lunes, 23 de febrero de 2015



“CANDIDATO DE  UNIDAD”

Domingo de Carnaval, sito: el legendario estadio construido por “Viluch”, remodelado por el coronel que le cambió el nombre de Municipal por el de “Presidente Carranza”, otorgándoselo en decreto a la Universidad del Sudeste como parte de su patrimonio y que cayó en el abandono luego de que un pie de viento derrumbó el techo, y el beisbol no le gustó a Dn. Eugenio, porque le recordaba que ahí ordenó el sacrificio de un porro que le estaba dando dolores de cabeza. Finalmente, el hermanito José Antonio ordenó su reconstrucción y en un momento se creyó manager de la novena Piratas de Campeche. Jorge Carlos recibió un campeonato que le cayó de perlas y en su sexenio falleció el carmelita Nelson Barrera Romellón, que para rendirle tributo bautizó al estadio con ese nombre. No cabe duda, el diablo está en los detalles.

Rafael Alejandro Moreno Cárdenas, se adelantó por un día al cumpleaños del gobernador y asumió oficialmente la candidatura de “unidad” del PRI al gobierno de Campeche. No hay torniquete en las puertas que indiquen el número de asistentes entre delegados electores y militantes, pero se calcula que estuvieron algo así como siete mil personas que apoyaron completamente a su candidato.

En un acto propiamente dicho que duró escasos 20 minutos (más tardó en saludar), “Alito” llegó al estadio en punto de las 18:00 horas, pero de la puerta al dogaut demoró como 35 minutos ante unos delirantes seguidores que esperaban saludarlo de mano. Entró al pasto como los pitchers estrellas y recibió la aclamación de la multitud y rápidamente avanzó hasta un estrado giratorio donde protestó ante el ex gobernador de Quintana Roo Joaquín Hendriks Díaz, representante personal de César Camacho Quiroz, cumplir y hacer cumplir la declaración de principios, el programa de acción y los estatutos del viejo partido, hoy de nuevo en el poder federal: asimismo su plataforma electoral y en caso de que el voto lo favorezca, desempeñar con patriotismo, lealtad, honradez, honestidad, eficacia y apego a los principios de la revolución el cargo de gobernador del Estado, ¿todo ello sujeto a que el partido y sus militantes se lo reconozcan? A lo que el candidato respondió con un ¡si! que cimbró al estadio de júbilo.

A todos nos consta que “Alito”, efectivamente edificó su candidatura desde años atrás. Semana tras semana, dejaba primero su familia y los días de descanso para viajar a Campeche y convivir con el pueblo, con sus problemas, con sus necesidades y así fue ganando ese primer lugar en encuestas de opinión que ya nadie pudo arrebatarle.

Pueblos alejados de la capital, municipios, barrios, colonias lo fueron conociendo. El sabía que su candidatura efectivamente “no nació ---como aseveró esa tarde---, en los pasillos del poder, sino en los caminos áridos de la entidad” y su generosidad de antología.
En su corto pero bien estructurado discurso repitió hasta cinco veces la palabra unidad, “porque con ella los campechanos tenemos que lograr lo que nunca hemos tenido y hacer lo que nunca se ha hecho”. Recalcó y puso énfasis al decir que “los verdaderos enemigos no son nuestros competidores, sino el pesimismo, la desesperanza y la desconfianza”.

Es claro que “Alito” tiene a la unidad como punto toral de una victoria que no deje lugar a dudas.

En varias ocasiones hemos señalado en este espacio que entre los graves problemas del país, las crisis recurrentes y lo que los campechanos podemos hacer pero no lo concretamos está la falta de unidad.

Ya hay un candidato conocido por todos los rincones del Estado y también este candidato ha abierto un espacio en su tiempo para escuchar a todos los campechanos y no solo a sus amigos. Ha dejado claro que entre él, pueblo y electores no van a existir obstáculos ni oportunistas que lo único que buscan es aislarlo de la realidad. Aquellos que se han lanzado a “la cargada” y piensan que de esa forma ya están en su equipo.

Pero se van a llevar un chasco porque “Alito” escuchará a todos y buscará esa unidad que pregona y en la que en su pasada protesta prometió hacerla realidad. Hay indudablemente una fuerte cercanía entre Moreno Cárdenas y Ortega Bernés, para evitar que los rumores, chismes y maneras de joder algunos ---los de siempre---, saquen raja política.

Esos campechanos se equivocarán, porque hasta los detractores y críticos de los medios tendrán oportunidad de acercarse al candidato priista para convencerse que hay un gran espacio para manifestar sus dudas y que queden convencidos o no pero siempre buscando lo mejor para Campeche.

Ahora bien es la sociedad civil la que debe organizarse y apoyar al candidato para ir no detrás de él, sino a su lado. Participar y luchar contra la injusticia federal. Cámaras empresariales que dejen un poco las cómodas ruedas de prensa periódicas y los desayunos para acompañar al candidato y constatar lo que el pueblo realmente demanda.

Es el momento en que cámaras empresariales, organismos no gubernamentales, asociaciones ---muchas de ellas de membrete---, que están cómodamente pasivas, deben empezar a hablar y no solo para cobrar lo que les deben y alzar la voz ante la opinión pública. Demostrar que los campechanos no somos como nos han calificado: un pueblo que no se queja.

Hay que dejar atrás el sistema del CCEC, herencia del hermano mayor cuando coqueteaba con el PAN, que hablan poco cuando les va bien y alzan la voz cuando les va mal. Hay que recordar las sabias palabras del prócer de la democracia Francisco I. Madero: “El éxito no es obra del azar sino del esfuerzo”.

La opinión pública está hoy a favor de un futuro gobernante joven como “Alito” que llame a las cosas por su nombre. Los duros del PRI y toda una red de complicidades, de provechos ilegítimos, se encuentran en estado de alerta. Pero este partido apoya a su candidato aunque sabe que  se enfrentan presiones extraordinarias si no logran comunicar con claridad cuáles serán los alcances de las acciones que apenas desgranó Moreno Cárdenas el domingo por la tarde.

El candidato del PRI soportará con pie firme las presiones venideras, basado en su capital político. Aquí cabe una pregunta ¿hasta cuándo se sentarán aquellos que como José Antonio, Jorge Luis, Jorge Carlos, Carlos Felipe, Víctor Santiago, Ricardo Medina, Ana Graciela, Edgar Román y otros más que han vivido, y muy bien, del erario estatal cobren conciencia que los últimos 18 años han sido suficientes y que lo “bien obtenido” si saben administrarlo les durará hasta tres generaciones.

Ya es necesario que el pueblo señale con el índice esta verdad que solo se escucha en mesas de café, en mentideros políticos y en reuniones diversas. El escandaloso saqueo goza de impunidad…pero tanto va el cántaro al agua.

Por lo pronto no queda sino aplaudir la vocación de orden moral que anima al candidato del PRI a actuar. Y que la ciudadanía no quiere en el cuarto piso un héroe sacrificado por los demonios que de ahí salieron. Que no se olvide que los campechanos quieren, un gobernante que actúe de acuerdo a valores y que sabemos que tiene en mente cuales son los medios para alcanzar sus proyectos. Entre los que sobresale que lo que queda de Pemex le haga justicia al Estado porque se lo merece luego de haber sostenido en las espaldas por más de 30 años a todo el país. Esa deuda histórica con Campeche, y en especial con El Carmen debe de ser resarcida porque ya es demasiado tiempo en que se viene solicitando sin que hasta la fecha no se nos den sino migajas. Ahí tenemos por ejemplo el puente de La Unidad ---si. Unidad--- número dos que la empresa Tradeco ha demorado más de dos años; el libramiento de Atasta y otras muchas obras que nos han embarrado en la cara a los campechanos pero no se han realizado.

En los próximos meses el país estará tan politizado por 10 partidos políticos que lloverá el lodo  acaso como “cortinas de humo”, que nos obliguen a anclar en los escándalos ruidosos pero superficiales en detrimento de una observación correcta, imparcial, desde luego que no se detenga en simpatías sectarias, maniqueísmos estériles, pasarelas de galanura ni perniciosas alegorías sobre los talentos de la nueva clase política.

Desde el punto de vista de los contrarios el PRI es arcón de mafias, el PAN numen de la incapacidad gubernativa y el PRD fuente de radicalismos  exaltados. Solo por citar a los partidos en punta a los que seguramente habrá de acompañar una cuarta alternativa de izquierda en la figura de la hija de “El Negro” Sansores Pérez, abanderada por Andrés Manuel López Obrador, sustento de apasionados encuentros y desencuentros según sean las filiaciones por parte de pensadores siempre acomodaticios. Tales son los elementos que integran el “debe” de los aspirantes. Todo eso habremos de verlo en las próximas semanas de este año electoral.

Pero nada de estos temas sustanciales importan. Primero están las vendettas, los grupos, los grupúsculos, las sumas y restas, las postulaciones y las negociaciones para ver quién va primero o quién mejor ya no va.

En este escenario tendrá Rafael Alejandro Moreno Cárdenas, que navegar hacia la consolidación de ---para entonces---, su gobierno con propios proyectos políticos a los que no debe permitir que nadie le meta mano, incluso ni los poderes fácticos. El poder nunca se comparte.


CONFLICTO DE INTERÉS

En menos de un mes los campechanos hemos observado dos acciones de cómo aplicar o no la justicia. De aplicar el mayor bien para el mayor número y por el contrario dejar hacer y dejar pasar por interese creados al amparo de las influencias.

Cuando la justicia no se aplica, cuando el Estado de derecho se hace a un lado los valores, la ética y la moral caen por tierra y no queda sino convencerse que en la entidad existe privilegio impune de no cumplir la ley si se tienen las influencias, el poder, la maña o el dinero.

No debemos ser solo espectadores de lo que ha sido una constante en los últimos 120 días. Lo que ha ocurrido en México en estos cuatro meses es contundente: Un presidente de la República con una imagen en los suelos ---los niveles de aprobación más bajos en las últimas tres décadas---, destruida, hecha añicos día a día. Un Ejecutivo federal de ascendencia priista que apenas con dos años de ejercicio constitucional ha recibido el repudio popular.

Tres sucesos que destrozaron esa imagen como son Tlatlaya, donde el Ejército presuntamente ejecutó a civiles; cuarenta y tres estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa, Gro., desaparecidos. Finalmente la aparición de propiedades de millones de pesos de la esposa del Presidente, de él mismo y de su secretario de Hacienda.

Desde los ya lejanos años de la Noche de Tlatelolco y del asesinato de cientos de estudiantes y luego dos años después del Jueves de Corpus, no habíamos visto tanto repudio y un clamor general exigiendo ¡justicia!

Como mexicanos, como campechanos, debemos de hacernos cargo de la gravedad del momento. Asumir lo alarmante y delicado que es el que un pueblo pida justicia en la calle.

Cuidado: no es seguridad, no es democracia, no es el desafuero, no es el fraude electoral ---como el que sucedió el primer domingo de julio de 1997 en Campeche---, no es la falta de empleo, no es a favor o en contra de un partido o de un candidato o de una ley o medida gubernamental de coyuntura. Es la simple y llana justicia, corazón de la estabilidad de todo régimen político.

Es una falacia decir que México no es un país de leyes. Al contrario; es un país de muchas leyes. A todos nos encantan las leyes. Tenemos miles de ellas. Todo lo resolvemos con leyes. Decía mi padre que fue abogado postulante por 50 años que el barroco jurídico mexicano es incomparable. Tenemos leyes para casi todo, en los temas y sobre la materia más curiosa y exótica.

En cada una de ellas creamos nuevas burocracias, secretarías, órganos autónomos y todo género de facultades, trámites y sanciones que nos cuestan millones de pesos.

El reclamo de justicia es porque estas leyes no se aplican. No funcionan. No nos protegen. No son suficientes para darnos certidumbre y confianza. México y por ende Campeche es un lugar de leyes, pero no de Estado de derecho.

Tal vez por ello ha sido tan complicado para el gobierno reaccionar ante esta crisis. Están acostumbrados a resolver todos los problemas haciendo leyes y hoy en lo que estamos viviendo, no es el caso.

En Ciudad del Carmen, Campeche, el pasado 27 de enero un centenar de obreros de la denostada empresa Oceanografía cerraron el acceso al puente Carmen-Zacatal, con un flujo diario de miles de vehículos y que se ha convertido en el paso obligado hacia la Península de Yucatán. El reclamo justo exigiendo el pago de su liquidaciones quedó en segundo término porque esta medida afectó la vida de la capital económica de la entidad.

Sin embargo luego de retirarse por unas horas el número de inconformes aumentó y el puente fue cerrado totalmente. De nada valieron los intentos de solucionar el problema mediante el diálogo con los ex trabajadores de Oceanografía. Se mostraron renuentes y pasadas las horas el bloqueo llegó a que cientos de vehículos de ambos lados del puente quedaran varados, entre ellos hasta ambulancias con pacientes y cientos de pasajeros de autobuses.

El día 28 el gobernador del Estado, para resguardar los intereses de la ciudadanía y de la iniciativa privada, ordenó el uso de la fuerza pública haciendo por segunda vez valer el Estado de derecho. La primera fue en aquel desalojo de maestros y disidentes de partidos de izquierda que bloquearon el Palacio de Gobierno y la Cámara de Diputados local.

La iniciativa privada señaló que “el Estado de derecho no puede perderse y es necesario su defensa, la comunidad empresarial reconoce la aplicación de la ley del mandatario estatal”. A su vez empresarios carmelitas señalaron que “fue una oportuna intervención ante la exigencia de obreros con actos vandálicos que alteraron la vida social y económica de la isla”.

Como siempre los partidos de izquierda rechazaron la represión ejercida por los gobiernos federal y estatal en contra de los ex trabajadores, quienes aducen, fueron apaleados y encarcelados, únicamente por reclamar el pago justo de sus liquidaciones.

La otra cara de la moneda nos muestra que la semana pasada en un antro ubicado en zona privilegiada en el malecón de la ciudad y cuyo nombre el vulgo ya lo ha bautizado como “Los guamazos”, se suscitó un pleito entre menores de edad, quienes bajo los influjos etílicos o tal vez hasta de drogas, se enfrentaron a golpes, alarmando a los asistentes y numerosos transeúntes que circulaban a esa hora.

Las violaciones a la licencia de funcionamiento de “Los guamazos” es evidente. Los menores de edad no deben entrar a este lugar; los empleados de seguridad incurrieron en omisiones; venderles a menores de edad bebidas embriagantes es un delito; aquel operativo de “Cero tolerancia” no se aplicó, tampoco el de “Antro seguro” donde la Secretarías de Finanzas y Seguridad Pública deben aplicarlas imperativamente.

Los propietarios de “Los guamazos” incurren a su vez en el delito de corrupción de menores que debió ser denunciado ante la Fiscalía General del Estado. Finalmente la ciudadanía espera un castigo ejemplar para este antro al aire libre, ya que la promoción “de boca en boca” afectará al turismo que la secretaria estatal pretende incentivar. El malecón se está volviendo un centro de vicio.
El eslogan de Campeche como el sitio más seguro para vacacionar es hilarante. Y quien tiene la responsabilidad inicial de sancionar esta irregularidad es la Secretaría de Finanzas del Gobierno del Estado. La licencia de funcionamiento debe cancelarse.

Los campechanos no vivimos en una burbuja. Somos parte de una comunidad, de una sociedad democrática, que se construye con los aportes de todos y en que todos somos responsables del futuro. Somos también una sociedad que a veces recuerda de repente que hace apenas 14 años la alternancia de partidos en el poder era novedad.

Por ello, sin seguridad física ni jurídica, no podemos crecer en serio, porque sin Estado de derecho, los ciudadanos ---que además son consumidores, empleados, empresarios y ejecutivos--- no pueden prosperar. Porque sin reglas y sanciones claras, las empresas no pueden hacer negocios sin corromper y corromperse. Porque no puede haber desarrollo genuino si hay porciones donde las autoridades no tienen un control real ni, como reza el concepto básico de Max Weber, el monopolio del uso (legítimo) de la fuerza.

En Campeche, necesitamos que las leyes se cumplan, y en especial que sean igual de obligatorias para todos. Si, a todos.

Como observamos anteriormente. Hubo beneplácito mayoritario por el uso de la fuerza en el puente Carmen-Zacatal, pero omisión por parte de la Secretaría de Finanzas para cancelar el antro “Los guamazos”. Esto nos lleva a que en Campeche la ley se cumple, pero no siempre, no bien y no por todos. En esta entidad y en todo México existe el privilegio impune de no cumplir la ley si se tiene el poder, la maña, las relaciones  o el dinero para evitarlo.

Benito Juárez decía: a mis amigos, justicia y gracia; a mis enemigos, la ley a secas. Ese es el Estado de derecho en todo México. Un derecho de excepciones. Las excepciones que rompen las reglas. Y hoy son las excepciones las que nos están sacudiendo, lo que genera ineficacia e incertidumbre en nuestro sistema legal, lo que provoca la injusticia.

Esas excepciones que señalamos líneas arriba son lo que maniata a nuestro Estado de derecho y lo que está erosionando profundamente nuestra convivencia.

El corazón de la disfunción de nuestro Estado de derecho está en las excepciones y en los privilegios. Las excepciones recorren  toda la escala social y van desde las altas esferas del poder hasta los más contestatarios y populares grupos de manifestantes que toman un puente o una carretera como la ubicada enfrente del ingenio La Joya.

Algunos diputados tontitos piensan que hacer una ley suele ser una solución política y social, cumplirla suele convertirse en un problema político y social. En el escenario que vivimos. Estamos ante la necesidad de cumplir todas las leyes, para que haya simple y llanamente ¡justicia!


UN PARTIDO DE CÍNICOS

Decía José López Portillo que lo peor que le podría ocurrir a México era convertirse  en un país de cínicos. Doce años de dominación panista (2000-2012), terminaron por convertir a los blanquiazules en eso precisamente: un partido de cínicos que se han vendido a los ya cínicos priistas como cualquier hetaira.

En Campeche la llegada de Yolanda Valladares Valle, quien le dio un golpe de estado a Juan Carlos Lavalle Pinzón, quitándole la presidencia de la bancada panista en el Congreso local, con la ayuda de fuerza$ prii$tas que la mantienen bien maiceada y a su partido totalmente desorganizado.

Estamos a pocos día del inicio de campañas políticas y el PAN ha quedado reducido a la fuerza de los calzones de Yolanda y Nelly, dos oportunistas a los que la familia Mouriño-Terrazo las mantuvo de lejos porque conocían su oportunismo y su deslealtad. Hoy, las dos volvieron a hacer de las suyas con el apoyo de quien las mantiene controladas.