“La ausencia de
pruebas, no es prueba de ausencia”.
William Shakerpeare.
UN PUENTE SIN UNIDAD
Hace 45 años cuando se descubrió
en el mar territorial de Campeche una hermosa gallina de los huevos de oro
(negro), todo era felicidad y a su descubridor el aguadeño Rudecindo Cantarell,
el gobierno federal a través de Pemex, le otorgó una medalla y un apoyo de dos
salarios mínimos, para que “viviera feliz el resto de su vida”. Paradojas de la
vida. Recursos multimillonarios fueron otorgados a los gobernadores Eugenio Echeverría
Castellot, Abelardo Carrillo Zavala, Jorge Salomón Azar García, José
Antonio González Curi, Jorge Carlos Hurtado
Valdez y Fernando Eutimio Ortega Bernés, quienes
nunca emplearon al cien por ciento esos recursos para paliar el hambre de los
campechanos.
Fué en los primeros tres años del
sexenio de Echeverría
Castellot, cuando investido de la amistad entre ese gobernador y el
presidente de la República José López Portillo, cuando se construyó el primer
puente que unió a la Isla del Carmen con el macizo continental. Un proyecto que
no tenía ni pies ni cabeza, pero nadie objetaba porque las llamadas desde la
radioconsola a Los Pinos eran frecuentes.
Así nació el Puente de la Unidad
I, que jubiló a los transbordadores y uno de ellos ocasionó la más grande
tragedia en el mar de la Laguna de Términos. Sin embargo para realizar esa obra
se violaron normas elementales de seguridad y la calidad de los materiales
empleados dejó mucho que desear. Dn. Eugenio, estaba decidido de llevar al cabo su
proyecto y con o sin el apoyo de Pemex –como al fin ocurrió--, culminó su
cometido construyendo un puente que de inicio tenía limitado su periodo de vida
útil.
A casi 35 años de ese suceso la
historia reclama todavía justicia. Echeverría Castellot, estaba eufórico y hasta le
levantó una estatua al Jolopo en la ciudad de Campeche, que Chablé un
político cantinero la tiró junto con un grupo de su parroquianos años después.
Pemex estaba tan preocupado por el
derramamiento del pozo Ixtoc, que dejó a un lado su vigilancia en la
construcción del puente. La obra marchaba muy lentamente por la falta de
maquinaria especializada para este tipo de construcción, sobre todo por las
fuertes corrientes marinas que son paso obligado de la Laguna de Términos.
Es entonces cuando la
desesperación del gobernador de Campeche, ante el tiempo que se iba sin avances
significativos, operó su influencia para
despojar a Caminos y Puentes Federales de Ingreso y Servicios Conexos
(CAPUFE), y les quitó el transbordador para usarlo en la construcción del
puente.
Las compañías encargadas de
construir el puente no lo concluyeron ante las violaciones a las normas de
calidad de los materiales empleados y a la negativa de Pemex de seguir
aportando los recursos. Ante ello el gobernador tomó cartas en el asunto y
terminó por designar a los nuevos constructores. Desafortunadamente sus hijos
fueron los responsables de vender todos los materiales de construcción,
alquiler de volquetes. Toda la grava y demás materiales la surtieron a través
de sus compadres Santiago Pinzón y Alfonso “El zurdo” González, quienes se
rumoró eran sus prestanombres. Las compañías constructoras del puente eran de
paja. La manera de sustraer recursos fue a través de la venta de materiales y alquiier
de maquinaria y equipo utilizados en esa monumental obra que pese a todo
milagrosamente ha durado más de 30 años (el período de vida útil debe rebasar
los 50 años con buen mantenimiento), pero
el Puente de la Unidad I, a escasos cinco años ya presentaba graves
problemas de agrietamiento de pilotes y trabes, problema que se ha acrecentado
año con año, pese al mantenimiento que desde entonces es erogado en cuantiosas
partidas y hasta préstamos bancarios.
La fabricación de los pilotes fue
un fiasco, pues personal técnico de la extinta SAHOP (hoy SCT), detectó que muchos de ellos estaban
fracturados antes de sembrarlos y otros,
no soportaron el hundimiento en el subsuelo marino que se ejecutaba con
martinetes de gran potencia para este tipo de obra. La calidad había quedado a
un lado ante la premura de inaugurar la obra cumbre de ese sexenio estatal antes
de que López
Portillo dejara el poder.
Los estudios de laboratorio de la
SAHOP, a través de la Dirección General de Puentes, arrojó que los materiales y
sus proporciones no cumplían con las normas mínimas de calidad. Se indicó
entonces al director del Centro SAHOP en el Estado, Ing. Mario Barahona Berrón (campechano
de extracción caminera) que venía desde la División de Conservación de
Carreteras Federales No. 17 con sede en Campeche, la rigurosa observación de
los trabajos, señalándose que este puente no debía seguir siendo construido por
los resultados que a priori tendrían, lo que causaría (como así sucedió), que
en principio su período de vida útil quedaría cuando mucho en la mitad de lo
proyectado, es decir en 25 años, por lo que el riesgo de un colapso súbito del
concreto estaría latente.
El principio ético de Barahona Berrón,
que casi acababa de recibir el Centro SAHOP, y que había retornado a su tierra
llamado expresamente por Echeverría Castellot, emitió un oficio de varias
cuartillas anexándole los resultados de los estudios practicados a los pilotes,
trabes, cabezales y demás materiales, documento que él personalmente llevó y
entregó al gobernador del estado, cuyos familiares eran los proveedores de todo
lo usado en el puente. Echeverría leyó el documento y pegó un manotazo en
el escritorio, denostando el trabajo profesional de los técnicos de la SAHOP y
Pemex, señalando que a Barahona Berrón le quedaban dos cosas: aceptar
como buenos y necesarios por las circunstancias de los tiempos de construcción
del puente o, renunciar a su cargo. Esto último hizo el delegado federal. Salió
por la puerta de honor y hoy a más de un cuarto de siglo y con la cauda de
problemas que ha enfrentado este puente se confirma que el vaticinio se
cumplió.
Los trabajos con todas sus
deficiencias continuaron y el Jolopo llegó a Campeche, con la pedantería que lo
caracterizaba, poco antes de entregar el poder e inauguró el Puente de la
Unidad I, que hoy ha cumplido más de lo esperado su mala construcción y será
sustituido por el Puente de la Unidad III, porque el II la corrupción de
Tradeco y Pemex impidieron su construcción, no así los recursos millonarios que
se repartieron autoridades y constructora.
Dos mil 222 metros de longitud que
van de Puerto Real a Isla Aguada serán de nuevo objeto de intensos trabajos. Es
esta una historia sin fin, puesto que ni el gobierno federal ni Pemex aportarán
para levantar la monumental estructura con más de dos mil millones de pesos de
costo, ademá
s de 250 millones más por concepto de la demolición del viejo puente
porque no puede quedarse y caer en pedazos al subsuelo marino, por daño
ecológico. Una historia sin fin, puesto que Pemex trajo a Ciudad del Carmen
progreso, empleos y grandes industrias relacionadas con el petróleo, ese que
descubrió Rudecindo
Cantarell. Pero también, trajo daño ecológico, casi destrucción de
la pesca del camarón, narcotráfico, prostitución e inseguridad ciudadana.
La
próxima semana los líos de Tradeco en un
gobierno panista y la enorme corrupción en esos seis años. Finalmente la
llegada al gobierno de Campeche de un gobernador que pasó el sombrero al
gobierno federal y al no obtener el apoyo total tomó al toro por los cuernos y contrató
un préstamo por dos mil millones de pesos para que ahora si, sea construido el
Puente de la Unidad III.
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