MAS VEHICULOS QUE HABITANTES
San Francisco de Campeche se ha convertido en una ciudad para el automóvil, el número de vehículos ha crecido tanto que ha disminuido la calidad de vida de sus habitantes. Los problemas urbanos, económicos, sociales y ambientales son cada vez más acuciantes.
Las fachadas de los predios son estacionamientos, en las calles no se puede caminar, hay caos vial sobre todo en horas pico, crece la contaminación y aumenta el calor convirtiendo a la vieja Ah Kim Pech en una sartén incandescente por la refracción solar sobre el asfalto.
Y aunque este fenómeno es mundial, hay ciudades que al programar su desarrollo urbano lo han solucionado, ahora el esfuerzo lo dimensionan hacia las necesidades de la gente y la naturaleza. En Campeche es necesario que se tome conciencia del problema y se deje de apostar al auto particular.
La solución no es fácil porque al problema del aumento de vehículos se suma el crecimiento desordenado de la ciudad, que se deriva de pésimos gobiernos municipales que se han coludido con constructores y desarrolladores de vivienda. Las pocas avenidas existentes están saturadas a toda hora y a ello se le suma la colosal oferta del transporte urbano y los miles de taxis y combis que se adueñan de los pocos estacionamientos.
Un mal estudio de desarrollo urbano y de obras públicas municipales le vendió al Ayuntamiento de Campeche la idea de que una solución integral para el contorno del recinto histórico era la construcción de cajones para estacionamiento. De esa forma Carlos Ernesto Rosado Ruelas, se dio a la tarea de aplicar recursos primero en el área del Palacio Federal y redujo una calle amplia a un callejón de doble sentido con gasto de muchos miles de pesos, solo para quedar igual, porque pronto resultaron los nuevos espacios vehiculares insuficientes, sobre todo para una plaza comercial que desde hace más de 20 años le dijimos a su constructor que en esa “cuchilla” nunca debió estar un centro comercial por la falta de estacionamiento.
De ahí el alcalde se fue a la prolongación de la calle 61 (entre circuito Baluartes y Malecón) donde construyó equis número de cajones vehiculares que obviamente pronto (trate de estacionarse luego de las nueve de la mañana), estuvieron ocupados.
Entonces se le ocurrió al primer edil que la solución era aumentar el estacionamiento de la plaza Moch Cohuoh y supuestamente con recursos etiquetados federales le rompió el alma a ese muladar y lo ha trabajado durante más de seis meses sin que tenga pies ni cabeza. Actualmente stá siendo ocupado por las mañanas y tardes de lunes a viernes por los usuarios habituales, es decir, los burócratas de los Palacios de Gobierno y del ex Cuartel Pedro de Baranda.
Entonces al alcalde le vino la brillante idea de resucitar la plaza de la República, una plancha de concreto construida por el coronel José Ortiz Avila, para darle esplendor a su palacio de gobierno y obras circunvecinas, pero nunca para estacionamiento. Hoy el alcalde se avienta querer remodelar este sitio y dejar una semblanza de cómo estaba antes de la llegada del coronelato, pero si lo proyectado va a avnzar como las obras pendientes, lo más probable es que nunca podrá terminarla y será el nuevo ayuntamiento priista quién tendrá que concluirla.
La realidad de este problema de estacionamientos es que San Francisco de Campeche solo puede crecer hacia arriba y eso cuesta demasiado y no hay quien se aventure a esa inversión. La capital del estado, Campeche, la vieja Ah Kim Pech con más de 460 años de haber sido fundada, ya no da para más espacio. Los automotores, sinónimo del progreso de una urbe ya no caben en su pocas y estrechas calles. El caos vial que diariamente se palpa en todos lados, principalmente en sus zonas laborales ya llegó a su saturación sin que nadie de los niveles de gobierno (estatal y municipal) ni la iniciativa privada tengan proyectos para resolver el problema.
Hay anarquía en la distribución de espacios en horas pico y solamente luego de las 10 de la noche se puede lograr con cierta comodidad estacionar un vehículo en los alrededores de un edificio público.
Campeche fue una ciudadela para proteger a los criollos en la época de la colonia. Fue mal planeada y sus fortificaciones limitaron y estrecharon los espacios. Esta villa española (cómo hubieran los Noval vivido a gusto entre sus congéneres y no entre jilipollas) no fue creada originalmente por los ibéricos, sino que una continuación del pueblo maya de Kimpech.
Las crónicas nos dicen que su nacimiento fue un caso de simbiosis organizada, de parasitismo que comenzó por asociarse al cuerpo social del pueblo maya, viviendo de él económicamente, y terminando por absorberlo tanto en lo económico como en lo geográfico.
La vida campechana se alineó a lo largo de la costa y del mar tomaban la mayor parte de sus alimentos. Luego de más de cuatro siglos los campechanos prefieren seguir viviendo con vista al mar. Solo las colonias populares por razones obvias, han ensayado otro tipo de vida.
El problema sigue siendo el mismo: nunca se construyeron calles amplias, las del recinto histórico son para carretas, carruajes y bicicletas. El futuro nos agarró y nos rebasó totalmente. Una sola calle principal paralela a la costa era su arteria vital. Hoy el malecón suple a la calle 8, pero ambas carecen de sitios suficientes para albergar a los miles de vehículos. Carlos Miguel Ayza González, aquel coordinador de Seguridad Pública del sexenio anterior dijo una frase para la historia: “En Campeche hay más vehículos que habitantes”.
Nuestros ancestros realizaron sus trazos viales pensando en carretas, caballos y, posteriormente, en un tranvía arrastrado por mulas que transitaba por el recinto histórico, limitado por la fortaleza de sus baluartes y puertas de tierra, mar, sotavento y barlovento.
Hoy la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana no encuentra forma de resolver el grave problema de la vialidad en la ciudad, pese a que cuenta con estudios de vialidad, número de espacios habilitados como estacionamientos, número de vehículos, horas cruciales y sitios más conflictivos.
Otro foco rojo lo constituyen la existencia de dependencias de los tres niveles de gobierno, escuelas como la Justo Sierra Méndez, que aprovechando su grave deterioro debe ser reubicada en otro sitio de la ciudad, porque el actual constituye un auténtico bloqueo de esa zona a la entrada y salida de los educandos. El palacio de gobierno, el ayuntamiento, el edificio Lavalle, el congreso del estado, los DIF estatal y municipal, el Isstecam, el Instituto Campechano, el SAT, el PRI, el PAN y un largo etcétera cuyos vehículos, al igual que todos los propietarios de comercios buscan estacionarlos a las puertas de los mismos o lo más cerca posible, incluso a las horas de salida del personal permanecen en dobles filas. A ello aúneles los plantones y marchas y estamos viendo una ciudad caótica para circular en un vehículo.
Cada problema tiene solución si se sabe plantear adecuadamente. Para empezar, sería bueno investigar un poco para precisar su origen. Es muy probable que mucha gente nunca se haya detenido a pensar porqué enfrentamos el problema de la falta de estacionamientos. Quizá dan por un hecho consumado y se han habituado a vivir constantemente en calles –y en algunos casos callejones- congestionados y en peligro continuo de accidentes.
¿Cuál será realmente el origen del problema? ¿lo seguirán padeciendo las próximas generaciones? Muchos de nuestros abuelos padres recuerdan en sus días escolares la mención de vehículos tirados por animales de carga hasta la primera mitad del siglo pasado, y de vehículos impulsados a vapor . Les sorprendería confirmar que los actuales vehículos de combustión interna pertenecen prácticamente a partir de la segunda mitad del siglo XX.
Por lo tanto el problema de tránsito y la carencia de estacionamientos como lo padecemos actualmente, tiene menos años de los del siglo que terminó. El aumento de vehículos es acelerado y se ha multiplicado geométricamente. Cada año miles de vehículos nuevos salidos de las decenas de fabricantes con salas de exhibición en esta ciudad se van acumulando al tráfico que ya es prácticamente difícil.
Las autopistas urbanas, los avenidas de doble y tercer piso, los pasos a desnivel y los túneles urbanos son como las películas del espacio para los campechanos. Estamos muy lejos de ello, porque la mentalidad de nuestras autoridades no llega a concebir estas soluciones a mediano plazo.
En nuestra capital que circulan a diario más de 30 mil vehículos y que cerca de la mitad busca cuando menos dos veces por semana estacionarse en el primer cuadro de la ciudad. El caso es un clásico cuello de botella. El negocio de un estacionamiento no es productivo y requiere mucha inversión para construir edificios de varios pisos para aparcarse, pero por si fuera poco los edificios que existen en el primer cuadro de la ciudad están considerados como coloniales y el Instituto Nacional de Antropología e Historia no autoriza su construcción para tal fin.
Hay quién sugiere desaparecer el obsoleto mercado Pedro Sáinz de Baranda y en ese sitio hacer un estacionamiento para desalojar las calles del Centro Histórico, pero aún con ello hay un corredor de hospitales como el del IMSS que forman otro de los focos rojos de la circulación vehicular.
Lo dos estacionamientos de la avenida 16 de septiembre uno aledaño al palacio Federal y el otro enfrente a la Ssecretaría de Salud no están cumpliendo su cometido, debido a la carencia de infraestructura elemental como es el caso de pavimentar todo el espacio y pintar los cajones. Para garantizar su mantenimiento se cobraría 10 pesos cada dos horas. Debe acabarse el populismo de que todo es gratis. Porque en todo el mundo estacionarse cuesta.
La presencia de lavadores de carros y franeleros , usan agua de las fuentes o grifos de jardines y dejan suciedad, aguas estancadas, contribuyendo a crear una zona de estacionamiento condicionado al lavado del vehículo particular.
Este problema del estacionamiento vehicular definitivamente no va a ser resuelto por Rosado Ruelas, porque entre pelearse con su sindicato, con el chantajista Luis Antonio Che Cu y con hacer proselitismo político durante la semana en colonias populares se le ha ido el tiempo. Le quedan propiamente un año con tres meses. Insuficiente para emprender en serio y resolver un problema que los priistas tampoco atendieron en su momento. Es inminente que la autoridad estatal tome cartas en el asunto porque se está promoviendo en grande el turismo hacia la Península de Yucatán y especialmente se espera que con motivo de la profecía maya el año 2012 sea extraordinario en flujo hacia Campeche, Yucatán y Quintana Roo. La peor imagen que los visitantes pueden llevarse es el caos vial y la falta de estacionamientos.
Es el momento de romper los moldes antiguos de la vieja Ah Kim Pech, donde la improvisación, la ineptitud y la apatía legaron una ciudad estrecha. Debe de verse el problema de frente con optimismo, con cara a un cambio a una nueva imagen, pero también acometerlo con método mediante un plan bien trazado y no sobre las rodillas.
UN ACUERDO MUY CALLADO
Uno de los principales acuerdos de la Conferencia Nacional de gobernadores (CONAGO), fue solicitar a la secretaría de Hacienda y Crédito Público que regrese a los estados el 100 por ciento del Impuesto Sobre la Renta (ISR), de esta forma las entidades federativas ya no tendrán necesidad de seguir cobrando el injusto impuesto sobre tenencia vehicular que más de 10 estados de la República han dejado de cobrar.
Este impuesto sobre la renta se descuenta a todos los trabajadores de los estados y de los empleados municipales. Esa fue la petición que se hizo a Hacienda y los gobernadores están a la espera de que el Secretario del Ramo favorito de Felipe Calderón Hinojosa, presidente de la República responda a corto plazo sobre esta petición, sobre todo que de esa forma terminaría lo decretado por el titular de Los Pinos para el año 2012.
Con estos ingresos se podrían cubrir en parte muy importante lo que Campeche y todas las entidades federativas dejarían de captar a partir del próximo año, cuando se deje de cobrar por completo el impuesto sobre la tenencia vehicular que tanta controversia ha causado en todo el país.
Llama la atención, el silencio del secretario de Finanzas, Tirso Agustín Rodríguez de la Gala Gómez, porque no dio a conocer a los propietarios de vehículos esta medida que está a punto de ser resuelta. Y se hace extraño porque no habría manera de ocultar este ingreso, toda vez que la Federación regresaría a Campeche el 100 por ciento del Impuesto Sobre la Renta, que de alguna manera supliría al de la tenencia que, por cierto, es un impuesto impopular y de alcances electorales sobre todo el 2012.
La confianza en que se apruebe, radica en que la Federación está consciente de la necesidad que tendrá Campeche para cubrir los ingresos que ya no tendrán en el 2012 si se deja de cobrar la tenencia.
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