígenas, Chiapas, la corrupción, el crimen organizado, los discapacitados, la innovación gubernamental, son solo algunas de ellas.

Sin embargo, los conceptos del federalismo y descentralización, aunque han sido objeto de repetidas menciones por los últimos dos presidentes de México, y aunque están en la línea con el principio de subsidiariedad, central en la doctrina de su partido, no tienen una contrapartida en su organización.

La preocupación sobre el tema se agudiza porque el flamante precandidato y delfín de Calderón Hinojosa, ex secretario de Hacienda y Crédito Público, dejó todo el andamiaje sin tocar y la recaudación de impuestos y su administración nunca fue ni será un partidario de darle a los estados mejores participaciones porque cree el conejo que todos son de su pellejo.

De hecho fue el quien no retornó a los estados la administración del IVA que éstos tuvieron durante los años ochenta. Adicionalmente en la SHCP hay toda una caterva de “técnicos” enemigos de la fórmula de distribución de las participaciones que se crearon en 1990 para derivar recursos hacia las entidades más rezagadas como es el caso de Campeche, en un sistema que después de 21 años ha demostrado su ineficacia para reducir el rezago que ha ido acrecentándose en las entidades federativas.


REPRESENTACION MORRALLA

La Ley los tolera, los líderes saltimbanquis los crearon para seguir dentro del presupuesto y ahora se sienten con derecho para buscar que las prerrogativas y los cargos públicos sean lo más flexibles para que accedan a las cámaras de diputados.

William Roberto Sarmiento Urbina, un carpintero que todo lo tasa como “mesa” en su agitado camino para estabilizar los problemas políticos. Por lo pronto la mesa agraria se le cayó una pata y quedó en banquillo o taburete;  a la mesa para la reforma electoral le sucedió algo similar y nadie dijo cuál será la salida, pero quedan apenas semana y media para declarar al niño muerto, porque ni la respiración de boca a boca está funcionando y los partidos morralla, bonsai o chaquiste (porque pican y j… que da miedo) se están quedando fuera del presupuesto, y ya saben lo que eso significa.

Movimiento Ciudadano (léase franquicia Layda), Partido del Trabajo y Partido de la Revolución Democrática, acusan que no hubo voluntad del PAN y del PRI para hacer reformas políticas, que les permitan la reducción de un tres a un dos y medio o dos por ciento en el voto de los diputados por representación.

En una democracia los partidos fuertes y estables se vuelven las instituciones clave, pero no está claro que sea del interés para fortalecer el sistema de partidos. Si volviese a vivir Jesús Reyes Heroles, no haría de nuevo lo que determinó para que las cámaras legislativas federales y estatales se maquillaran de democracia y crearan a los famosos plurinominales, que no le sirvan al pueblo para nada.

Puede uno pensar que los dos partidos con mayoría en el Congreso local han hecho tantas cosas malas durante tanto tiempo que sería muy buena cosa que desapareciera su poder, o que fuera castigado con la extinción por los votantes.

Moralmente estaría justificado, pero sería muy malo para el sistema. Ahora el PRI está embarcado en un análisis interno para ver que políticas pueden cambiar, porque evidentemente lo que estaban haciendo ya no funciona.

Se olvidan los dirigentes de partidos que lo más importante en democracia es la aceptación popular y esa se logra solo con trabajo de campo y no de escritorio. Las protestas en sesiones del Instituto Electoral  del Estado, en desayunos de prensa, en entrevistas de banqueta y en otras formas de llamar la atención no sirven. Pero no importa lo que suceda, tener partidos fuertes, así sean dos o tres sería lo importante, porque los partidos morralla son todos de una misma corriente, que como los ríos crearon afluentes y se salieron de su madre original por así convenir a sus intereses, pero no a los del pueblo.

Seymour Martin Lipset, profesor de políticas públicas de la Universidad George Mason, así como de Berkeley, Stanford, afirma que en cualquier sistema político se intenta garantizar que la oposición no desaparezca “y yo espero que esto suceda en México”, pues cuando se confunde el sistema y un solo partido quiere hacer todo para todos, las cosas se complican.

En Campeche necesitamos una cultura política que tenga un conjunto de normas, instituciones y valores como el derecho de expresión, de hacer campañas, en las que se desarrolla el juego de estira y afloja ---tan elemental en los partidos--- de oposición y el del gobierno.

Cuando un partido pierde el poder queda en la oposición, como el caso del ayuntamiento de Campeche, y siempre se queja de que los que están en el poder les están negando sus derechos, de que son antidemocráticos, que les niegan su libertad de expresión y entonces en sus campañas prometen rectificar eso. En este estira y afloja se da la democracia, no porque sean democráticos, sino porque tienen que estar en el jaloneo. Cuando la oposición es fuerte obliga a que haya decisiones democráticas.

Pero algo se les olvida a los partidos morralla y es el hecho de que al estar muy fragmentada la izquierda mexicana, son ellos mismos los que han llevado a esta corriente de izquierda al sitio en que se encuentran.  Tampoco es la pérdida del pluralismo lo que se ha quedado atrás porque aun teniendo dos partidos la democracia no está en riesgo.

Lo que parecen ignorar los dirigentes de los partidos “chaquiste” es que están pagando el mensaje claro de las urnas del pasado proceso de 2009. El 2012 tiene para ellos nueva oportunidad, pero nadie puede hacer por su causa, si ellos mismos no han cobrado conciencia de que ninguna reforma electoral les puede ser favorable si lo único que pretenden es llegar a algún cargo ya sea como regidores, síndicos o diputados plurinominales.

Sin embargo, lo que los partidos de izquierda necesitan es una verdadera unidad a partir de posturas irreconciliables. Las reglas del juego cambian para que nada cambie. Los políticos quieren borrar su pasado para beneficiarse en el futuro cercano y los enemigos de ayer pueden ser los candidatos de mañana. Todo depende de lo que cada uno de ello aporte y dejen de echarle la culpa al gobierno en el poder y a la segunda fuerza política en la entidad.

Con la Reforma Política de 1978, se abrieron las puertas para que participaran en la vida política esos partidos mInoritarios. Posteriormente en la reforma de 1986 a la ley electoral se cancelaron esas facilidades al establecerse el registro condicionado a los partidos que no alcanzaron un nivel de dos por ciento de la votación nacional. En la reforma de 1990 se restauraron, de nueva cuenta, condiciones mínimas para conservar el registro. Finalmente, en 1993 se canceló. Otra vez, la condicionalidad a los partidos que no obtengan la votación nacional mínima.

Ahora, cuando la mesa de trabajo para la reforma política está llegando a su fin sin acuerdos ni consenso, a los dos grandes partidos se les ocurre nimiedades como de que no se pinten carteles y menos aún que no se peguen en el recinto histórico. En eso terminó la Reforma Política.

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