“No basta con
saber ejercer el poder, es necesario saber reconocer las alianzas inesperadas
que surgirán por todo el camino”.
Realpolitik
UN LASTRE QUE ARRASTRAMOS
El Congreso del
Estado de Campeche tiene una sobrerrepresentación. Una entidad que no llega al
millón de habitantes tiene 35 diputados, 14 de ellos plurinominales, mientras
que por ejemplo Yucatán con dos millones de habitantes tiene 25 diputados,
incluidos los plurinominales.
Nadie ha querido
corregir este entuerto que lo único que nos ha acarreado es el enorme gasto de
una legislatura. Gasto que podría dirigirse a disminuir la presencia de una
oposición que más que velar por los intereses del pueblo al que se debe, lo
hace a favor de sus líderes y de otros grupos en el poder.
Los partidos políticos nos cuestan muy
caros y si le sumamos lo que a los
contribuyentes cuesta el sostenimiento de cada legislador comprendemos porqué
México se encuentra en terapia intensiva. Aquella jugada del tuxpeño Jesús Reyes Heroles,
de pincelar de democracia al Congreso de la Unión y de evitar que los votos
perdedores se fueran literalmente a la basura, hoy es motivo de preocupación
ciudadana. Sin quererlo le dio a los partidos políticos el enorme poder que
actualmente estos ostentan. Aunque la democracia esté lejos de aplicarse en
México.
La idea original nacional es que tanto en
el Congreso de la Unión como en los congresos locales estuvieran “el mosaico
ideológico de la República”. Y en cierta forma se buscaba por parte del
veracruzano hacer efectivo el pensamiento de Mariano Otero, de que el Congreso de
la Unión fuera “el daguerrotipo de la Nación”.
Es un clamor ciudadano que no es función
del Estado sostener a los partidos y que cada organización política “se rasque
con sus propias uñas”, es decir debe sostenerse exclusivamente con los aportes
de sus miembros y simpatizantes; sin embargo de aplicarse lo anterior, solo
sobrevivirían los partidos cuyos gobernadores y Ejecutivo federal son su caja
fuerte, quienes hacen los pagos en forma de contratos, cesiones y
concertacesiones que acaban por costarle al país mucho más que los subsidios
oficiales que ahora pagamos.
La mentada reforma de Estado del panista Felipe Calderón Hinojosa, fue una
“piña” de filos, fueron todas encaminadas a bajarle la guardia al PRI, aunque
no deja de reconocerse que por ejemplo en el caso de Campeche tenemos una
sobrerrepresentación en materia de diputados locales, pues mientras Yucatán con
dos millones de habitantes tiene 25 diputados, incluidos los plurinominales, en
nuestra entidad tenemos 35 (también incluidos 14 plurinominales), con poco más
de 900 mil habitantes, lo que indica que el Congreso se convierte en una olla
de grillos sin ton ni son y, lo que es peor, el enorme presupuesto que solo
sirve para propósitos de un grupo en el poder.
Ante todo, conviene hacer algunas
precisiones en torno a esa iniciativa presidencial. Tuvo pocas posibilidades de
salir avante como se sintió en esos tiempos en San Lázaro. Aunque se cebó en
los integrantes de la legislatura local y federal la mala fama de diputados y
senadores, creada sobre todo durante los largos años de dominación priista y
luego panista. Fueron tiempos en que acaso por despecho, las buenas conciencias
decían que era mala inversión ser diputado, pues las dietas duraban solo tres
años y el desprestigio toda la vida.
Hay que recordar que la oposición tuvo
apenas una muy tenue presencia en las cámaras; en las seis legislaturas que
hubo entre 1946 (año del nacimiento del actual PRI) y 1964, cuando se
instituyeron lo diputados de partido, los partidos opositores, señaladamente
Acción Nacional, apenas ganaron 32 bancas, solo cinco en promedio en cada
elección, mientras que la mayoría priista crecía conforme lo hacía el total de
los diputados, que aumentó de 147 en 1946 a 176 en 1981.
Una cámara con esa composición era
fácilmente avasallada por el Ejecutivo federal. No era necesario seleccionar en
ese partido oficial, a los mejores. Al contrario esa condición pesó
adversamente. Se creía más bien, que los diputados debían tener, por regla
general, flexibilidad en la cintura para inclinarse ante las decisiones
presidenciales.
Hubo naturalmente excepciones, pero la
mayoría de los legisladores de aquellos años no hubieran aprobado requerimientos
de calidad. En gran número provenían de un mecanismo de reparto de posiciones,
el sector obrero (que en Campeche se explotó desmesuradamente con Abelardo Carrillo
Zavala, su hermano Alfonso, sin dejar de mencionar a Carlos Mauricio
Sansores Pérez, Francisco Solís Patrón “Chanquilón”, Francisco Puga Ramayo, y un largo etcétera), el
sector campesino (donde llegaron
“líderes” como Manuel
Pacheco, Jorge Muñoz Icté, un
sinnúmero de hombres verdes de paja, y solamente una vez un verdadero conocedor
de las leyes como el doctor en Derecho Alberto Trueba Urbina), y el sector popular
explotado hasta la saciedad (Carlos “El negro” Sansores Pérez, en cinco
ocasiones; Carlos
Víctor Pérez Cámara, en dos ocasiones. Si se observa en los últimos
12 gobernadores solamente Eugenio Echeverría Castellot, Jorge
Salomón Azar García y Jorge Carlos Hurtado Valdez, nunca fueron ni
diputados federales, locales ni senadores.
El corporativismo reñía así con la
representatividad y con la aptitud, pues no era eso lo que se medía, sino su
pertenencia a los elencos directivos de la CTM, CNC y la CNOP. No existiendo
además reelección ni rendición de cuentas. La desconexión entre los
legisladores y los electores cuya participación por otra parte no era eficaz y
muchas veces ni necesaria, por lo tanto era ---y sigue siendo---, de total
sumisión. Si hoy es muy difícil que por ejemplo un ciudadano de una colonia
popular conozca el nombre del diputado de su distrito, en aquellos tiempos era
materialmente imposible. Era tan común lo anterior que en los servicios médicos
forenses a los muertos desconocidos se les llamaba diputados.
Hoy, con el banderazo de salida de nuevas
distritaciones y de la discusión de nuevas propuestas se hace necesario, más
bien por razones presupuestales, disminuir el número de diputados locales de 35
a 25. El actual gobernador Rafael Alejandro Moreno Cárdenas, sabe lo que es
el esfuerzo que se requiere a quien hace campaña y de sufrir día por día esos
meses previos a cada elección, mientras que un diputado plurinominal no hace
más esfuerzo que el levantarse todos los días y enterarse por los medios de
comunicación de lo que sucede en los procesos y, que si está dentro de los tres
primeros de la lista es casi seguro que llegará a una cámara sea federal o
local. Así de fácil.
UN AYUNTAMIENTO FALLIDO
Hace apenas unas semanas señalábamos que
este Ayuntamiento del Municipio de Campeche que preside Edgar “El Garo” Hernández está
convertido en una “cueva” de amigos que se sirven del erario y no estábamos tan
equivocados, puesto que un día si y otro también, salen al paso numerosas
denuncias que denotan justamente eso, el nulo orden y capacidad de repuesta ante
los problemas que diariamente se presentan en cada una de las áreas que
integran esa administración municipal.
Hoy, vemos que salen nuevamente con una
justificación absurda, por no decir otra cosa, sobre el evidente desabasto del
vital líquido en esta Ciudad. Desabasto que afecta ya a numerosas colonias que
incluso llevan un mes sin contar con agua potable, dentro del cual un 40 por
ciento sufre el intermitente corte diario de agua para abastecer al resto de
colonias que si están supuestamente al día y es que, según a juicio siempre de
las autoridades, la razón principal alude a que el manto freático que nutre al Municipio
ya no es suficiente para la demanda de agua en toda la Ciudad, ¿como ve usted?
Esta declaración por parte del titular de
esa dependencia, dicho sea de paso, sería creíble de no ser porque hace
justamente un año, el entonces Director de la Comisión Nacional del Agua en
Campeche, Edilberto
Jesús Buenfil Montalvo, afirmó que el manto acuífero se recupera de
manera rápida por la lluvia y que en el Estado se registra en promedio unos mil
200 milímetros de agua al año, por ello Campeche bajo esos argumentos no
tendría ningún problema de desabasto de agua si se considera que incluso esta
Dependencia invirtió en la construcción de ocho pozos de 20 en el ejido de
Hobomó.
Lo que es una realidad que de ser
insuficiente el agua ya se hubieran presentado señales reales que alerten de
esa probabilidad en meses anteriores, pero todo parece indicar que se trata del
nulo conocimiento y del poco interés del primer edil en verificar que los
equipos de bombeo funcionen correctamente. El agua es muy probable que haya disminuido
en dos años, pero imposible que por ello se presente un desabasto como el que
se observa diario.
Aquí la única solución viable, a juicio
de este columnista, para demostrar quien tiene y quien no la razón, sería
solicitar nuevamente un estudio técnico que denote las condiciones actuales de
las aguas subterráneas en el Estado y Municipio, puesto que el último existente
que data del año 2013-2014 señala por ejemplo que en Campeche “las lluvias van
de abundantes a muy abundantes durante el verano y que en el caso de la
precipitación total anual esta es de mil 200 a dos mil milímetros, pero que en
la región norte donde el clima es semi seco, es de aproximadamente 800
milímetros anuales”.
La experiencia tiene un precio y ese es
el que justamente esta pagando el alcalde por su soberbia, si tiene dinero para
pagarle hasta a sus familiares en nómina, desviar recursos en compañías de sus
allegados (señalado en la columna anterior) y hoy señalado nuevamente por
disponer de ingresos para pagarle compensaciones extras a gente de confianza y
eventuales que no deberían de cobrarlos, sólo por citarle algunos ejemplos,
pues mínimo que tenga la vergüenza de salir a dar la cara y solucionar de una
vez por todas el problema del agua que antes de que el llegara no existía “curiosamente”.
Sin embargo el mal ejemplo cunde. Ahora
resulta que el guitarrista seguidor de Los Beatles, que volvió a la política de
la mano de José
Antonio González Curi, dijo una verdad de Perogrullo, un garbanzo de
libra y un rebuzno jocoso: “El agua de Campeche no es para ser tomada porque
contiene muchas sales por la calidad de su suelo”.
Hace demasiadas décadas que gobernadores
llegan y gobernadores se van y Campeche, ciudad colonial, patrimonio de la
humanidad no ha logrado que el agua de la llave pueda ser consumida, mientras
que las grandes empresas hacen el negocio con el agua embotellada que diario se
consume. Yucatán resolvió ese mismo problema en tiempos de Gustavo Díaz Ordaz, a quien llegaron
a acosar tanto que el “héroe de Tlatelolco”, ordenó la introducción del sistema
de agua potable para la ciudad de Mérida. Campeche, ni siquiera ha hecho el
intento de esa obra, porque no luce y serían años de excavaciones y
contratiempos. ¿Hasta cuándo los campechanos seguiremos rezagados en ese aspecto?
Cuántos miles de campechanos no le
mentaron la madre a Eugenio Echeverría Castellot, con la excavación de
las calles del Centro Histórico, que dio a esta ciudad el aspecto que tiene en
la actualidad al
desaparecer los postes de luz y cables del tendido eléctrico.
“LAS VACACIONES DE UNA CHIFLADA FAMILIA”
Como su nombre lo indica y al más puro
estilo de una típica película de la saga
de Harold Ramis
(qepd) protagonizada por Chevy Chase en donde el padre de la familia Griswold fomentaba
la reunión familiar, la unión con sus hijos y se esforzaba siempre por realizar
todo perfectamente, pero el destino y su torpeza se ponían siempre en su
contra. En Campeche y durante el verano ocurrió algo similar.
Resulta que días antes de que ocurriera
el viaje del recién propuesto Embajador de México en Paraguay a las playas de
la Laguna de Bacalar como narré en la columna anterior, éste finalmente decidió
visitar su bunker en tiempos de playa, sí, “El Sombrerón” donde se vivieron
verdaderas bacanales y corrían las copas de la cava construida y abastecida
semanalmente de una oficina de la secretaría particular con cargo al erario.
Cuentan que la pasada semana mayor llegó
el embajador, se encontró con la ausencia de su hijo putativo Edgar “El Garo”
Hernández, quien tuvo la brillante idea, fíjese usted, de vacacionar
en pleno verano en las montañas de Aspen, Colorado y es que precisamente cuando
el dinero es lo de menos, imagino que uno se debe romper la cabeza pensando en
que gastarlo sin importar que el mismo corresponda a la hacienda pública
municipal (caso similar al ocurrido en Indesalud); pero el hecho de que éste no
estuviera no impidió que hiciera una llamada a su secretario particular para
que su amigo y confidente pudiera hacer uso de su casa en este centro
vacacional (El sombrerón) con todas las comodidades que ello implicaba, al
final de cuentas el cargo se lo debe a él y a nadie más según confía a sus
íntimos.
Esta historia, chusca si se quiere, tuvo
un desenlace preocupante porque a sabiendas de la forma en que se mueven las
aguas políticas, “El Garo” fue llamado a capítulo para indicarle que los tiempos
de su amigo y algo más, quedaron en el pasado 15 de septiembre y que hoy solo
truenan los cacahuates de otro.
Esta novela de verano solamente demuestra
que el alcalde campechano decide por él y por nadie más, que le importa poco o
nada lo que piense el hoy Gobernador, su único jefe y el verdadero, que el
dinero lo tiene a manos llenas y que lamentablemente y a pesar del apoyo
continuo que recibe por parte del Gobierno del Estado, éste sigue respondiendo
a unos intereses que no miran precisamente por el crecimiento de Campeche y si
en cambio por los propios y de su grupo. Ya veremos que cara pone el primer
edil cuando vaya en diciembre a pedir apoyo para el pago de aguinaldos como
anualmente padece la comuna de Campeche.
PARQUES Y JARDINES DE LA CIUDAD, EN TOTAL ABANDONO
El recreo y esparcimiento son
necesidades inherentes e indispensables a la familia con cada uno de sus
integrantes. “No escatimaremos, tiempo, esfuerzos y recursos económicos para
que las familias cuenten con el esparcimiento en los parques de su comunidad”.
El anterior “compromiso y
promesa recurrente de las actuales autoridades del Ayuntamiento de Campeche,
con el alcalde a la cabeza, Edgar Román Hernández Hernández, se quedó en
anécdota de campaña política”
Ahora, persiste la gran duda
de: “¿qué fue lo que pasó?”.
¿Encontró demasiadas saqueadas
las arcas de la comuna, acaso? y si es así ¿por qué no lo denunció y al mismo
tiempo limpió el camino para el correcto funcionamiento del ayuntamiento que
recibió, y la operación de los servicios públicos?
¿Por qué hoy, ayer y hoy,
desde el 15 de octubre en que tomó posesión “Garo” como presidente municipal, la
ciudadanía no ha visto ningún cambio en el modo de dar o no dar los servicios
públicos municipales?
Uno de tales servicios a los
que tiene derecho la ciudadanía y el municipio de otorgárselo, consiste en el
mantenimiento permanente y constante de los parques públicos.
Pero hoy, se puede decir
que no hay parques. Hablamos de las más
de cien colonias populares de la ciudad, aparte de los fraccionamientos y
unidades habitacionales.
En cuanto a los parques
públicos conocidos como los “tradicionales”, estos están peor. En esos sitios,
los parques tradicionales, como son los principales: San Román, San Francisco,
Santa Ana, Santa Lucía y Guadalupe, uno puede convencerse del grado de abandono
que hoy los “distingue” y aflige a sus habitantes.
Todos los ciudadanos o la
mayoría prestos a cubrir los importes de cada impuesto municipal, establecido
en ley, como vemos en las largas “colas” que suelen formarse frente a los
contribu-móviles u oficinas recaudadoras cuando se trata de pagar las
contribuciones mensuales o anuales.
PARQUE DE SAN ROMÁN: “EN ABANDONO” POR ANTONOMASIA
A pesar de que es irremediable
encontrar en el parque de San Román
todas esas condiciones de abandono y pueda verse el fiel reflejo y las
consecuencias o el producto de la desidia de la Comuna, de sus autoridades y de
sus trabajadores.
No podemos dejar de comentar
que, el de San Román es hoy, el parque en abandono por antonomasia, no solo
porque otrora era el más prestamente atendido, sino porque antes, era el que
más se atendía.
Porque precisamente por ser el
parque del barrio más representativo –puesto que se disputa con el también
barrio tradicional de San Francisco-, y viéndolo hoy como el parque quizá el
más desatendido, esa es una situación que nos puede dar la firme idea de cómo
estarán también de abandonados los demás parques de la ciudad.
En el norte y en el sur de la
ciudad las colonias padecen del mismo problema: no han espacios aptos para
hacer deporte, áreas verdes para el juego indispensable de la niñez, bancas y
parques para que las familias en su conjunto acudan por su obligado
esparcimiento y recreación.
Con la pena pudimos constatar
que en el parque de San Román, han desaparecido las áreas verdes; en su lugar,
observamos tierra descuidada, unos cuantos sembraditos; ya no hay césped, solo
restos de tierra mal cuidada y residuos de lo que en un tiempo se pareció a ese
tipo de zacate; hay apenas algunos arbustos, pero mal cuidados, muertos por
falta de agua.
Del sistema de riego, no queda
nada; se han llevado todo; también se han robado las rejas del kiosco, y que
volvieron a colocarse por pasada administración, los barandales oxidados;
vecinos comentan que los trabajadores sindicalizados son los mismos que
desmantelan la obra pública y se roban la infraestructura, aditamentos y
equipos del servicio público de parques y
jardines; pero el caso es que la autoridad municipal no procura la
especial atención policíaca.
En los barrios de Guadalupe y
Santa Ana recién se les dio una “manita de gato” de pintura a sus parques; en
el señorial Guadalupe no duró mucho la remodelación de su parque, que por
cierto fue dos veces remodelado durante los dos trienios anteriores; hoy, tiene
el mismo problema de abandono que el de San Román. Su ausencia de luminarias,
lo ha vuelto a convertir en centro de citas juveniles.
Tenemos que citar el parque de
Santa Lucía porque allá, tienen el eterno problema de la falta de alumbrado
público, al igual que lo ha tenido por siempre el parque de la unidad
habitacional Ciudad Concordia, donde hace unos días entre sus penumbras fue
asesinado un joven estudiante del CECYTEC de esa unidad habitacional al salir
de su instituto y pasar por el oscuro por siempre parque de Concordia.
Cualquier ciudadano puede
constatar que en las colonias altas, “los parques” no han recibido la mínima
atención; si acaso, se ha prestado el servicio de barridos de las calles que
circundan el parque, por ejemplo, el parque de la colonia Colosio, pero los
tableros de la cancha de básquet, siguen rotos como desde el trienio anterior.
En el mismo abandono está la
única cancha que tienen en las dos colonias al lado: la Colosio y la Diana
Laura, y en las más antiguas, la Morelos, la Revolución, la Josefa Ortiz de
Domínguez y la de Bellavista.
Hacia el norte, en el gran
fraccionamiento Kalá, hay una cancha, que da servicio a los jóvenes también del
fraccionamiento contiguo y también extenso: Colonial, luce ese parque lejos de
la mano de las autoridades municipales.
Lloran, claman, los jóvenes,
por una cancha nueva: “pero no han regresado, ni el Alcalde, ni la diputada –en
referencia a Alejandrina
Moreno Barona, diputada del III distrito electoral- desde que
pasaron a prometernos que nos harían un parque nuevo y una reparar la cancha”.
POSIBLE INTERVENCIÓN DEL ESTADO AL MUNICIPIO
Aunque el 115 Constitucional
otorga autonomía a los municipios también existen mecanismos legales para que
el Gobierno del Estado, pueda intervenir a un municipio.
En comentarios extraídos de
integrantes de esta LXII Legislatura, se pudo percibir el interés que tiene el
Gobierno del Estado de Campeche que encabeza Rafael Alejandro Moreno Cárdenas, de
buscar esa posible intervención en el municipio de Campeche.
Ante el grado de abandono en
que están las áreas públicas y parques y jardines de la ciudad y aún más de las
comunidades del medio rural, se comentó de la exasperación que ocasionó al
titular del Ejecutivo estatal, tantas que le han ido llegando, por la falta de
atención, nulo mantenimiento y deficientes servicios públicos en la Comuna de
Campeche.
Sobre todo, el lado más
sensible y que tiene molesto al Ejecutivo con el alcalde de Campeche, es
precisamente la situación de los parques que hoy no están en condiciones de
servir para el solaz y esparcimiento de las familias campechanas, como debe ser
su propósito.
De ahí que hemos podido darle crédito a la molestia del gobernador porque las familias se quejan de que: ya no hay parques en Campeche. El hecho quedó confirmado por los miles de visitantes que tuvimos en las pasadas vacaciones de Semana Santa donde los turistas quedaban contentos por la qiuietud y paz de esta capital y de los atractivos que tiene esta capital. No así del descuido de sus áreas verdes y de los parques y jardines, así como de la basura asentada en lugares públicos.
Y la sentencia, según se ha
comentado, del titular del Ejecutivo ha sido clara “y directa al oído del
alcalde campechano: o te pones las pilas y atiendes los parques, porque la
gente ya está cansada de tu abandono, o el Gobierno del Estado va a tener que
intervenir para prestar esos servicios y dotar a los parques de lo necesario para que sean considerados como
tales”. Palabras más, palabras menos.
En la Constitución Federal se establece que toda
persona y toda familia tiene derecho a vivir, a contar en su comunidad y a
disfrutar de un medio ambiente sano.
También en el mismo artículo
se plasma en la Ley General del país que también tiene derecho la persona y la
familia al recreo y al esparcimiento. Inclusive en la misma Carta Magna o Ley
Suprema se señala la necesidad de que el salario que perciba el trabajador deba
ser suficiente para que el jefe de la familia pueda además de pagar la
educación, el vestido y la alimentación, pueda solventar las necesidades de
esparcimiento y recreo de los miembros de toda su familia.
EL TUFO DE LA CORRUPCION
No se ustedes amables lectores, pero no es agradable
corroborar que a cambio de un puñado de ricos, multimillonarios y con garantías
de solvencia para varias generaciones, tengamos en Campeche una miseria
creciente, asfixiante, que toca con frecuencia las puertas de la clase media
cada que llegan las prolongadas sequías críticas por la insolvencia de un
gobierno atrapado y la ausencia de
medidas para salir de tan grande bache.
La avaricia está por encima de las viejas banderas sociales; la
corrupción del régimen que terminó el sexenio pasado domina y permea en todos
los estratos de los tres niveles de gobierno. Las consignas delinean quiénes
deben ir a la cárcel y quienes se salvarán, aunque tengan una cauda inmensa; el
combate entre los grupos del poder acrecienta las presiones sobre el nuevo
gobierno.
Nada es casual. Es lo que se ha construido por tantos
años de malos gobiernos, de negligencia y conformismo colectivos. La
convalidación resignada de los fraudes electorales, de las traiciones por los
mismos de un grupo como ya lo expusimos en esta columna en su oportunidad,
desangran a la sociedad campechana. Esta es un perspectiva actual y duele.
Y duele más porque acabamos de asistir a una nueva
puesta en escena de Macbeth, Al escenificar Manlio Fabio Beltrones Rivera, el
salvamento de su protegido, amigo y tal vez cómplice Fernando Eutimio Ortega Bernés, a
quién recomendó para que fuera nombrado embajador de México en Paraguay, donde
no lo alcance el brazo de la justicia, porque para eso están los peces menores
que hasta la fecha siguen sin ser molestados. No cabe duda que como decía William Shakespeare,
“La vida es una sombra”.