domingo, 23 de diciembre de 2012


…Y SEGUIMOS IGUAL

El germen de la catástrofe es, en México, una corona de espinas. Punzante como cada episodio de su historia, dolorosa y desgarradora sobre piel hollada por los tantos, frecuentes desencuentros generacionales, que perfilan el carácter colectivo entre los amores entrañables y los rencores exaltados cuando llega la hora de las decepciones. Y no es que el campechano se resigne sino más bien acumula, día con día, un sinfín de tormentas interiores. Porque es imperativo vivir, o sobrevivir, si se quiere más preciso.

¿No que se iba a acabar el mundo? La tierra sigue girando. Una alineación de los planetas presentó un espectáculo en la psique celestial. Las deudas de la vida comienzan a cobrarse cuando los finales del diario acontecer se acercan.

Todos los días se acaba el mundo en forma individual cuando cerramos los ojos y nos acostamos por las noches y al despertar, un nuevo amanecer nos obliga a dejar el féretro (cama, catre, hamaca, petate o el vil suelo) y enfrentamos la batalla del diario vivir, dejando atrás los sueños hermosos y también las pesadillas, para enfrentarnos al espejo de la realidad.

Videntes, esotéricos y mercadólogos “interpretaron” como la canción de Paul Anka “A mi manera”, el final de una era, el Baktún Maya.

Pero nada, todo sigue ---desgraciadamente por las injusticias--- igual. Cambio de un partido azul a uno tricolor en Los Pinos; desasosiegos en la esfera social; amistades que se acaban; nuevas amistades; corrupción impetuosa y sin freno; el bien común al baúl de los recuerdos y miles de etcéteras.

El miedo vence y convence. El comercio no desaprovecha nada. El utilitarismo en la cresta de la ola. Ya hasta se venden  camisetas con la leyenda: “Sobreviví al 21 de diciembre de 2012”.

Hoteles llenos en todo el Mundo Maya con paquetes todo incluido. Áreas de cultura y turismo a las que se les fue la oportunidad de vender y enseñar lo que en Campeche tenemos y que ha motivado hacia sus titulares las mentadas de madres respectivas en especial de hoteleros y restauranteros. No hay que preocuparse mucho, una nueva ocasión vendrá dentro de cinco mil 125 años.

Mientras a Yucatán adonde millares de personas se fueron, entre otras cosas por aquello de que “si es verdad lo del fin del mundo, me voy a Yucatán,  porque ahí cada cabeza es un mundo”.

Lo mejor han sido las despedidas amorosas entre jóvenes: “Demuéstrame tu amor siendo mía antes de que se acabe el mundo” ¡huácala! El reencuentro no se dará porque el galán luego de las fiestas de fin de año se ira del Estado a estudiar y no volverá ni en vacaciones, esperando que el milagrito no vaya convertirse en realidad dentro de nueve meses.

Siempre acaba todo, como también siempre hay un comienzo.

Lo que es muy cierto es que en esta ocasión no solo los mexicanos sino todo el mundo estuvieron pendientes de lo que podía acontecer. Fenómenos psicosociales que es parte del pensamiento occidental, aunque también en China hubo cierto temor.

La cuenta larga de nuestros mayas de ninguna manera fue una profecía. Los mayas no eran profetas esos los señala La Biblia con Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel. Nuestros ancestros y dueños de estas tierras basaron su existencia en la observación astronómica y de la naturaleza, siguiendo el rumbo de los planetas y las estrellas, anotando e interpretando los signos y consignándolos en sus templos y edificaciones.

La esencia del conocimiento maya estaba en el tiempo. Nada desaparece ni tampoco permanece eternamente para ellos. Los katunes eran predicciones sobre cuando y en que circunstancias un suceso determinado podría repetirse.  El sincretismo como lo llama la Premio Nobel Rigoberta Menchú Tum, fue la conquista, la colonia, tiempo que interrumpió su forma de pensar.

Ya no hubo y no hay astrónomos-sacerdotes que registren el movimiento de los astros ni tampoco quienes anoten las sequías, las plagas y, en general, el comportamiento de la naturaleza, tan importante para una sociedad que dependía de la milpa y para su subsistencia.

Para quienes llegaron de España, para los conquistadores, hace más de 500 años, el pensamiento es lineal, lo que significa que los acontecimientos quedan  en el pasado, una vez que suceden; no hay ciclos, sino etapas, que una vez concluidas dejarán de formar parte del futuro.

Nuestros mayas de hoy en día cada vez en menor número dependen de la agricultura. Las prácticas tradicionales de tumba-roza-quema se han modificado por “temporal” o mecanizado, por las nuevas condiciones ambientales y económicas que soporta la población campesina, cada vez más marginada por los gobiernos federales. Hoy día a día, son menos los mayas que cultivan la tierra bajo los métodos tradicionales.

Los descendientes directos de esa gran cultura maya emigran a las grandes ciudades y se alejan cada vez más de sus raíces. La pobreza es su condición sine qua non. Se han alejado del pensamiento cíclico para entender al mundo.

Marginación y rezago son el estilo de vida de “los dueños de estas tierras”. Es una forma de genocidio cultural por omisión, ya que no se hace nada para entenderlos y preservar sus costumbres y su gran legado milenario. Cuando visitan las ciudades y lucen su ropa tradicional son objeto de discriminación y de abuso. Lo que los mayas buscan es justicia social.

Pero recapitulando, los mayas no son los que armaron este relajito del fin del mundo. Ellos no establecieron ni nadie lo podrá establecer (La NASA dice que nuestro final estará dentro de cuatro mil millones de años cuando nuestra galaxia choque contra otra en un big bang) el fin de este planeta tierra.

Solo hicieron una predicción larga, un ciclo largo para luego de él, pasar a una nueva cuenta del paso del tiempo. Los eventos conmemorativos terminan dentro de ocho días, pero la miseria, la pobreza, la discriminación de que han sido objeto los descendientes de esa gran cultura maya no terminarán.

Es aquí donde se hace necesario y urgente por parte de los gobiernos federal, estatales y municipales de todo el Mundo Maya mexicano, revisar las políticas públicas para darle cabida a nuestros campesinos mayas. Mejores condiciones de igualdad; créditos para abrir y mejorar sus cultivos; escuelas donde se les enseñe en lengua maya; hospitales con médicos de raza maya, sin olvidar su medicina ancestral basada en las plantas; no regalarles zapatitos sino sandalias mayas; no mochilitas sino los conocidos para ellos sabucanes de henequén. Así se podrá hacer un intento de preservar sus ancestrales costumbres. Ellos no buscan incorporarse a la modernidad su principio y su fin está en su idiosincrasia.

Nuevos objetivos, programas, metas y presupuesto suficiente sin corrupción es la mejor forma de hacer a esa raza maya partícipes de este México. No basta celebrar de dientes para afuera la grandeza de esa cultura, pero limitarnos al pasado y cerrarles la puerta del presente y dejarlos con sus rezagos e injusticias.

El periodista, escritor, ensayista y uno de los grandes y últimos bohemios de México, Renato Leduc definió con maestría inmejorable lo que hoy vivimos con el inicio de una nueva cuenta larga de los mayas, “Sabia virtud de conocer el tiempo”.

Decía Leduc “quienes ya no pueden pecar, solo aconsejan no pecar”; “Saber amar a tiempo y desatarse a tiempo”; “Amor de otros tiempos cuánto añoro, la dicha inicua de perder el tiempo…”

Ese conocimiento del tiempo que nos acompaña para darnos cuenta cuán importante es. Que en la niñez está nada más ahí para aprender y jugar. Que en la juventud pasa tan rápido que poco se nos hace para apoderarnos de toda esa vorágine que es el tiempo. Que en la madurez lo vives ya con un poco más de conocimiento y en la vejez lo reconoces como tu gran aliado porque transcurre lento y tu y él han convivido un largo camino. Pero todos damos tiempo y recibimos tiempo como una virtud escondida que nos permita vivir.

“Tiempo de nacer/ y tiempo de vivir;/Tiempo de llorar/ y tiempo de reír”.

Jaque Mate llega con esta edición a su última aparición de 2012 y es el momento oportuno de desearles a todos los lectores ---amigos y enemigos--- que tengan una muy Feliz Navidad y que el año que se inicia sea mejor para todos en la salud. Nos veremos de nuevo Dios mediante el domingo 13 de enero de 2013. Felices fiestas.

Aprovecho para recordarle a mis enemigos que yo donde quiera lavo, plancho y me sobra jabón. Ya habrá tiempo, en el año que se avecina, para comentar curiosas historias.

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