“LA JUSTICIA ESTA SOBREVALUADA”
Esta semana se ajustó una
década de aquella reunión en la hacienda Juriquilla de Querétaro, lo que fue
considerado como la cuarta ocasión en que la República se reunió para afrontar
lo que fue mal llamada Convención Nacional Hacendaria. En ese entonces los más
optimistas no creyeron que los acuerdos sustanciales fueran a ser modificados
---como así ocurrió---, aunque todos se llevaron tarea a la casa. Fue una etapa
de un proceso en que se suponía habría
un diagnóstico general de los problemas financieros y hacendarios de México.
Las tres anteriores “cumbres”
se efectuaron en la primera mitad del siglo pasado, unos años después de
concluida la Revolución Mexicana. En todos los tres casos las reuniones fueron
convocadas por la Secretaría de Hacienda, es decir, el Poder Ejecutivo Federal.
Esa última reunión buscó
afanosamente generar consensos para que en una reunión de medio año se dieran
las conclusiones que serían base para que el Congreso de la Unión, elaborara
iniciativas en la materia. Fue por lo tanto una oportunidad única para iniciar
el diseño de un México más justo, aunque la gran mayoría no apostó que se
lograra el éxito para un modelo económico más competitivo. Esa reunión aunque
quiera sustraerse de ello, estuvo como siempre, mas permeada por intereses
partidarios que buscar no ceder en sus pretensiones.
Hay una injusticia en la que Estados
como Campeche han padecido a lo largo de muchas décadas. A los campechanos no
se nos ha hecho justicia en función de que la entidad tiene un reducido número
de habitantes (no llegamos todavía al millón), en comparación con monstruos
como el Estado de México (20 mlls.). Por si fuera poco, nuestro mar territorial
que produjo en su mejor momento más del 82 por ciento del petróleo de
exportación y que fue la base de la economía hacendaria por más de 35 años; sin
embargo Campeche recibió migajas en comparación con el Estado de México, que no
producía ni produce un litro de hidrocarburo.
La aberrante política del
80-16-4 (esa misma distribución de cada peso en los gobiernos federal, estatal
y municipal, respectivamente), originó el peligroso desgarramiento del tejido
social que actualmente padecemos y que se ha querido paliar con inoperantes
programas del combate a la pobreza. No hay ayuntamiento en todo el país que
reciba una participación adecuada para enfrentar sus necesidades y si a eso se
aúna la corrupción tendremos un panorama de nuestra actual situación.
La filosofía de la política
fiscal de México, se origina desde el momento en que nacieron a la vida
independiente y se adopta el federalismo como sistema de organización política
y económica. Este sistema a su vez, se integra cuando los estados soberanos, en
un acto de voluntad y en el ejercicio de su supuesta soberanía, ceden parte de
su poder originario para formar un todo llamado federación. Tomando en
consideración que para su coexistencia y desarrollo deben establecerse relaciones en todas sus
actividades, especialmente en las tributarias. Pero eso fue solo en el papel.
En la práctica el centralismo y la falta de un federalismo ha sido causa y
efecto de los males que los mexicanos padecemos en materia económica.
Nuestra Carta Magna consigna
que la soberanía nacional se ejerce por los poderes de la Unión y por los
estados en lo que compete a sus regímenes interiores. Al establecerse las
competencias del poder central, ejercido por la Federación y el de los Estados,
se procedió a aplicarla en todas las funciones de derecho público que realiza
el Estado, de donde surgieron problemas particularmente en lo relativo a la
soberanía tributaria.
El próximo año 2017 Campeche recibirá
364 millones 582 mil 695 pesos menos que en el 2016, reflejo de la recesión de
la actividad económica, pero más que nada de la forma injusta en que la
Federación hizo a un lado a nuestra entidad cuando esta producía la riqueza que
sostenía al país. Millares de políticos y su corrupción se alimentaron de esas
enormes cantidades de recursos.
Desde 2006 en Querétaro
expertos en materia tributaria criticaron que los estados y municipios no
vieron con buenos ojos la recaudación fiscal, por el costo político que
encerraba, además de la falta de infraestructura administrativa y de
transparencia en los mecanismos de rendición de cuentas, como principales
elementos que limitaban el ejercicio de las facultades tributarias que tenían
los estados y municipios.
Desafortunadamente en México,
mas del 90 por ciento de la recaudación nacional proviene de impuestos
federales, es decir IVA, Impuesto sobre la renta (ISR), Impuesto sobre activos,
Impuesto sobre producción y servicios (IEPS) y el Impuesto sobre autos nuevos
(ISAN). La pobreza de los municipios es una limitante para administrar una ley
municipal, que suele ser muy caro y la potestad la asume el Estado.
En contraste, en el caso de
municipios fuertes, como el de las ciudades de Guadalajara y Monterrey, tienen
su propia ley municipal donde establecen su propio impuesto predial y sus
derechos. Para nadie es un secreto que los estados y municipios optan por
evitar los costos políticos de aumentar impuestos y cobrarlos, aunque la misma
Secretaría de Hacienda “premia” a los municipios más recaudadores por su
esfuerzo y crecimiento en sus participaciones.
Nada se logró de la reunión a
la que me refiero al inicio de este comentario, porque nunca se lograron
consensos y promesas que vieron pasar como “Pedro por su casa” , los 170 días posteriores a esa cita hacendaria.
Ya no puede seguirse dependiendo de luchas internas en el seno del Congreso de
la Unión, cada año, para lograr deformidades que a nadie han beneficiado. Un
país como el nuestro con más de 120 millones de habitantes no debe de seguir
siendo centralizado por Hacienda. Debe dotarse a cada entidad federativa con
mayores recursos y evitar que la clase política en el poder ayer el PAN por 12
años y hoy el PRI, destinen multimillonarios recursos para sus altos
funcionarios.
Campeche llevó a esa cumbre
nacional ---que ni siquiera acusaron recibo---, la propuesta de incrementar al
24 por ciento el Fondo General de Participaciones, para integrarla a una
recaudación federal participable de todos los derechos sobre la extracción de
hidrocarburos y minería, incluyendo los aprovechamientos y productos que
obtenga PEMEX y sus filiales; la obligación de la SHCP de informar mensualmente
el comportamiento de las participaciones y los elementos que sirvieron de base
para su determinación y, finalmente, el resarcimiento por parte de la SHCP a
las entidades federativas por los ingresos que éstas dejaran de percibir por
reformas, adiciones, derogaciones o abrogaciones a las leyes federales
respectivas, en relación con las cuales se haya convenido en administración y
como incentivo un porcentaje en su recaudación a las entidades federativas
(como fueron la tenencia y el ISAN).
Nada se logró de ello y con
seguridad nada se hará en lo futuro. Aunque los tiempos cambian. Sin
berrinches, pero con energía debemos unirnos los campechanos para lograr esa
justicia fiscal que nos ha lastrado desde que Pablo García Montilla erigió en 1857
a Campeche como estado de la República Mexicana.
Hace poco más de una semana
fue aprobada la Ley de Ingresos 2017 y entre la propuesta de los diputados
locales se encuentran: desarticular el círculo de la pobreza, destinar más
recursos a la equidad de género, dotar de médicos especialistas a los
hospitales, traer más maquiladoras, usar drones para vigilar las costas,
detectar a depredadores y fomentar la vigilancia en Campeche y El Carmen. Son
algunas de las recomendaciones del Congreso local al Ejecutivo estatal, tras
glosar el Primer Informe de Gobierno de Rafael Alejandro Moreno Cárdenas en
septiembre pasado.
Ahora bien, esas y más son
necesidades ingentes de nuestra entidad, pero “¿con qué ojos, divino tuerto?”.
SIMULTÁNEAS
“A confesión de parte, relevo de pruebas”. La guerra contra el crimen
organizado que declaró Felipe Calderón Hinojosa ya se perdió. El propio
Secretario de la SEDENA así lo reconoció públicamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario