DE NUEVO, “PRESIDENTE
LEGITIMO”
Esta historia no está al revés. La iniciamos por el final, por razones
que explico a continuación. Es un epitafio no real, porque muertos por fortuna
todavía no contamos, pero ciertamente merecido. El epitafio consta de una sola
palabra: fraude, y la tumba en la que
debería figurar, desde luego metafóricamente, es la tumba de la izquierda
mexicana de hoy.
Porque así, con un fraude plausiblemente real, empezó su pedregoso
camino, y con otro, francamente irreal, ha marcado su último rumbo y sin duda
también su futuro. Entre uno y otro, la palabra ha aparecido mucho más de lo
deseable.
La trama del primer fraude es bien conocida, hasta donde tal cosa es
posible. El 6 de julio de 1988, día de las elecciones para la presidencia ---y para las cámaras de diputados y
senadores---, dejó su voto en la urna un contento Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
No le faltaban razones para estarlo.
Hijo del general Lázaro Cárdenas del Río, priista de largo
recorrido que llevaba un camino ya también largo en la oposición, a la cual se
había sumado en congruencia con la certeza de que su partido tricolor había
dejado de ser fiel a los ideales de la Revolución Mexicana, en ese momento
fungía de candidato a la presidencia bajo las siglas del Frente Democrático
Nacional (FDN).
Nunca se imaginó que su contendiente por el PRI Carlos Salinas de Gortari, en
efecto le iba a quitar un triunfo merecido en las urnas; sin embargo la
institucionalidad del hijo del general lo llevó a aceptar su derrota, aunque
ello motivó la fundación de un nuevo partido, el de la Revolución
Democrática (PRD), que dio pie a lo que
hoy es un tercio de la izquierda mexicana.
No obstante hay al menos dos vicios contundentes, arraigadísimos, que
han hecho de la izquierda mexicana, una zona de desastre; de ahí nace el
primero, que es el atavismo ideológico.
¿Por qué un partido que ha sabido triunfar políticamente por la vía legal, como
el PRD, se siente obligado a ponerse a disposición de un movimiento de
resistencia civil tan agresivo como el que impulsa Andrés Manuel López Obrador en
2006 y ahora en el 2012?, ¿por qué decidió entregarle las llaves de la ciudad a
un dictador como Fidel Castro Ruz?
Al margen del PRD, ¿cómo llegó a tener el apoyo masivo que tuvo en sus
buenos días el Subcomandante Marcos? ¿por qué en general los políticos e
intelectuales que se promueven como socialdemócratas o izquierdistas moderados
son incapaces de sustraerse al efecto de líderes “salvadores” o “iluminados”?
¿por qué la renuencia a usar la fuerza pública contra movimientos estudiantiles
ostensiblemente violentos, como lo fue el Consejo General de Huelga durante el
cierre de la UNAM en 1999? Tales son los atavismos de la izquierda. No solo de
la mexicana, pero sin duda también de ella.
El otro vicio, al menos igual de grave, es el de la corrupción. La
izquierda mexicana nació denunciando los enjuagues del PRI, pero no tardó en
ser exhibida, incluso mediante videos bochornosos, inolvidables, en su propia
corrupción.
Nuestra izquierda nació y ha crecido en la lucha contra los fraudes
electorales, pero se exhibió en al menos cuatro elecciones internas como pocas
veces nadie se ha exhibido.
La izquierda mexicana ha sido en algún momento responsable, de presuntos
vínculos con el narcotráfico, como es el caso de los hermanos Godoy de
Michoacán, y la promoción de figuras tan grotescas como las de Juanito
y René Bejarano. Sobre todo esta
izquierda, se ha negado por sistema, una y otra vez, a asumir plenamente sus
responsabilidades sobre estos actos.
“LA REPUBLICA AMOROSA”
El más representativo de sus líderes recientes, es el de “La República
Amorosa”, Andrés
Manuel López Obrador, un experto en torear con sus responsabilidades
como funcionario, ha creado, de hecho, todo una terminología destinada a explicar como una falta suya o de
sus allegados descubierta in fraganti,
valga decir, un hecho rotundo, puede ser desnudado como parte de una conjura
para desacreditarlo y ponerlo fuera del carril de Los Pinos, que tantas
bendiciones traería “al pueblo”. La palabra más taquillera de esa terminología
es por supuesto compló, parte
neurálgica de la cultura política mexicana contemporánea.
En la historia reciente es López Obrador, un nostálgico de un estalinismo
como nunca se había visto en México, salvo en países como Venezuela o Bolivia,
con los resultados que estamos viendo desde el pasado domingo 1 de julio a la
medianoche.
Yo invitaría a mis amables lectores a que lean el libro del “Peje” Un Proyecto Alternativo de Nación, donde
quedan contenidas sus ideas sobre la economía, expropiadas, se diría, de algún
manual setentero de economía estalinista. Ni siquiera Cuauhtémoc Cárdenas, quien se
reivindica como un político generalmente mesurado y sin duda honesto, se salva
de estos terrenos. El cae también en esos pecados, en una proporción al menos
equivalente a la del “Peje”.
Uno de los escritores que mejor han estudiado a López Obrador, es Enrique Krauze,
ajeno a exabruptos, lacónico, preciso, es quizás el más implacable que ha escrito
sobre el prócer tabasqueño, no tanto por las armas que puede prestar a sus
detractores como por la terrible imagen que recibiría de él un hipotético
seguidor que se acerque al trabajo del historiador. “El mesías tropical”;
impensable un título más exacto.
A Obrador,
según las indagaciones de Krauze, que alguna vez tuvo un intenso
desayuno con él durante sus días a cargo del gobierno del D.F., le gusta
preciarse de seguir los pasos de Benito Juárez García, en “lo político”, y de Lázaro Cárdenas
del Río, en “lo social”.
Pero las distancias son abrumadoras, lo mismo con el liberal que con el
revolucionario. Juárez
fue el padre del concepto “austeridad republicana” y promotor incansable de
transparentar las cuentas públicas. Ni el más fiel de los seguidores del “Peje”
se atrevería a acusar a su gobierno de transparencia. La administración
obradorista se opuso con uñas, dientes y golpes ilegales en los riñones a las
iniciativas de ley que impulsaron en esa dirección tanto el presidente Vicente Fox
como muchos gobiernos estatales.
En esta historia, por primera pero ni mucho menos por última vez,
aparece el nombre de René Bejarano, y con eso, es el mejor indicio
de que la historia no acabaría bien. López Obrador impulsó proyectos bien visibles,
sobre todo en los medios, durante su administración capitalina. Uno de los más
cacareados fue el de apoyo a las personas mayores de 70 años, que pasarían a
beneficiarse con una suerte de pensión de 630 pesos mensuales. ¿Suficiente para
paliar los problemas de pobreza de la ciudad, particularmente los de una
población tan efectivamente vulnerable y marginada como la de los ancianos?
En absoluto, ¿sostenible en el largo plazo? No necesaria, ni siquiera
probablemente. ¿Vistoso? ¿Bueno para captar votos no solo de los beneficiados,
sino de su entorno, o para nutrir los mítines del Zócalo de la Ciudad de México
y las marchas a su mayor gloria o a mayor denuesto de sus rivales?
Por supuesto en la politología clásica, a este tipo de proyectos se les
llama asistencialistas, y al gobierno
que los impulsa, mal que le pese a quien le pese, populista. Más o menos como la otra forma de pensión impulsada por
AMLO, la pensión a madres solteras, o la menos famosa de las tres, la pensión a
personas discapacitadas.
Pero no se trata solo de que este tipo de “ayudas” sean un buen
mecanismo de obtención de votos. Se trata de que son antijuaristas en el
sentido de que se prestan inusualmente bien al rejuego con las cifras y al uso
indiscriminado del dinero. Pero si estos proyectos suenan poco juaristas, qué
decir de las inmensas, notables obras públicas que, bajo el paraguas de Claudia
Sheinbaum, esposa de Carlos Imaz, obradoristas fieles donde las
haya, se echaron a andar muy notoriamente en aquellos años.
“LOS BANDOS” DE
GOBIERNO
“El Peje” brincó e hizo caso omiso para efectuar licitaciones en sus
programas de obras. A López Obrador los filtros burocráticos le
parecen prescindibles siempre y cuando su criterio así lo disponga. Por eso,
justamente, se volvió un adicto a la pronunciación de bandos, es decir, leyes promocionadas por escrito y pegadas en
lugares públicos que según la Constitución Mexicana, son de uso exclusivo para
los municipios. Pequeña autoindulgencia legal del “Peje”: los municipios
desaparecieron de la capital en 1928. No importa. Las delegaciones, porque así
lo decidió, pueden ser también “beneficiadas” por esta forma instantánea de
legislar, forma que le permitió, por ejemplo, meter mano al ordenamiento urbano
sin mayores negociaciones de por medio.
Tal parece al rememorar este pasaje, que si no fuera porque Beatriz Sélem
Trueba es panista pensaría que ha leído muchas de las triquiñuelas
administrativas de López Obrador. Me refiero al asunto de la
concesión del basurero municipal.
Y vaya que “el Peje” metió mano. Su administración desarrolló obras
públicas hasta la extenuación, la propia y la de la ciudadanía. La más famosa
es sin duda el segundo piso Periférico, 13 kms. y medio de estructura voladora
al Distribuidor Vial de San Antonio. A este proyecto no se le discutió la
pertinencia, al menos no siempre.
Para el ciudadano común que quiera saber cuánto se invirtió o para el
periodista que desee precisar cómo se procedió con las licitaciones del segundo
piso, simplemente no hay opciones. ¿sobreburocratización, ineficiencia, caos
administrativo, desidia funcional? No, puro cálculo. Para su ambicioso programa
de obras en el D.F., AMLO diseñó un Fideicomiso para el Mejoramiento de las
Vías de Comunicación del D.F., el FIMEVIC, que extrañamente no quedó bajo el
fuero de Claudia
Sheinbaum, incondicional de “El Peje”.
AMLO exige a todo mundo cumplir con la ley, pero el la viola cuando se
le da la gana. Cuándo le pedían por Hacienda información sobre obras,
inmediatamente declaraba que esa de acceso restringido toda información y lo
convertía en decreto.
¿Parecen sus actos “juaristas”? Porque menos aún parecen la concepción
de la soberanía popular. La izquierda mexicana que tiene en Juárez
a uno de sus santones, suele olvidar o entender a su modo el hecho de que Juárez
fue, estricta y convencidamente, un liberal, y que entre ese ser liberal y el
modo en que AMLO se envuelve de legitimidad popular media un abismo filosófico,
jurídico y político.
La idea de una verdadera democracia es aquella que, vía un líder
particularmente sensible a las necesidades del pueblo, sabe interpretar los
anhelos de éste y traducirlos en actos de gobierno y a la larga en todo un
orden social, es justamente la tradición, muy medieval y muy propia del bando
conservador, a la que se opusieron los liberales del Siglo XIX.
La idea de un gobierno democrático impulsada por Juárez sería fácilmente
descartada como “legalista” por López Obrador y muchos de sus seguidores, pues
se asienta en los votos individuales y el respeto a la ley, es decir, en los
principios de la democracia representativa, y no en las aclamaciones a plaza
llena y la interpretación aleatoria de la ley en nombre del pueblo, habituales
en lo que se llama “democracia directa”.
“El Peje” tampoco se parece al “Tata” Lázaro Cárdenas. El general
michoacano como un presidente popular pero no populista y como un socialista
que no promovió el odio de clases. En efecto, en tiempos de radicalismo y
desgarramiento interno, la presidencia de su predecesor Plutarco Elías Calles, se
distinguió por la Guerra Cristera, un producto entre otras cosas, del
jacobinismo de Calles.
Cárdenas dio
muestras de una vocación conciliadora a toda prueba y logró poner en paz a
México, primer ladrillo de la famosa pax
priista. Pero además, uso los recursos públicos, a veces fallidamente, para
impulsar el desarrollo industrial del país, una fe de ingeniero antes que
política cuyo mejor ejemplo es el Instituto Politécnico Nacional que el fundó.
Obrador, por el contrario, decir diferencias sociales, y en sus discursos
públicos como en sus intervenciones utiliza abundantemente la dialéctica de la
lucha de clases, aunque con una terminología diferente. Su obsesión idiomática
lo hace proclive a la palabra “pueblo”, un término de cómoda y peligrosas
ambigüedad que le permite referirse a las clases bajas, a la gente pobre, con
una falsa admiración que encubre un paternalismo que vio sus mejores tiempos
hace décadas.
“Solo el pueblo puede salvar al pueblo”, dice el eslogan de su último
invento llamado MORENA, Movimiento de Regeneración Nacional. ¿Por qué hablar
del pueblo y no de ciudadanía, como hace cualquier político actual
razonablemente democrático? Porque ser un ciudadano implica aceptarse como
igual en derechos a todos sus compatriotas, pero también igual en
responsabilidades. En otras palabras, porque el concepto de ciudadanía se
asienta en el del respeto a la ley, es decir, a lo que por naturaleza está escrito
y no admite excepciones.
Conocemos ya la historia de las instalaciones de Pemex. Sin embargo,
salvo por las elecciones de 2006, que pudieron representar su Waterloo
---regresó más espectacular en este 2012---, nada representa con más claridad
su forma de enfrentar la ley que el caso de El Encino, detonante de aquel
conato de desafuero que no estuvo muy lejos de ponerlo fuera de combate en el
camino a su segunda derrota espectacular en el 2006.
EL CONFLICTO DEL 2012
Hoy, metido en un nuevo conflicto creado por el, está queriendo sacudir
los cimientos del único órgano ciudadano que ha logrado organizar procesos
electorales de convencimiento general. El IFE, está recibiendo todos los
denuestos de un hombre que no está en sus cabales.
AMLO tarda poco, muy poco, en apelar a las teorías conspiracionistas.
¿Qué haces cuando dos de los tres partidos más fuertes del país, el PRI y el
PAN, están de acuerdo en que debes ser llevado a juicio y por lo tanto en
descarrilar tu carrera política? Qué haces cuando tu incumplimiento de la ley
está documentado y fue exhibido públicamente y la Corte te tiene en la mira?
Puedes arriesgarte y ceder o respirar profundo, apretar la mandíbula,
subir la guardia y retar al contrincante tan estentóreamente como sea posible,
a ver si el bluf funciona.
Todo mundo conoce el chiste. Viejo y malo pero ilustrativo de la forma
de ser de López
Obrador. Un hombre llega a su casa en la madrugada y se encuentra a
su mujer en la cama con un sujeto. La mujer lo mira fijamente y le espeta: ¿Por
qué llegas a estas horas? Sorprendido, el marido responde: ¡“Pero si tu estás
con un tipo en la cama”!, solo para que ella contrarremate: “No me cambies el
tema. “¿Por qué llegas a estas horas?”.
Esto es exactamente lo que está haciendo AMLO. Usar todos los foros a su
alcance para decir al “pueblo” que de nuevo le han robado una elección y
tergiversando las acusaciones que le han llovido de allegarse dinero de muchas
fuentes y gritar: “al ladrón, al ladrón”. Acusa al PRI de lo mismo que hizo y
ahora no pelea.
En cada conferencia de prensa ---y tiene varias cada día--- hay una
pequeña turba que insulta a reporteros cuando hacen preguntas incómodas. Este
escenario fue vivido ya en 2006, y se dieron casos de golpes contra periodistas
por el solo hecho de serlo. Ahora comenzamos muy rápido.
Ya hay columnistas agredidos y en las conferencias de esta semana que
terminó, con el ex candidato de la izquierda aparecieron provocadores que
abuchean a los representantes de los medios mientras “el amoroso” solo sonríe.
Siempre ha resultado muy forzada la comparación con Hugo Chávez pero las brigadas
bolivarianas nacieron en Venezuela para intimidar a reporteros ¿a quién le
puede beneficiar imitarlas en México?
Desafortunadamente hay millones de mexicanos que le creyeron a AMLO lo
de la “república amorosa”. Está de nuevo a punto de encabezar revueltas y
alargar su inconformidad hasta límites más allá de las leyes.
En 2006 cuando Felipe Calderón lo aventajaba con 243 mil
votos, el perredista impugnó 72 mil casillas. Hoy que Enrique Peña Nieto le gana por
más de tres millones, AMLO denuncia 113 mil casillas.
Esto a pesar de que con la reforma del 2007, la ley ahora establece que
para anular una casilla no basta con acreditar irregularidades, sino que éstas
deben haber sido “determinantes” para el resultado.
Es decir, no es cuestión de “enchílame otro taco”, de ocurrencias y
vaciladas al mejor estilo del “Peje”, sino de hechos concretos. Pero eso no
parece importarle al candidato de la izquierda mexicana, quien seguramente en
la elección de 2018 exigirá que se revisen más casillas…de las que se instalen.
Para Ripley, el autor de “la caída del sistema” en 1988, Manuel
Bartlett, ex secretario de Gobernación y ex senador por el PRI y hoy perredista
irredento, afirmó que el domingo pasado “alguien metió mano negra para quitarle
la senaduría por el PRD”, pero no le preocupa gran cosa porque está al igual
que Layda
Sansores San Román, ---que también perdió junto con su fórmula--- en
lugar privilegiado de la lista plurinominal a la Cámara alta.
La agresividad de AMLO no se limita a lo verbal, como por ejemplo el
“¡cállate chachalaca!”; todos recuerdan realizó los bloqueos de Pemex, los
plantones en el Zócalo, los desafíos a las instituciones de justicia, las tomas
de calles y avenidas como el famoso bloqueo de Paseo de la Reforma y el Zócalo,
y del bloqueo a la formación de un “gobierno legítimo” que recorrió durante los
últimos seis años todos los rincones de México con recursos que nadie le ha
objetado.
Un todo o nada que a la hora de redactar estas líneas, es nada, salvo el
éxtasi momentáneo y engañoso de las plazas llenas y las muestras de devoción
casi religiosa que no pocos ciudadanos, pero de ninguna manera la mayoría,
obsequian a este “Presidente Legítimo 2”. De nuevo hagamos historia.
En Campeche tuvimos un personaje igual de afectado en el tapanco de las
ideas a fines de la segunda mitad del siglo pasado. Fue conocido como “Rompe
pepita”. Nada más que esta persona era pacífico aunque igual de megalómano. En
esta columna describimos toda su historia en 2011. Pero mientras que este
personaje causaba risa “El peje” causa preocupación al país porque vuelve con
la petición de un recuento de “voto por voto, casilla por casilla”, que ha
terminado por convertirse en un mantra de la resistencia civil. Hasta estos
momentos la revisión ha arrojado incluso una ventaja mayor del PRI.
Esta trama es un desbarrancamiento de su campaña, básicamente imputable
a sus propios errores y acaso a la mala forma de buscar el poder.
UNA PREOCUPANTE
OPINION PROFESIONAL
Para concluir transcribo la opinión de un experto, Ronald Schouten, profesor de
Psiquiatría de la Universidad de Harvard: “¿Alguna vez ha conocido a alguien
encantador, pero egocéntrico y manipulador e incapaz de una relación profunda y
sincera con quienes lo rodean?
Los casi psicópatas pueden causar más daño en una comunidad que los
psicópatas diagnosticados. Tener exagerada autoestima, ser explotador,
controlador y embaucador e incapaz de sentir culpabilidad o remordimiento son
las características de los “casi psicópatas”: individuos que no son criminales
o asesinos y no han recibido un diagnóstico de psicópatas.
Pero pueden llegar a causar más daño que los psicópatas diagnosticados,
advierte el Dr. Schouten,
autor del libro “Almost a Psychopath (casi un psicópata)”
Y pueden causar mucho daño por la forma en que son capaces de engañar y
manipular a los demás. Un psicópata es un individuo que exhibe conductas
antisociales extremas. Este trastorno mental ---dice el psiquiatra--- se
caracteriza por la falta de capacidad para sentir empatía o remordimiento y por
la continua violación de los derechos de los demás.
Para un psicópata, los demás seres humanos son objetos que deben ser
ignorados o utilizados para lograr sus propios objetivos”.
RECONOCIMIENTO
Honor, a quien honor merece. Aunque un poco atrasado síntoma de su
gobierno, pero la orden de Fernando Eutimio Ortega Bernés por enviar a
las brigadas de bacheo de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Obras Públicas,
a paliar el gravísimo problema de una ciudad destrozada e ignorada por quien
tiene la responsabilidad de dar ese servicio, como es el fallido gobierno
municipal de esta capital.
No es por allí donde los protestantes del asunto de la basura están
levantando polvo, sino constituir un comité de atención ciudadana a todos los
propietarios de vehículos, que han roto llantas, amortiguadores, sistemas de
dirección, etc. y con facturas en mano fincar responsabilidades a esta mala
Comuna.
NOS AMENAZA UNA
PANDEMIA
En lo que va del año
se han presentado más de mil casos de dengue, 100 de ellos hemorrágico. Pero en
el Sector Salud no les ha caído el veinte de esta amenaza. La próxima semana
les daremos cifras y prospectivas de este mal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario