“En
toda democracia el pueblo tiene el gobierno que se merece”.
Alexis de Tocqueville.
RARA AVIS
Campeche
siempre ha sido un estado noble, respetuoso para con el gobierno federal, con
la República en general y siempre apegado a los principios que rigen el pacto
federal. La filosofía de este comportamiento se origina desde el momento en que
nace a la vida política independiente y adopta el federalismo como sistema de
organización política y económica. Como estado soberano, en un acto de voluntad
y en el ejercicio de su soberanía cede en 1962 grandes extensiones de tierras
en lo que actualmente es el municipio número once, Candelaria.
En ese entonces
la federación bajo el poder presidencial de Adolfo el joven, emite un decreto en
el que se otorga a 600 campesinos de los estados de Coahuila y Zacatecas,
enormes extensiones de tierras en todas las márgenes del río Candelaria. Si
bien es cierto que eran de zona federal, sin duda el gobierno estatal de ese
entonces encabezado por el coronel José Ortiz Ávila, dio su anuencia para tal
migración que en los anales de la República es un hito, toda vez que las áridas
tierras del norte provocaban que los hijos de esas entidades salieran en un
incierto futuro hacia los Estados Unidos de Norteamérica y cuyas consecuencias
son hoy la amenaza latente de un orate candidato del partido Republicano Donald Trump,
quien no solo amenaza con devolverlos a los que queden vivos y a sus
descendientes a México, sino pasarnos la factura de un muro de ignominia como
pretende levantar.
En 1962 fueron
efectivamente 660 colonos jóvenes y de edad media, todos ellos campesinos que
habían agotado la explotación de la candelilla, quienes viajaron en el extinto Ferrocarril
del Sureste desde México, D.F. y desembarcaron un mes de marzo de ese año.
Seiscientos se quedaron en Candelaria y 60 siguieron en tránsito para la Laguna
de Silvituc. Sus familias arribaron en octubre de 1964 y fueron cerca de tres
mil personas.
Esa migración
es la base de los que hoy son más de 60
poblaciones que han crecido, producido y fallecido muchos de ellos en esa noble
tierra campechana que los acogió sin condiciones de ninguna especie. Se decía
que este programa fue un proyecto piloto del oaxaqueño Norberto Aguirre Palancares, jefe
del entonces Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización y de su mano dura
llamado Francisco
López Serrano, director general de Colonización, quien por cierto
vivió en ese paraíso por temporadas en un sitio que el mismo bautizó como
“Aguas Verdes”.
El monto de los
recursos erogados jamás se conocerá, puesto que el presidente Adolfo López Mateos
destinó cuantiosos presupuestos que por su naturaleza misma no tuvieron la
fiscalización de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. La corrupción por
supuesto existió (está en el ADN de los mexicanos), y de ello se lo llevaron a
la tumba varios “funcionarios de segundo nivel” que incluso algunos se casaron
con campechanas de esta capital.
Hoy los
campechanos de esa tierra, porque tienen el derecho de llamarse así, se han
convertido en seres útiles y productivos. “Estado de México”, “Monclova”,
“Miguel Hidalgo y Costilla”, “Pedro Baranda” y “Venustiano Carranza” en el
municipio de Candelaria y “Presidente López Mateos” en el municipio de
Escárcega son a 54 años de ese suceso motivo de un análisis retrospectivo.
Y es que Campeche ha aportado al país, su trabajo, su respeto a las leyes, su orden,
incluso espacios para que no solo connacionales como los mencionados, sino
hasta guatemaltecos como los asentados en Maya Tekún y Quetzal Edzná. ¿Cuántos
estados han tenido esta nobleza como la de los campechanos? Los yucas, nuestros
vecinos, nos tildarían con una palabra impublicable que comienza con P.
Por esta
circunstancia, no es justo que habiendo dado tanto a la República como fue la
sobreexplotación petrolera durante más de 25 años, tengamos que soportar los
menosprecios de un gobierno federal que nos recorta un raquítico presupuesto y
nos lastra todavía más nuestro desarrollo económico. Año con año por estas
fechas el cabildeo de gobernantes y diputados federales se torna intenso y sin
futuro. El presupuesto de 2017 pasará como siempre de noche para Campeche,
mientras que la deuda externa de México es ya de tres millones de millones y
trescientos ochenta y cinco mil cuatrocientos noventa y tres millones de pesos
($3, 385, 493, 000, 000.00).
Persiste la
idea de promover ante el Congreso de la Unión, reformas y adiciones a la Ley de
Coordinación Fiscal en los términos que se ha manejado insistentemente en los
últimos años, en uso del derecho de iniciativa que consagran las fracciones II
y III del artículo 71 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos.
Y es que a
estas alturas ya no valen ni filias ni fobias. Lo que debe perseguirse es la
coadyuvancia de los legisladores no solo de nuestro estado, sino la adhesión y
respaldo de las demás entidades federativas por ser un asunto de interés común.
No fue, no es y
no será el presidente Enrique Peña Nieto, quien nos otorgue la justicia
largamente esperada, efectivamente esta “no llegará como las lluvias”. Aquellas
promesas de campaña y de sus visitas posteriores ya como Presidente se quedó en
un sueño incumplido para los campechanos.
Pero no solo
fueron Peña
Nieto, sino Felipe Calderón Hinojosa, Vicente
Fox Quezada, Ernesto Zedillo Ponce de León,
Carlos Salinas de Gortari. Miguel de la Madrid Hurtado, José
López Portillo, Luis Echeverría Álvarez
y un largo etcétera.
Quedaron en el
papel entre otras aquella de incrementar
del 29 al 45 por ciento el monto de las participaciones federales a los estados
y municipios, obligar a todas las dependencias federales y paraestatales a que
pagaran un impuesto predial a los ayuntamientos y como punto toral otorgar
participaciones más justas a Campeche por la extracción de hidrocarburos.
A más de 15
años de esos sucesos no queda más palabra que decirle al gobierno federal:
mentiroso, incumplido y falaz y al PRI y al PAN que nunca le interesó Campeche.
Hoy, luego de
que el petróleo se extingue paulatinamente, que los precios están por los suelos,
que Pemex ya no existe como paraestatal, paradójicamente tenemos un gobernador
joven que no ha decaído en el ánimo ni en el interés, puesto que la lucha lo ha
descubierto y fortalecido con capacidad de interlocución y exigencia frente al
poder federal. El federalismo fiscal difícilmente se logre con una deuda tan
grotesca como señalo líneas arriba, pero puede dársele vuelta a la hoja de la
historia de más de 54 años de la
colonización de Candelaria.
Estamos también
en la larga lucha de gestiones y de no decaer en la voluntad, si nos siguen
tratando igual. La unidad de los campechanos debe prevalecer sobre todo.
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