domingo, 8 de julio de 2012


DE NUEVO, “PRESIDENTE LEGITIMO”

Esta historia no está al revés. La iniciamos por el final, por razones que explico a continuación. Es un epitafio no real, porque muertos por fortuna todavía no contamos, pero ciertamente merecido. El epitafio consta de una sola palabra: fraude, y la tumba en la que debería figurar, desde luego metafóricamente, es la tumba de la izquierda mexicana de hoy.

Porque así, con un fraude plausiblemente real, empezó su pedregoso camino, y con otro, francamente irreal, ha marcado su último rumbo y sin duda también su futuro. Entre uno y otro, la palabra ha aparecido mucho más de lo deseable.

La trama del primer fraude es bien conocida, hasta donde tal cosa es posible. El 6 de julio de 1988, día de las elecciones para la presidencia  ---y para las cámaras de diputados y senadores---, dejó su voto en la urna un contento Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. No le faltaban razones para estarlo.

Hijo del general Lázaro Cárdenas del Río, priista de largo recorrido que llevaba un camino ya también largo en la oposición, a la cual se había sumado en congruencia con la certeza de que su partido tricolor había dejado de ser fiel a los ideales de la Revolución Mexicana, en ese momento fungía de candidato a la presidencia bajo las siglas del Frente Democrático Nacional (FDN).

Nunca se imaginó que su contendiente por el PRI Carlos Salinas de Gortari, en efecto le iba a quitar un triunfo merecido en las urnas; sin embargo la institucionalidad del hijo del general lo llevó a aceptar su derrota, aunque ello motivó la fundación de un nuevo partido, el de la Revolución Democrática  (PRD), que dio pie a lo que hoy es un tercio de la izquierda mexicana.

No obstante hay al menos dos vicios contundentes, arraigadísimos, que han hecho de la izquierda mexicana, una zona de desastre; de ahí nace el primero, que es el atavismo  ideológico. ¿Por qué un partido que ha sabido triunfar políticamente por la vía legal, como el PRD, se siente obligado a ponerse a disposición de un movimiento de resistencia civil tan agresivo como el que impulsa Andrés Manuel López Obrador en 2006 y ahora en el 2012?, ¿por qué decidió entregarle las llaves de la ciudad a un dictador como Fidel Castro Ruz?

Al margen del PRD, ¿cómo llegó a tener el apoyo masivo que tuvo en sus buenos días el Subcomandante Marcos? ¿por qué en general los políticos e intelectuales que se promueven como socialdemócratas o izquierdistas moderados son incapaces de sustraerse al efecto de líderes “salvadores” o “iluminados”? ¿por qué la renuencia a usar la fuerza pública contra movimientos estudiantiles ostensiblemente violentos, como lo fue el Consejo General de Huelga durante el cierre de la UNAM en 1999? Tales son los atavismos de la izquierda. No solo de la mexicana, pero sin duda también de ella.

El otro vicio, al menos igual de grave, es el de la corrupción. La izquierda mexicana nació denunciando los enjuagues del PRI, pero no tardó en ser exhibida, incluso mediante videos bochornosos, inolvidables, en su propia corrupción.

Nuestra izquierda nació y ha crecido en la lucha contra los fraudes electorales, pero se exhibió en al menos cuatro elecciones internas como pocas veces nadie se ha exhibido.

La izquierda mexicana ha sido en algún momento responsable, de presuntos vínculos con el narcotráfico, como es el caso de los hermanos Godoy de Michoacán, y la promoción de figuras tan grotescas como las de Juanito y René Bejarano. Sobre todo esta izquierda, se ha negado por sistema, una y otra vez, a asumir plenamente sus responsabilidades sobre estos actos.


“LA REPUBLICA AMOROSA”

El más representativo de sus líderes recientes, es el de “La República Amorosa”, Andrés Manuel López Obrador, un experto en torear con sus responsabilidades como funcionario, ha creado, de hecho, todo una terminología  destinada a explicar como una falta suya o de sus allegados descubierta in fraganti, valga decir, un hecho rotundo, puede ser desnudado como parte de una conjura para desacreditarlo y ponerlo fuera del carril de Los Pinos, que tantas bendiciones traería “al pueblo”. La palabra más taquillera de esa terminología es por supuesto compló, parte neurálgica de la cultura política mexicana contemporánea.

En la historia reciente es López Obrador, un nostálgico de un estalinismo como nunca se había visto en México, salvo en países como Venezuela o Bolivia, con los resultados que estamos viendo desde el pasado domingo 1 de julio a la medianoche.

Yo invitaría a mis amables lectores a que lean el libro del “Peje” Un Proyecto Alternativo de Nación, donde quedan contenidas sus ideas sobre la economía, expropiadas, se diría, de algún manual setentero de economía estalinista. Ni siquiera Cuauhtémoc Cárdenas, quien se reivindica como un político generalmente mesurado y sin duda honesto, se salva de estos terrenos. El cae también en esos pecados, en una proporción al menos equivalente a la del “Peje”.

Uno de los escritores que mejor han estudiado a López Obrador, es Enrique Krauze, ajeno a exabruptos, lacónico, preciso, es quizás el más implacable que ha escrito sobre el prócer tabasqueño, no tanto por las armas que puede prestar a sus detractores como por la terrible imagen que recibiría de él un hipotético seguidor que se acerque al trabajo del historiador. “El mesías tropical”; impensable un título más exacto.

A Obrador, según las indagaciones de Krauze, que alguna vez tuvo un intenso desayuno con él durante sus días a cargo del gobierno del D.F., le gusta preciarse de seguir los pasos de Benito Juárez García, en “lo político”, y de Lázaro Cárdenas del Río, en “lo social”.

Pero las distancias son abrumadoras, lo mismo con el liberal que con el revolucionario. Juárez fue el padre del concepto “austeridad republicana” y promotor incansable de transparentar las cuentas públicas. Ni el más fiel de los seguidores del “Peje” se atrevería a acusar a su gobierno de transparencia. La administración obradorista se opuso con uñas, dientes y golpes ilegales en los riñones a las iniciativas de ley que impulsaron en esa dirección tanto el presidente Vicente Fox como muchos gobiernos estatales.

En esta historia, por primera pero ni mucho menos por última vez, aparece el nombre de René Bejarano, y con eso, es el mejor indicio de que la historia no acabaría bien. López Obrador impulsó proyectos bien visibles, sobre todo en los medios, durante su administración capitalina. Uno de los más cacareados fue el de apoyo a las personas mayores de 70 años, que pasarían a beneficiarse con una suerte de pensión de 630 pesos mensuales. ¿Suficiente para paliar los problemas de pobreza de la ciudad, particularmente los de una población tan efectivamente vulnerable y marginada como la de los ancianos?

En absoluto, ¿sostenible en el largo plazo? No necesaria, ni siquiera probablemente. ¿Vistoso? ¿Bueno para captar votos no solo de los beneficiados, sino de su entorno, o para nutrir los mítines del Zócalo de la Ciudad de México y las marchas a su mayor gloria o a mayor denuesto de sus rivales?

Por supuesto en la politología clásica, a este tipo de proyectos se les llama asistencialistas, y al gobierno que los impulsa, mal que le pese a quien le pese, populista. Más o menos como la otra forma de pensión impulsada por AMLO, la pensión a madres solteras, o la menos famosa de las tres, la pensión a personas discapacitadas.

Pero no se trata solo de que este tipo de “ayudas” sean un buen mecanismo de obtención de votos. Se trata de que son antijuaristas en el sentido de que se prestan inusualmente bien al rejuego con las cifras y al uso indiscriminado del dinero. Pero si estos proyectos suenan poco juaristas, qué decir de las inmensas, notables obras públicas que, bajo el paraguas de Claudia Sheinbaum, esposa de Carlos Imaz, obradoristas fieles donde las haya, se echaron a andar muy notoriamente en aquellos años.


“LOS BANDOS” DE GOBIERNO

“El Peje” brincó e hizo caso omiso para efectuar licitaciones en sus programas de obras. A López Obrador los filtros burocráticos le parecen prescindibles siempre y cuando su criterio así lo disponga. Por eso, justamente, se volvió un adicto a la pronunciación de bandos, es decir, leyes promocionadas por escrito y pegadas en lugares públicos que según la Constitución Mexicana, son de uso exclusivo para los municipios. Pequeña autoindulgencia legal del “Peje”: los municipios desaparecieron de la capital en 1928. No importa. Las delegaciones, porque así lo decidió, pueden ser también “beneficiadas” por esta forma instantánea de legislar, forma que le permitió, por ejemplo, meter mano al ordenamiento urbano sin mayores negociaciones de por medio.

Tal parece al rememorar este pasaje, que si no fuera porque Beatriz Sélem Trueba es panista pensaría que ha leído muchas de las triquiñuelas administrativas de López Obrador. Me refiero al asunto de la concesión del basurero municipal.

Y vaya que “el Peje” metió mano. Su administración desarrolló obras públicas hasta la extenuación, la propia y la de la ciudadanía. La más famosa es sin duda el segundo piso Periférico, 13 kms. y medio de estructura voladora al Distribuidor Vial de San Antonio. A este proyecto no se le discutió la pertinencia, al menos no siempre.

Para el ciudadano común que quiera saber cuánto se invirtió o para el periodista que desee precisar cómo se procedió con las licitaciones del segundo piso, simplemente no hay opciones. ¿sobreburocratización, ineficiencia, caos administrativo, desidia funcional? No, puro cálculo. Para su ambicioso programa de obras en el D.F., AMLO diseñó un Fideicomiso para el Mejoramiento de las Vías de Comunicación del D.F., el FIMEVIC, que extrañamente no quedó bajo el fuero de Claudia Sheinbaum, incondicional de “El Peje”.

AMLO exige a todo mundo cumplir con la ley, pero el la viola cuando se le da la gana. Cuándo le pedían por Hacienda información sobre obras, inmediatamente declaraba que esa de acceso restringido toda información y lo convertía en decreto.

¿Parecen sus actos “juaristas”? Porque menos aún parecen la concepción de la soberanía popular. La izquierda mexicana que tiene en Juárez a uno de sus santones, suele olvidar o entender a su modo el hecho de que Juárez fue, estricta y convencidamente, un liberal, y que entre ese ser liberal y el modo en que AMLO se envuelve de legitimidad popular media un abismo filosófico, jurídico y político.

La idea de una verdadera democracia es aquella que, vía un líder particularmente sensible a las necesidades del pueblo, sabe interpretar los anhelos de éste y traducirlos en actos de gobierno y a la larga en todo un orden social, es justamente la tradición, muy medieval y muy propia del bando conservador, a la que se opusieron los liberales del Siglo XIX.

La idea de un gobierno democrático impulsada por Juárez sería fácilmente descartada como “legalista” por López Obrador y muchos de sus seguidores, pues se asienta en los votos individuales y el respeto a la ley, es decir, en los principios de la democracia representativa, y no en las aclamaciones a plaza llena y la interpretación aleatoria de la ley en nombre del pueblo, habituales en lo que se llama “democracia directa”.

“El Peje” tampoco se parece al “Tata” Lázaro Cárdenas. El general michoacano como un presidente popular pero no populista y como un socialista que no promovió el odio de clases. En efecto, en tiempos de radicalismo y desgarramiento interno, la presidencia de su predecesor Plutarco Elías Calles, se distinguió por la Guerra Cristera, un producto entre otras cosas, del jacobinismo de Calles.

Cárdenas dio muestras de una vocación conciliadora a toda prueba y logró poner en paz a México, primer ladrillo de la famosa pax priista. Pero además, uso los recursos públicos, a veces fallidamente, para impulsar el desarrollo industrial del país, una fe de ingeniero antes que política cuyo mejor ejemplo es el Instituto Politécnico Nacional que el fundó.

Obrador, por el contrario, decir diferencias sociales, y en sus discursos públicos como en sus intervenciones utiliza abundantemente la dialéctica de la lucha de clases, aunque con una terminología diferente. Su obsesión idiomática lo hace proclive a la palabra “pueblo”, un término de cómoda y peligrosas ambigüedad que le permite referirse a las clases bajas, a la gente pobre, con una falsa admiración que encubre un paternalismo que vio sus mejores tiempos hace décadas.

“Solo el pueblo puede salvar al pueblo”, dice el eslogan de su último invento llamado MORENA, Movimiento de Regeneración Nacional. ¿Por qué hablar del pueblo y no de ciudadanía, como hace cualquier político actual razonablemente democrático? Porque ser un ciudadano implica aceptarse como igual en derechos a todos sus compatriotas, pero también igual en responsabilidades. En otras palabras, porque el concepto de ciudadanía se asienta en el del respeto a la ley, es decir, a lo que por naturaleza está escrito y no admite excepciones.

Conocemos ya la historia de las instalaciones de Pemex. Sin embargo, salvo por las elecciones de 2006, que pudieron representar su Waterloo ---regresó más espectacular en este 2012---, nada representa con más claridad su forma de enfrentar la ley que el caso de El Encino, detonante de aquel conato de desafuero que no estuvo muy lejos de ponerlo fuera de combate en el camino a su segunda derrota espectacular en el 2006.


EL CONFLICTO DEL 2012

Hoy, metido en un nuevo conflicto creado por el, está queriendo sacudir los cimientos del único órgano ciudadano que ha logrado organizar procesos electorales de convencimiento general. El IFE, está recibiendo todos los denuestos de un hombre que no está en sus cabales.

AMLO tarda poco, muy poco, en apelar a las teorías conspiracionistas. ¿Qué haces cuando dos de los tres partidos más fuertes del país, el PRI y el PAN, están de acuerdo en que debes ser llevado a juicio y por lo tanto en descarrilar tu carrera política? Qué haces cuando tu incumplimiento de la ley está documentado y fue exhibido públicamente y la Corte te tiene en la mira?

Puedes arriesgarte y ceder o respirar profundo, apretar la mandíbula, subir la guardia y retar al contrincante tan estentóreamente como sea posible, a ver si el bluf funciona.

Todo mundo conoce el chiste. Viejo y malo pero ilustrativo de la forma de ser de López Obrador. Un hombre llega a su casa en la madrugada y se encuentra a su mujer en la cama con un sujeto. La mujer lo mira fijamente y le espeta: ¿Por qué llegas a estas horas? Sorprendido, el marido responde: ¡“Pero si tu estás con un tipo en la cama”!, solo para que ella contrarremate: “No me cambies el tema. “¿Por qué llegas a estas horas?”.

Esto es exactamente lo que está haciendo AMLO. Usar todos los foros a su alcance para decir al “pueblo” que de nuevo le han robado una elección y tergiversando las acusaciones que le han llovido de allegarse dinero de muchas fuentes y gritar: “al ladrón, al ladrón”. Acusa al PRI de lo mismo que hizo y ahora no pelea.

En cada conferencia de prensa ---y tiene varias cada día--- hay una pequeña turba que insulta a reporteros cuando hacen preguntas incómodas. Este escenario fue vivido ya en 2006, y se dieron casos de golpes contra periodistas por el solo hecho de serlo. Ahora comenzamos muy rápido.

Ya hay columnistas agredidos y en las conferencias de esta semana que terminó, con el ex candidato de la izquierda aparecieron provocadores que abuchean a los representantes de los medios mientras “el amoroso” solo sonríe.

Siempre ha resultado muy forzada la comparación con Hugo Chávez pero las brigadas bolivarianas nacieron en Venezuela para intimidar a reporteros ¿a quién le puede beneficiar imitarlas en México?

Desafortunadamente hay millones de mexicanos que le creyeron a AMLO lo de la “república amorosa”. Está de nuevo a punto de encabezar revueltas y alargar su inconformidad hasta límites más allá de las leyes.

En 2006 cuando Felipe Calderón lo aventajaba con 243 mil votos, el perredista impugnó 72 mil casillas. Hoy que Enrique Peña Nieto le gana por más de tres millones, AMLO denuncia 113 mil casillas.

Esto a pesar de que con la reforma del 2007, la ley ahora establece que para anular una casilla no basta con acreditar irregularidades, sino que éstas deben haber sido “determinantes” para el resultado.

Es decir, no es cuestión de “enchílame otro taco”, de ocurrencias y vaciladas al mejor estilo del “Peje”, sino de hechos concretos. Pero eso no parece importarle al candidato de la izquierda mexicana, quien seguramente en la elección de 2018 exigirá que se revisen más casillas…de las que se instalen.

Para Ripley, el autor de “la caída del sistema” en 1988, Manuel Bartlett, ex secretario de Gobernación y ex senador por el PRI y hoy perredista irredento, afirmó que el domingo pasado “alguien metió mano negra para quitarle la senaduría por el PRD”, pero no le preocupa gran cosa porque está al igual que Layda Sansores San Román, ---que también perdió junto con su fórmula--- en lugar privilegiado de la lista plurinominal a la Cámara alta.

La agresividad de AMLO no se limita a lo verbal, como por ejemplo el “¡cállate chachalaca!”; todos recuerdan realizó los bloqueos de Pemex, los plantones en el Zócalo, los desafíos a las instituciones de justicia, las tomas de calles y avenidas como el famoso bloqueo de Paseo de la Reforma y el Zócalo, y del bloqueo a la formación de un “gobierno legítimo” que recorrió durante los últimos seis años todos los rincones de México con recursos que nadie le ha objetado.

Un todo o nada que a la hora de redactar estas líneas, es nada, salvo el éxtasi momentáneo y engañoso de las plazas llenas y las muestras de devoción casi religiosa que no pocos ciudadanos, pero de ninguna manera la mayoría, obsequian a este “Presidente Legítimo 2”. De nuevo hagamos historia.

En Campeche tuvimos un personaje igual de afectado en el tapanco de las ideas a fines de la segunda mitad del siglo pasado. Fue conocido como “Rompe pepita”. Nada más que esta persona era pacífico aunque igual de megalómano. En esta columna describimos toda su historia en 2011. Pero mientras que este personaje causaba risa “El peje” causa preocupación al país porque vuelve con la petición de un recuento de “voto por voto, casilla por casilla”, que ha terminado por convertirse en un mantra de la resistencia civil. Hasta estos momentos la revisión ha arrojado incluso una ventaja mayor del PRI.

Esta trama es un desbarrancamiento de su campaña, básicamente imputable a sus propios errores y acaso a la mala forma de buscar el poder.


UNA PREOCUPANTE OPINION PROFESIONAL

Para concluir transcribo la opinión de un experto, Ronald Schouten, profesor de Psiquiatría de la Universidad de Harvard: “¿Alguna vez ha conocido a alguien encantador, pero egocéntrico y manipulador e incapaz de una relación profunda y sincera con quienes lo rodean?

Los casi psicópatas pueden causar más daño en una comunidad que los psicópatas diagnosticados. Tener exagerada autoestima, ser explotador, controlador y embaucador e incapaz de sentir culpabilidad o remordimiento son las características de los “casi psicópatas”: individuos que no son criminales o asesinos y no han recibido un diagnóstico de psicópatas.

Pero pueden llegar a causar más daño que los psicópatas diagnosticados, advierte el Dr. Schouten, autor del libro “Almost a Psychopath (casi un psicópata)”
Y pueden causar mucho daño por la forma en que son capaces de engañar y manipular a los demás. Un psicópata es un individuo que exhibe conductas antisociales extremas. Este trastorno mental ---dice el psiquiatra--- se caracteriza por la falta de capacidad para sentir empatía o remordimiento y por la continua violación de los derechos de los demás.

Para un psicópata, los demás seres humanos son objetos que deben ser ignorados o utilizados para lograr sus propios objetivos”.


RECONOCIMIENTO

Honor, a quien honor merece. Aunque un poco atrasado síntoma de su gobierno, pero la orden de Fernando Eutimio Ortega Bernés por enviar a las brigadas de bacheo de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Obras Públicas, a paliar el gravísimo problema de una ciudad destrozada e ignorada por quien tiene la responsabilidad de dar ese servicio, como es el fallido gobierno municipal de esta capital.

No es por allí donde los protestantes del asunto de la basura están levantando polvo, sino constituir un comité de atención ciudadana a todos los propietarios de vehículos, que han roto llantas, amortiguadores, sistemas de dirección, etc. y con facturas en mano fincar responsabilidades a esta mala Comuna.


NOS AMENAZA UNA PANDEMIA

En lo que va del año se han presentado más de mil casos de dengue, 100 de ellos hemorrágico. Pero en el Sector Salud no les ha caído el veinte de esta amenaza. La próxima semana les daremos cifras y prospectivas de este mal. 

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